Por Víctor Suárez
La democracia encierra un sin fin de enflaquecimientos y debilidades congénitas. Características estas que la hacen vulnerable, a que personeros desequilibrados se crean con el derecho de despedazarla en el momento en que su estado sicótico les aumente.
Lo que está pasando en honduras, nos hace ver y entender, que la democracia no tiene herramientas existentes y contundente para defenderse a si misma de sus avasalladores cuando se encuentra en situaciones difíciles.
Que los organismos que la representan, son permisivos cuando se trata de corrupción, de dejadez y de enriquecimiento ilícito.
Que a la O.E.A y a la O.N.U se le pasa el tiempo en estériles discusiones diplomáticas, mientras los gorilas insaciables, sedientos de poder, de riquezas y de sangre tumban gobiernos.
La democracia en la región es tan debilucha, que tiene que esperar que los Estados Unidos de Norte América de su veredicto, de lo que se tiene que hacer para entonces América Latina actuar.
Sugiero: Los Estados Unidos de América Latina, como una forma de auto protección, como una forma de unidad entre los pueblos, como una forma de romper de una vez y para siempre con círculo vicioso de los golpes de estados en el hemisferio.
Una fuerza armada conjunta, para evitar la desgracia de los cuadrumanos y la intromisión sobre ciertos estados débiles.
La democracia hay que fortalecerla con las más límpidas de las conciencias, con las más fuertes de las instituciones, con los más valientes de los hombres, hombre que tengan claro su deber y su papel en la sociedad, hombres que sepan cuidar los intereses de la mayoría, hombres que vivan para servir y no para servirse del estado.
Se necesita una nueva mentalidad para el fortalecimiento de la democracia, como uno de los sistemas más aplicado en los estados del planeta. Es necesaria una mentalidad de sacrificio, de servicio y de lucha permanente, para que la gente viva decente, con acceso justo a la educación, a la salud y al trabajo, para que la cultura sea una herramienta que nos haga mirar hacia arriba y no a la desesperación del desvivir, para ver a los Latinos Americanos viviendo por lo menos, con los servicios básicos y el pan de cada día sobre la mesa.
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