"No estamos solos en el Universo, pero ellos tampoco", novela, 380 p.

   Sobre la superficie de Grotas-Firit se alza una torre de una altura terrorífica; y con esta última reseña queda estampado el nombre de la base, en lenguaje de los mamíferos.

   Sus técnicas de construcción se encuentran radicalmente diferenciadas a los edificios que en estos tiempos todavía se pueden encontrar sobre la superficie del planeta Tierra. Aquí, ésta se eleva a la manera de lo que a simple vista podría considerarse como un inmenso monolito cuadrado, en un único bloque. Como excavadas, en su interior se encuentran la mayoría de las estaciones de control de ese inmenso mundo artificial.

   Vista desde el interior de un telescopio terrestre, se la podría considerar naturalmente como una sencilla roca monolítica cuadrada; eso sí, de tamaño titanesca. Pero en todo el universo es sabido que fundiendo la roca en el vacío se consiguen estructuras cristalinas diez veces más duras que el mejor de los aceros de entre los humanos mamíferos; e infinitamente más inalterables al paso de las edades. Es así que para quienes se encuentran en su interior, las paredes cristalinas añaden al panorama abierta al universo una muy curiosa sensación de infinito; son perfectamente transparentes, y están construidas a igual que la mayoría de sus túneles gracias la tecnología de fusión de la roca. A la manera por la que son fundidos nuestros objetos en cristal.

   Es más: esta tecnología de roca cristalina permite convertir a simples paredes en una especie de inmensa pantalla para una variedad infinita de funciones.

   Este tipo de tecnología arquitectónica existe ya en el planeta Tierra.

   Ha sido cedida generosamente desde tiempos remotos por quienes hacen uso de ella, quienes a su vez la recibieron de otros. En una cadena que se hunde en las profundidades de los tiempos. Una cadena que se aferra en su comienzo al insondable mundo de “Los Antiguos”, perdidos en el fondo de las edades… quienes son el principio de todo lo hoy originado.

   La Sala Central de Navegación de la base se encuentra en la misma cima de la torre. Su objetivo principal consiste en evitar que varíe su revolución entorno al planeta madre, del que realiza una rotación completa cada siete horas terrícolas… y también el alejar alguna nave extraña, portadora de posibles poderes de destrucción atómica. ¿Por qué una Sala Central de Navegación, sobre una simple luna? Quizás algún telescopio podrá aclararlo una noche. Aunque habrá de ser quien lo otee independiente y muy valeroso.

   Por lo de pronto, dado que ya apremia el tiempo, dado que los pulpos Crakien se encuentran a punto de invadir el último espacio vital de los pacíficos Aeloiim, no cabe espacio sino únicamente para cavilar la forma de impedir que lograran alcanzar esto últimos reductos.

   Y es que hacían su entrada en la Sala Central de Navegación el Arrut-Kán de la nave, seguido por sus dos últimos reclutas. El primero perfectamente impasible. Los otros dos inmensamente maravillados por la panorámica sobre el exterior que transmitían las paredes. El trío fue recibido gravemente a la manera de los mamíferos por el Asaz-Kán Aeloiim responsable de las sofisticadas instalaciones:

   -. Loados seáis, oh Arrut-Kán. Así como vos, oh buen comandante Contreras y sabia agente Andrade. Os estábamos esperando. Vuestra presencia en esta base siendo considerada a nuestros ojos a la manera de un pozo de regocijo. Sabed que el apoyo que estáis a punto de prestarnos en de gran valor estratégico para nos, che.

   ¿De dónde habría sacado todas esas expresiones ese tipo? Los dos agentes se encontraron inmediatamente un tanto desconcertados para responderle.

   -. Lo… loado seas, oh tío.

   -. ¿Qué, cómo les va la cosa por aquí?

   El Asaz-Kán intentó ser amable:

   -. ¿Han pasado bien la cuarentena en nuestra base?

   Lo que desconcertó aún más a agentes, que todavía no habían cumplido sus treinta años de edad.

   -. Bueno… pues todavía no.

   Su respuesta desconcertó impasiblemente al Asaz-Kan, quien solicitó de forma telepática explicaciones al comandante de la nave vimana. El Arrut-Kán le contestó a través de una imagen telepática de su misma confusión, mostrándolo que no había recibido queja alguna de los dos nuevos aliados mamíferos y que más bien estos tres días de inactividad forzosa lo dedicaran a sus ridículos ritos del placer y de la ira. De sus risas mientras ganaban una partida a las cartas y de la ira poco después en cuanto perdían la siguiente partida.  

   Una veintena de técnicos Aeloiim ocupaban esa inmensa parte de las instalaciones, repartidos por todas partes, e impasibles a su presencia. Tres otros técnicos al físico idéntico al de los consumidores humanos mamíferos cesaron curiosos sus quehaceres, para observar a los recién llegados con curiosidad. Estos eran altos, elanzados y muy rubios, de un corte de pelo que les hacía semejar oficiales soviéticos.

   -. ¡Mi maaadre… -gritó la agente Andrade observando admirativa la superficie de la base a través de una de las paredes transparentes, muchos kilómetros más abajo- se ve guay, desde aquí!

   Su grito y su arrebato causaron un remolino de impasibles quebraderos de cabeza entre algunos técnicos de navegación presentes. Después de una larga puesta a punto telepática, el Asaz-Kán que los recibiera pudo finalmente vocalizarle a la agente:

   -. Agente Andrade, che, después de haber controlado minuciosamente la totalidad de nuestros sistemas exteriores, le podemos aseverar que vuestra madre no puede encontrarse ahí afuera, sobre la superficie de nuestra base. Sepa usted que sin un equipamiento adecuado la temperatura exterior la momificaría al instante; además que al exterior de nuestra base no existen gases oxigenados para limpiar su sangre de los pulmones.

