Si yo cuento que vos naciste en Elortondo, que eras un niño chiquito y gritón, que tus padres estaban felices, éso se llama historia, porque sucedió en la realidad, porque tenemos comprobantes que así lo acreditan y también porque lo vimos, lo presenciamos.
En cambio, lo que te voy a contar ahora es una leyenda, y aunque sea bonita tiene una parte que es verdad, pero otra parte que me contaban mis abuelos, que a su vez le contaban los abuelos de ellos, que no podemos comprobarla, sólo creerlas y hacer volar nuestra mente hacia sus imágenes.
Comienzo a contártela…
Los cristianos estamos felices porque Jesús resucitó, es por eso que les contamos esta leyenda a ustedes, los niños, y les damos dulces para que también estén felices
“Había una vez un conejito que vivía en un cerro lleno de árboles de aceitunas.
Todos los días venían muchos niños a jugar al cerro.
Al conejito le encantaba oír la risa de los niños. Pero lo que más le gustaba era oír la voz del hombre joven que a veces jugaba con ellos.
Cuando se cansaban se sentaban en redondo y el hombre joven les hablaba con esa voz tan dulce y hermosa que hacía suspirar al conejo. Entonces se acercaba para oír mejor y algún niño pequeñito lo acariciaba mientras oían al amigo grande.
Cuando caía la tarde, los niños se levantaban para regresar a sus casas y entonces sus caras resplandecían con la misma bondad que brillaba en el amigo.
Y el conejito se iba a su cueva con el corazón lleno de felicidad.
Cierta noche, Blanquito, que así se llamaba el conejo, sintió ruidos en su cerro, y como era curioso, corrió a ver de qué se trataba; tres hombres roncaban junto a unas piedras y más allá, sí: estaba el amigo grande; corrió sin hacer ruido hasta donde se encontraba de rodillas Él. Pero se detuvo. La hermosa cara del amigo reflejaba tanta pena, una aflicción tan grande; había miedo también en la expresión del amigo bueno.
Blanquito hubiera querido consolarlo, pero como era sólo un pobre conejito blanco, se echó a llorar a mares, con todas sus fuerzas, sintiendo la pena y el miedo del amigo.
Entonces Él lo vio. Lo tomó sobre su corazón y le empezó a explicar con su preciosa voz serena que lo llenaba de emoción.
-Mira Blanquito, van a venir unos hombres a buscarme, porque me van a matar.
El conejito pensó rápidamente que con sus colmillos iba a hacer una gran cueva, donde esconder al amigo.
-Leo tus pensamientos, Blanquito, -le dijo el amigo;- pero es preciso que yo muera. No llores así, tan fuerte, que no podrás oírme y tengo algo importante que decirte.
Curioso y asustado se calló Blanquito para oír al Amigo.
_Cuando yo muera, _prosiguió el Amigo_ los niños van a estar muy tristes, porque no saben que al tercer día voy a resucitar.
_¿Qué es resucitar?_ preguntó con tristeza el conejito.
_Resucitar_ dijo el amigo _ es volver a estar vivo nuevamente.
Entonces al conejito le dieron ganas de reír de pura felicidad.
Él decía que era necesario que muriera, pero si iba a vivir nuevamente, ya no importaba tanto.
_Yo quiero que resucite “al tiro”_ pensó el conejito. Así los niños se alegrarán mañana al verle…
¿Cómo voy a saber que es el tercer día?_ pensó _porque los conejitos no van a la escuela, no saben contar.
El amigo leyó su pensamiento, y le dijo:
_Cuando yo muera y se ponga el sol, va a ser una oreja. Al otro día, cuando se ponga sol, va a ser la otra oreja. Y el que venga después, va a ser la cola. Ése va a ser el tercer día; entonces, voy a resucitar y tú serás el encargado de decírselo a los niños.
_Pero si yo no sé hablar_ dijo Blanquito.
_Escucha, Blanquito, el día de mi resurrección, tú vas a poner huevos de chocolate para los niños, al pié de los olivos.
Se rió Blanquito pensando que el amigo no sabía que los conejos no saben poner huevos como las gallinas.
Pero más tranquilo, con la esperanza de la resurrección, se fue a dormir a la cueva.
Al otro día temprano, vio que en el cerro frente suyo, se elevaban tres cruces de madera que antes no estaban.
Hubiera querido ir a mirar ¡era tan curioso!¬, pero había mucha gente, y las personas grandes lo asustaban.
Más tarde, cuando casi todos hubieron bajado, se atrevió a correr al otro cerro.
En la cruz del medio, estaba elevado y amarrado su amigo.
Debajo, una mujer tan hermosa como Él, lloraba acompañada de otras mujeres y de un muchacho, a quien Blanquito había visto con el amigo.
Entonces cuando creyó que no podía soportar tanta pena, la tierra tembló y el sol empezó a oscurecerse.
_Una oreja _pensó, acordándose de las palabras de su amigo.
El otro día fue muy triste en el cerro, pues los niños no vinieron a jugar.
Cuando el sol se estaba escondiendo, el conejito que no hacía otra cosa que pensar en el amigo, dijo:
_ Otra oreja –y se fue a acostar.
Despertó tempranito, con nuevas energías. Limpió la cueva y estaba desayunando con aceitunas caídas cuando sintió gran alboroto en el bajo. Se acercó corriendo a investigar lo sucedido. Era la mujer hermosa y las otras mujeres. Ahora sus caras resplandecían de felicidad diciendo:
_ ¡Ha resucitado! ¡ha resucitado!
_La cola _pensó el conejito. Y se sentó al pie de un árbol, para resistir a tanta alegría.
Se tuvo que levantar inmediatamente porque algo le incomodaba… ¡era un precioso huevo!
Se fue a sentar al pie de otro árbol. De nuevo la incomodidad… ¡otro delicioso huevo de chocolate! _La cola _pensó.
El conejito comprendió lo sucedido. Había pasado una oreja, otra oreja y la cola; eso eran tres días, y el amigo había resucitado.
Y era él mismo, Blanquito, quien estaba poniendo esos huevos de chocolate.
Entonces se apuró. Corrió al pie de un árbol y se sentó. Puso un huevo.
Corrió a otro árbol. Otro huevo.
Y así de árbol en árbol, fue depositando exquisitos huevos de chocolate, por todo el monte.
Pronto llegaron los niños a jugar.
Uno gritó:
_ ¡Ha resucitado! y era que había encontrado un lindo huevo de chocolate.
Después otro gritó:
_ ¡Ha resucitado!
Y todos gritaron:
_Ha resucitado! _porque cada niño había encontrado un huevo de chocolate.
Adaptación e imágenes de Marta Díaz Petenatti- Abril 2009.
Comentario
También a vos, querida Martha mi agradecimiento, es sólo un cuentito para esos seres tan preguntones y con tanta imaginación. Besitos
Gracias querida Maigualida es sólo un detallito para los más bajitos,"los niños"
Cariños para vos
Dentro de pocos días se celebra el día de Pascua. Como es costumbre se intercambian huevos de pascua de chocolate. Acá pongo una pequeña leyenda para entretener a la gente menuda que he bajado de internet y le hice algunos cambios, adaptaciones y puse algunas imágenes para entusiasmar la prodigiosa mente de los niños.
Un cariño para todos.
RED DE INTELECTUALES, DEDICADOS A LA LITERATURA Y EL ARTE. DESDE VENEZUELA, FUENTE DE INTELECTUALES, ARTISTAS Y POETAS, PARA EL MUNDO
Ando revisando cada texto para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.
Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.
http://organizacionmundialdeescritores.ning.com/
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