Quinto capítulo
Entramos todos a la cabaña.
Llovió todo del día.
Recién a la mañana siguiente nos atrevimos y salimos a tomar un poco de aire puro.
Como primera medida me dirigí a inspeccionar mi construcción.
No salí del asombro: el agua corría encauzada y ni siquiera una gota consiguió filtrarse.
Decimos salir a caminar por las cercanías, preferí no alejarnos pues al revisar la herida, aquella mañana, no obstante no goteaba, la venda apareció impregnada de sangre. No quise correr riesgos.
Empezamos nuestra marcha, caminamos un rato hasta que escuchamos un alarido. Y otro más cerca, y otro... Enfilamos hacia el lugar de donde provenían los aullidos.
De improviso, silencio. No supimos para que lado avanzar. La damita Cleopatra se introdujo en unos matorrales y a los pocos instantes reapareció indicándome seguirla. A escasos metros nos señaló un pequeño pozo, producto seguro de la copiosa lluvia del día anterior.
En el fondo alcanzamos a distinguir a un cervatillo, con todas sus fuerzas intentaba alcanzar el borde, era muy resbaladizo y chillaba desesperado.
Acercándome y con ayuda de la soga que siempre llevaba en mis caminatas, formé un lazo con el cual trate de enganchar algunas de las patas del pobrecito.
Estaba ocupado en ello, los ladridos de los perros interrumpieron mi ocupación.
No era para menos: de entre la vegetación apareció nuestro amigo, el ciervo jefe.
La preocupación y el apuro se reflejaban sin duda en sus fauces llenas de espuma. Yo sin moverme, los míos hicieron lo propio, sin necesitar ninguna orden.
El susodicho se plantó ante el pozo, echó un vistazo e inclinándose trató de introducir sus cuernos para que sirvan de apoyo al caído. Varias veces lo intentó, fue en vano.
Comenzó a pronunciar una serie de gritos que se escucharían a cientos de metros a la redonda. Deduje que eran pedidos de ayuda a sus compinches que deambulaban por la zona.
Rápidamente cambio de idea, acto no común en esta raza, cambiando por aullidos de dolor y queja.
Mostré una completa indiferencia ante su presencia, continué en lo que fui interrumpido.
Luego de no pocos intentos, cumplí mi cometido y elevé al pequeño a la superficie. Desenganché el lazo y salió corriendo hacia el bosque. El padre me miró a los ojos, rascó unas veces el suelo con las patas delanteras...inclinó y elevó la cabeza otras tantas, y desapareció.
Mechón, como dudando, lo siguió unos metros, volviendo al grupo rápidamente.
Todos juntos, como siempre, regresamos a la cabaña. Nuevamente comenzaba a llover.
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*Registrado/Safecreative N°1007216885130
*Imágenes de la Web
Comentario
Que lindo,, sabes es muy agradable leerte amigo Beto, Shalom
RED DE INTELECTUALES, DEDICADOS A LA LITERATURA Y EL ARTE. DESDE VENEZUELA, FUENTE DE INTELECTUALES, ARTISTAS Y POETAS, PARA EL MUNDO
Ando revisando cada texto para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.
Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.
http://organizacionmundialdeescritores.ning.com/
CUADRO DE HONOR
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