(Costa del Mar Caribe. Carúpano, Venezuela. Foto tomada por Jhonny Olivier)
El viaje.
Eran las tres de la mañana y Juan no pudo dormir más, estaba demasiado ansioso, porque ese mismo día, debía levantarse y prepararse para el viaje que había programado con su hija. Nunca antes había salido de viaje con ella, pues no vivían juntos, ella vivía con su madre desde el divorcio de sus padres.
En la noche, durante el poco tiempo que pudo dormir, estuvo soñando y viajando por el pasado, mientras anhelaba estar de nuevo junto con su hija en un hogar ideal, pues nunca pudo concretarse aquel sueño en una realidad.
Después de haber estado dando vueltas sobre la cama y la almohada, decidió levantarse, ducharse y arreglarse para salir. Esa noche, su hija, durmió en su casa, estuvo en sus sueños por una noche o parte de ella al menos. La niña se quedó dormida mientras él la miraba y recordaba tantas cosas hermosas que habían quedado en el pasado, en los recuerdos, la miraba y pensaba que su hija ya no era una niña, pues tenía doce años pero parecía ya una señorita de más edad y se dio cuenta de que el tiempo había transcurrido demasiado rápido, mientras él estaba distraído y la vida pasaba delante de sus ojos.
Johamnys, se levantó después que su padre, se duchó y comenzó a alistarse para el viaje, Juan la miraba y estaba pendiente de todos sus movimientos evitando que ella se diera cuenta de que la estaba celando en todo momento, le acomodó el cuello de la blusa, las medias que siempre le quedaban torcidas, las trenzas de los zapatos mal amarradas, el cabello despeinada, todo estaba mal arreglado, parecía que aquella niña era demasiado descuidada o quizás él esperaba demasiado de ella, y comenzó a darse cuenta de que no conocía a su hija, no sabía que ella era tan distraída como todos los niños a ese edad, tal vez la estaba protegiendo en demasía.
Una vez en el Terminal de Pasajeros ella le dijo que tenía hambre, él se sorprendió, ya que nunca desayunaba tan temprano, pero ella le dijo que su mamá siempre antes de irse para el colegio le preparaba una arepa rellena con queso y un jugo, para el desayuno, Juan le compró una arepa rellena con carne y un jugo natural de lechosa y se quedó atónito al ver como su hija se deleitaba mientras degustaba aquel gran desayuno, mientras la veía se convencía cada vez más de que había pasado demasiado tiempo alejado de ella, por lo tanto, estaba ansioso de poder recuperar parte de ese tiempo o al menos eso era lo que pasaba por su mente en ese momento, mientras pensaba y viajaba por su propia mente, se distrajo, mientras Johamnys terminó de comerse su desayuno.
Luego se sentaron a esperar la llegada del autobús, el cual estaba programado para arribar a la seis y media de la mañana, sin embargo, no fue hasta las siete que lo vieron llegar discretamente, como en cámara lenta, en ese momento Juan recordó cuando viajaba con sus padres y se transporto al pasado mientras el autobús se estacionaba en el hangar del Terminal de Pasajeros, él tomó el pequeño bolso que llevaba con escasa ropa, solo la necesaria para pasar cinco días fuera de casa, le dijo a la niña que subiera al autobús y seleccionara dos asientos contiguos para que pudieran estar juntos durante el viaje, mientras que él guardaba el bolso en el maletero del vehículo. Por fin subió al autobús y pudo ver a su hija esperándolo de pie, al lado de los asientos que había seleccionado, con una gran sonrisa que nunca antes había visto en ella, aquello fue algo muy especial para él, pues nunca esperó que pudiera suceder algún día, pero estaba pasando delante de la mirada atónita de sus propios ojos, se sentaron, se miraron, sonrieron, no se dijeron nada, cualquier palabra en ese momento habría estropeada tanta armonía y hubiera parecido como un grito en la oscuridad de la noche.
Mientras el autobús emprendía su marcha, eran ya las siete y quince minutos, ambos se quedaron en silencio mirando por las ventanas como buscando algo, sin saber por qué, pero ansiosos, por primera vez estaban juntos, emprendiendo un viaje muy esperado por ambos, durante todo el recorrido fue poco lo que conversaron, pues estaban muy fascinados y no querían arruinar tanta tranquilidad, simplemente se dedicaron a viajar, Juan observaba lo que hacía mucho tiempo no miraban sus ojos y Johamnys lo que nunca había imaginado mirar algún día. La vegetación estaba árida por la inclemente sequía que azotaba en esa época del año, sin embargo, en las zonas montañosas se podían apreciar el verdor del follaje que luchaba contra la inclemencia del sol.
Ambos se quedaban dormitados de manera intermitente, durante el recorrido, y cuando despertaban se miraban ente ellos, sonreían y volvían a cerrar los ojos, para seguir soñando. Durante el viaje pasaron varios pueblitos que estaban a la orilla de la carretera, los pobladores de esos caseríos acostumbran a sentarse a la orilla del camino para ver pasar a los autos, motos, autobuses, camiones, gandolas, gran variedad de vehículos que para ellos era, en algunos casos, la única distracción durante gran parte del día.
