Segundo capítulo
Les ordené a mis compañeros seguir las pisadas de la manada. Así lo hicieron. Eso sí, en forma lenta para aumentar la distancia que nos separaría de ellos, evitando no despertar atención.
Fue mi intención, y la verdad no entendí entonces ni más tarde el porqué, ¿De donde provenía ese afán de seguirlos? No importa, me contesté, continuando sin saber qué nos depararía la curiosidad.
Los caninos en lo suyo y yo detrás. Avanzamos un largo trecho, se paraban y husmeaban.
Los noté desconcertados -¿Qué pasa muchachos?- Iban y venían, de aquí para allí, hasta que Hércules se metió entre dos grandes rocas por un angosto desfiladero de no más de de un metro de ancho.
Desapareció de nuestros ojos. – ¡Búscalo Cleopatra!- le ordené, ella sin titubear, también desapareció entre las rocas.
Caminé una veintena de pasos tras ellos, al final del desfiladero mis perros me aguardaban, a nuestro frente un cuadro inimaginable: a un nivel un poco inferior se apreciaba un pequeño manantial.
El agua cristalina, se espejaban los árboles en su esplendor. En uno de los bordes tomaban a sus anchas la familia de ciervos. Alrededor arbustos, frutales, una hierba suave cubría como alfombra todo el terreno: el sol allí en su pedestal alumbraba todo aquél paraíso escondido.
Los perros estaban semi al descubierto ayudados por una roca, apenas se asomaron para espiar lo que más abajo ocurría. Yo, me resguardé tras un árbol, evitando ser visto por la manada. Observamos, largo rato, dicho sub-realista panorama.
Uno de los cervatillos fue el único que se percató de nuestra presencia; saltando a brincos se acercó, creo que para jugar con los perros. Una de las hembras, muy posible la madre, levantó la cabeza, lo buscó con la mirada, y vino tras él, curiosa y preocupada por el retoño. Al vernos se paró en el lugar sin saber lo que hacer, hizo escuchar un ruidillo casi imperceptible: el jefe levantó a su vez la cabeza, estudió el terreno y a pasos rápidos se acercó a nuestro grupo.
Los perros al asustarse empezaron a ladrar. Traté de calmarlos, fue en vano. El pequeño ciervito al acercarse su madre corrió hacia ella, tropezó y comenzó a rodar como una pelota; ella, despavorida, corrió tras él.
El macho se cuadró frente a mí, atestiguando una posición indudablemente amenazadora. Inclinó la cabeza de tal modo que las puntas de sus magníficos cuernos quedaron a milímetros de mi cara.
Conocedor de dicha posición, preámbulo al ataque, no perdí más tiempo, retrocedí en forma lenta introduciéndome en el desfiladero conocido, traté de sacar ventaja, una vez del otro lado corrí una piedra de singular tamaño para obstruir un poco la salida del pasadillo. Así lo creí en un principio, para tener tiempo en decidir mi próxima maniobra.
Pero al llegar el ciervo jefe, viejo en experiencias, embistió agachando su cabezota haciendo saltar la piedra como si de una pluma se tratara.
Para entonces yo había alcanzado subir a una rama alta de uno de los árboles cercanos, tapándome con unas ramas para pasar desapercibido. El ofuscado animal caminó unos pasos, y al no ver ni escuchar sonido alguno, volviose sobre sus pasos, desapareciendo de mi vista. A los pocos minutos reaparecieron mis amigos, asustados, con el rabo entre las patas; al no verme comenzaron el camino de regreso sin darme tiempo a llamarlos desde mi escondite.
No quise siquiera chistar por temor a que se escuche, razón por la cual espere unos instantes, y también yo volví al sendero conocido en busca de mis compinches.
Descendí a paso rápido, recién a la media hora conseguí alcanzarlos. Me saludaron a su forma, dos o tres lambetazos; tomamos un poco de agua, buena falta nos hacía.-Qué susto pasamos muchachos, eh!- Los calmé agregando: -Pueden estar tranquilos, ya pasó todo, ahora vamos a casa, por hoy es suficiente.
Al distinguir la cabaña, apreté el paso; los perros se largaron a correr. Unos metros antes del puentecito apareció Mechón, al vernos comenzó a correr a nuestro encuentro. ¡Qué alegría! se tocaron, empujaron, subieron uno sobre el otro.- Vamos muchachos, vamos, prepararemos algo de comer, bien lo merecemos todos.
Más tarde, mientras estaba dormitando en el banco de la entrada, un ruido raro me llamó la atención. Decidí averiguar el motivo. Estudié el terreno, inclusive fui a echar un vistazo a la parte trasera.
Al volver me encontré parado, en todo su esplendor, al ciervo jefe frente a la cabaña, acompañado por su prole, detrás de él.
Evitando movimientos bruscos, traté de prevenir a mis compañeros, pero ninguno de ellos estaba a la vista. No comprendí, en el primer momento la causa de tan inesperada visita. Como era de suponer los únicos que se acercaron a la casa fueron los cervatillos, subieron la corta escalinata, atravesaron la galería y como invitados entraron al interior; más que seguro, pensé, en busca de comida.
Pero a los pocos instantes comprendí mi error: sencillamente querían a los perros para jugar. Se escucharon ruidos de sillas al caer, suaves ladridos, a los pocos minutos salieron los cinco atropellándose y tratando de ser los primeros.
Los pequeños se fueron a resguardar debajo de su madre, de pronto mis perros recapacitaron, tomaron conciencia de la situación, frenaron en su corrida, sintieron su inferioridad, pero era tal el impulso de la carrera que patinaron en la hierba quedando los tres estirados y despatarrados, casi debajo del jefe de familia.
Éste inclinó su cabeza, los observó con un poco de sorpresa, los husmeó y como ignorándolos se acercó a sus sucesores, les pegó sendos lambetazos, exhaló un suspiro; me miró detenidamente, a sus hembras y dio marcha atrás, su familia sin dudarlo lo siguió.
-¿Les gustaron las visitas? ¿Están contentos? Ellos movieron en forma efusiva sus colas, diciendo: ¡Sí, y mucho!
Créase o no, como si esto hubiera sido extraído de un libro de cuentos infantiles, o de una película de Disney, las sorprendentes visitas se reiteraron.
CONTINUARÁ
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Comentario
ELÍAS y CRÍSPULO, los estoy esperando en el tercer capítulo, ¿vienen?
Muy interesante amigo Beto, sigo la lectura
RED DE INTELECTUALES, DEDICADOS A LA LITERATURA Y EL ARTE. DESDE VENEZUELA, FUENTE DE INTELECTUALES, ARTISTAS Y POETAS, PARA EL MUNDO
Ando revisando cada texto para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.
Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.
http://organizacionmundialdeescritores.ning.com/
CUADRO DE HONOR
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