Vicente Antonio Vásquez Bonilla
En esta fotografía vemos a dos jóvenes ilusionados que, marchan por el camino de la vida, con sus rostros iluminados por amplias sonrisas que reflejan la realización de un acariciado sueño.
Se trata de una princesa y un príncipe, que arrancados de un cuento de hadas se materializan en el presente.
Vienen de allá atrás, de un lugar que se pierde en la oscuridad del cercano pasado, en donde el actual príncipe, al igual que el Delfín que besó a la Bella Durmiente, la despertó a la vida.
La bella princesa, quien pernoctaba en la caja de cristal de sus dormidos instintos, ante el influjo del beso de amor, abrió con asombro sus hermosos ojos y al ver al apuesto galán, que la interrogaba con una inequívoca mirada, dijo llena de emoción a la vida y al amor: Sí quiero.
Ahora van caminando hacia adelante, hacia el prometedor futuro, alejándose de la oscuridad que los rodea, marchan hacia un promisorio lugar en donde los espera la luz que iluminará sus vidas y que se les antoja gloriosa y llena de bendiciones, para la realización de ese final ideal de los cuentos de hadas: “y vivieron felices para siempre”.
Hoy, la princesa marcha delante, como abriendo brecha ante la enmarañada selva de la existencia y el príncipe, atrás, sosteniendo el largo velo símbolo de la pureza, para que no se contamine con la basura de la mundana vida.
Ambos se detienen por un momento y con placer contemplan al fotógrafo que osó interrumpir su marcha con la intención de inmortalizar, por medio de la fotografía, ese momento glorioso, en donde dos vidas, dos ilusiones, dos sueños, se unen para coronar un ideal.
En el fondo una antañona iglesia iluminada parcialmente, sólo para indicar su presencia, los contempla, al igual que las imágenes de las hornacinas, tal como habrán contemplado a infinidad de parejas a través de los años. Se encuentran alumbrados con sabia discreción para no opacar la luminosidad de las dos vidas que, a partir de hoy, se funden en una sola.
Es de noche, quizás, la ceremonia de boda se realizó al finalizar el día para que la gloriosa noche nupcial estuviera cerca, al alcance de la mano, y no esperar mucho para la consumación del rito del amor. Ambos van viendo hacia adelante, salvo por esta momentánea distracción, vislumbrando el venturoso futuro que los aguarda.
Un farol, como si se tratara de una lejana estrella que lucha por llegar con su luz al paraíso prometido, les brinda su luminiscencia a través de rayos divergentes que parten de él, para perderse en la oscuridad que no logra ser derrotada y que los absorbe sin misericordia. Triunfando la penumbra, cómplice sempiterna de los enamorados,
Ella, como una visión idílica, parece flotar en un mar tranquilo, dejando a su paso una estela de blanca espuma formada por ensortijados encajes, como inequívoca huella de su travesía y el chico de sus sueños, como un esquiador acuático que sigue a la nave que lo remolca, en medio de tranquilas olas contenidas por farallones de naturaleza vegetal, va en pos de ella arrastrado por la cuerda de la ilusión que los une.
En el fondo se vislumbra un auto, que puede ser el moderno símil de la carroza mágica que los conducirá al reino de sus ensueños, el feudo que persiguen todas las parejas enamoradas.
A ambos, siendo príncipes de la ilusión, valga decir del amor, les deseamos que un día no lejano, asciendan por los alfombrados escalones que conducen al trono y lleguen a reinar como monarcas de sus vidas y entonces podamos gritar al unísono: ¡Viva el Rey! ¡Viva la reina! Y una nueva estirpe de príncipes, como si se tratara de bellas flores, engalanen el jardín de sus existencias, convirtiéndolo en un paraíso de amor.
Hace más de dos mil años una María y un José, unieron sus vidas a través de los lazos indisolubles del matrimonio y formaron una ejemplar y singular familia que permanece hasta nuestros días, como paradigma de vida. Es de desear que, la unión de una nueva María y un nuevo José, sigan ese ejemplar modelo y la unión perdure hasta que la efímera llama de la existencia, como es natural, se extinga. ¡Muchas felicidades!
Comentario
excelsa lectura nos regalas con un significado de verdadero matrimonio mejor ejemplo el de nuestra madre Maria y Jose. felicidades y feliz quedo al leerte.
Lilian linda: Gracias por tu lectura y tus amables palabras. Besos, Chente.
María de los arcangeles: Eres muy amable. Besos celestiales, Chente.
MAB linda: Obrigado. Beijos, Chente.
SON MUY LINDAS TUS LETRAS
VICENTE
Rosemarie linda: Gracias por tu visita. Besos, Chente.
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Ando revisando cada texto para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.
Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.
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