Traviesa… eres el arma perfecta
para tumbar un ejército de persas,
y en cada blancura de tus frases
encuentro el amor ante una presa,
la mujer divina que escucha y se afana
por ser mi amada Venus,
madre de un batallón a cuestas.
Saltas y haces de mis años la elocuencia
y de mis frases tiernas, un racimo de quimeras.
Cabalgas entre llantos y hablas sin pena
mojando la mordaza y escupiendo tristeza.
Órgano que danza al compás de una música lenta
versando con cada estrella, tus poros tiritan
entre frases ya disueltas, haciendo a un lado
la vergüenza, azotando la impureza,
malgastando noches abiertas con rutinas siniestras;
avasallando al enemigo entre rimas suculentas
la lengua moja los labios para el que piensa.
Es la honra y la defensa cuando la justicia se acerca
entre charlas y verbos que la voz emite.
Hace de la vida una novela, contando, hablando,
riendo; con un manjar se saborea y es con gracia
que se menea… entre una hilera de dientes
muy gustosos de vivir en tal caverna.
La lengua es cual proeza, se bate entre lirios y a los espinos
enfrenta, mezcla lo dulce y lo amargo con palabras
que litigan y tropiezan. Mata y doblega, también encarcela
y vuelve a la quimera… en sublime diáfana bella.
La lengua conquista y hace presa frágil el versar de la gente
usando el coloquio como arma convincente para representar
el acto en que se vive y se muere. La lengua, el órgano mas pequeño…
y el que mas poder representa.
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