con la intransigente rebeldía de creerse
el mejor sibarita de mis bordes.
En cada arista con disciplinada ciencia,
con desacato y resistencia
sus dedos dibujan.
Recorra esa línea de comisura
que tantas fantasías le trae.
Apegue dócilmente sus labios a los míos
trasgrediendo su inocencia
y libando sin límites
todos los jugos que sacian su sed.
Su refinado atrevimiento hurga.
Buscando y encontrando
a mi resignada y dulce lengua
que apareada a la suya se ofrece
a los embates del indecente deseo.
Esa inmoralidad de sentir
la fragante miel de nuestros paladares.
Deliciosa, atractiva y erótica
complacencia de aromáticas flaquezas.
Bebemos nuestras espumas
Nos deleitan los bálsamos de la viciosa culpa.
Degustamos a la trasnochada y lasciva noche
que en nuestras bocas sus antojos anida.
Resignadas y humildes lenguas
fantasiosas de desacatos,
de resistencias,
desobedientes de saborear
los infatigables néctares
de los primeros jazmines de la madrugada.
Lo beso sin límites,
con la inmoralidad de hacerme dueña de su boca.
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