Cuando ya iban llegando a su destino Juan comenzó a darse cuenta, de manera intuitiva, de que todo le parecía conocido, las casas, las calles, la vegetación, ese olor tan característico del viento de las costas, pero no fue hasta que pudo ver el viejo aeropuerto cuando se percató de que realmente ya habían llegado a “Puchuruco”, una pequeña barriada cerca de las costas de Carúpano en el estado Sucre, Venezuela. Extraña mezcla de sentimientos lo arroparon simultáneamente, mientras veía pasar delante de sus ojos las casas y los rostros que hacía muchos años no veía, pero siempre recordaba. Despertó a su hija y le dijo que ya habían llegado a su destino, le mostró el lugar en donde vivían sus familiares, casi inmediatamente pudieron apreciar la inmensidad del Mar Caribe que parecía infinito, todo era azul, el cielo y el océano parecían del mismo color, no se apreciaba la línea del horizonte. Hasta que una ola rompió el silencio cuando chocó contra la costa y fue cuando se percataron de que estaban entrando al Terminal de Pasajeros, se bajaron del autobús, todavía entre dormidos, y tomaron un taxi que los llevaría finalmente a su destino, parecía que el tiempo no hubiese transcurrido, las mismas calles, las mismas casas, el mismo paisaje de toda la vida pasaba delante de los ojos de Juan, mientras que Johamnys estaba muy ansiosa, quería saber cómo era realmente la casa de sus familiares.
Llegaron a la casa, se abrazaron, se conocieron, recordaron el pasado y justificaron el presente, pues muchas cosas habían acontecido durante la ausencia de Juan. Era necesaria una retroalimentación mutua para sincerar las cosas y comenzar a conocerse de nuevo, pues el tiempo no pasa en vano y las personas se dan cuenta de que han envejecido cuando ven a alguien que hacía muchos años no veían y comienzan a atar cabos, a recordar, a darse cuenta de que ya las cosas no son como antes. Ahora Juan tenía una hija, y muchas de sus amistades contemporáneas con él también tenían hijos ya adolescentes.
Al día siguiente se levantaron temprano y se dirigieron hacia el Mercado Municipal, como de costumbre había muchas personas de compras, otros simplemente conversando entre ellos, las personas en los pueblos pequeños se reúnen siempre en los mismos lugares para saludarse, reírse y ver pasar a sus amigos. Compraron pescado fresco y algunas legumbres, caminaron, escuchaban a las personas hablar y se asombraban por su extraño acento característico, sin embargo, eran personas muy amigables y atentas para con los demás. Durante el recorrido de ida y vuelta, hasta el mercado, se podía apreciar la inmensidad del Mar Caribe que los rodeaba mientras se desplazaban por la costa de Carúpano, ese día comieron pescado frito, pues a Johamnys no le gustaba de otra manera, mientras comían y disfrutaban del inconfundible sabor de un buen pescado fresco acabado de sacar del mar, ambos se miraban y sonreían a la vez como queriéndose decir muchas cosas que, definitivamente, mejor se expresan con una mirada y una sonrisa nada más.
Fueron momentos inolvidables que perdurarían por siempre en la mente de cada uno de ellos durante el resto de sus vidas. Johamnys dejó amigos y amigas al partir, mientras que Juan dejaría detrás muchos recuerdos revividos y esperanzas de volver nuevamente a “Puchuruco” en aquella hermosa costa del Mar Caribe en Venezuela.
El viaje de regreso, como es común en estos casos, se hizo más corto, tal vez porque ya había sido recorrido, pero, definitivamente no eran las mismas personas que hace cinco días habían emprendido un viaje, pues al retornar se conocían mejor el uno al otro, se querían más y se extrañarían más, cada vez que recordaran todas aquellas hermosas experiencias que habían tenido la oportunidad de vivir juntos durante aquellos escasos cinco días de sus vidas.
©Jhonny Olivier Montaño
Jhon Cásmer
Comentario
Bellísimo relato, poeta Jhonny, te felicito, besos MIL"Brasil.
Excelente relato amigo JHONNY, está lleno de alegrias y mucho amor, y muy facil de leer, es muy fluido.
¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡felicitaciones!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
BUENA NARRACIÓN COSTUMBRISTA ESCRITOR...SALUDOS
Es fácil sumergirse en tan hermosa historia, donde el factor humano está presente de principio a fin. Me encantó leerte, Jhonny! Gracias por compartir tu gran talento literario...
Mis cariños,
Tere
Jhon, una hestoria muy real y conmovedora con un final hermoso, gracias, Amaralis
RED DE INTELECTUALES, DEDICADOS A LA LITERATURA Y EL ARTE. DESDE VENEZUELA, FUENTE DE INTELECTUALES, ARTISTAS Y POETAS, PARA EL MUNDO
Ando revisando cada texto para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.
Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.
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