   “Pero no es de descartar que se halle en la superficie del planeta Marte, que vos puede ver al frente, dado que dos colonias de consumidores mamíferos de la Tierra viven allí desde cerca de cinco cientos de Lunes. Sus nombres son “Adam” y Eva”; pero es imposible que vos lograra distinguir a su madre desde aquí, desde nuestra torre, a una distancia de varios miles de sus propios kilómetros.

   Al fondo, la terrible herida estampada sobre la faz del planeta creaba una sorprendente sensación de inquietud; aunque magnífica era su visión. Además, a través de la pared transparente los ojos de la agente podían merodear sin otra meta que el infinito.

   -. Señora Andrade…

   Su jefe de coche patrulla ya la atraía a la realidad:

   -. …en cuanto usted guste, podremos por fin empezar.

   -. “Jo, caramba con estos tíos… –comenzó a refunfuñar por lo bajo Mari-Chus, retornando hacía los tableros centrales de control.”

   Porque ante una de esas paredes transparentes de comunicación era esperada la agente Andrade.

   Siendo telepates los Aeloiim, había sido muy complicado configurar los parámetros de la pantalla para los ojos de dos simples humanos mamíferos. Y así comenzó por explicárselo uno de sus técnicos. Uno calzado de una funda bien verdosa, encargado de las explicaciones:

   -. No ha sido fácil, pero hemos conseguido reconfigurar los parámetros de la ordenación de Grotas-Firit, con el fin de que su mental simple consiga comprender cómo se presenta su estructura…

   Contreras no pudo retenerse de lanzarle una ojeada hacia su camarada, solicitándola en tono comedido de una pregunta:

   -. Señora Andrade, ¿usted ha entendido algo de lo que acaba de decir este chaval en pijama verde gris?

   -. Sí, poco más o menos. Me parece que de una manera muy científica nos acaba de tratar a los dos de algo así como “flojos de la mollera.”

   -. …en tres dimensiones, para facilitarles su apreciación. En definitiva, Grotas-Firit se les puede prefigurar a vos, oh sabios consumidores mamíferos, como una de sus ridículas “patatas”; aunque inmensa, che. En principio nuestra base se trataba de una mera inmensa roca recuperada en el espacio. Pero que su interior ha sido excavado y terreformada por nosotros con técnicas de cristalización, con el fin de poder acoger nuestra actual tripulación Aeloiim.

   “Sepan además que nos sería posible desplazarla a cualquier lugar del universo. Nos bastaría para ello con deslizarla detrás de alguna cometa errante y dejarnos llevar detrás de su trayectoria. Así lograríamos evitar cualquier tipo de confrontación desafortunado con un cuerpo interestelar que cruzara nuestra vía.

   Concluida la introducción, el técnico de las explicaciones removió ciertos cristales ante él, y la “patata” se volvió perfectamente translucida, dejando al descubierto una infinidad de instalaciones internas, que la recorrían al modo de venas de supervivencia. Estas unían concavidades a modo de “órganos”, a la nomenclatura complicada, que aparecían en sus instalaciones más profundas.

   -. Habréis de saber que desde las profundidades de los tiempos siempre aparecieron inexplicablemente en el interior de nuestras instalaciones infinidad de seres de otros módulos de vida; así como otros gérmenes de vida espontanea…

   El impasible Aeloiim se detuvo después de anunciar “vida espontanea”, sabiendo que esas dos frases juntas de ordinario alzaban entre los mamíferos humanos una avalancha de replicas. Así ocurría con todos los Ruimi, cuando él alzaban estas cuestiones de aparición de generaciones espontaneas. Pero el Arrut-Kán de la nave en informarle:

   -. Estos dos, se trata de dos sencillos Asaurii. PROSIGA.

   -. COMPRENDIDO –le respondió el técnico de las explicaciones-. Por tanto, los Crakien son seres que pululan nuestras instalaciones desde el fondo de los tiempos. Son seres plurifacéticos con la capacidad de sobrevivir en mullidles sistemas. Y son seres sensibles; a ese propósito, vos sois los únicos en la galaxia que han hecho de ellos su alimento.

   “Se cuelan por todas partes, como los gatos y los perros errantes entre los consumidores humanos de la superficie terrestre. Los Crakien en su planeta viven en aguas saladas, y ustedes lamentablemente los adoban con ajo, pimienta y aceite y se los comen.

   “Nuestro problema con estos seres comenzó hace tres de sus grotescos años atrás. De forma que todavía no acabamos de comprender, alguien ha introducido en nuestra base una nueva variedad genéticamente modificada. Y muy voraz. Estos últimos poseen un alto sentido gregario que le impulsa a agruparse en gran número para atacar a los todos seres humanos, a los que nos consideran como una competencia en su ecosistema. El resultado…

   La “patata” sobre el gran cristal de comunicaciones apareció de repente coloreada en diferentes tonalidades. Una rojiza, ocupándola prácticamente en su totalidad. Y otra verdosa, con un cinco o diez por ciento restante.

   -. …es aquí la parte roja, que los pulpos Crakien han asimilado a su propio ecosistema, arrebatándonosla. La parte verde, es la zona en la que todavía nos encontramos en seguridad.

   Los dos agentes se sobrecogieron:

   -. ¡La leche!

   -. ¡Mi madre…! ¿Y nadie les ha prestado ayuda –se inquietó Mari-Chus?

   -. Escasa. La única ayuda provino del voluntarioso Hombre Dragón Waiawa, y nos fue de gran socorro. Nos permitió refortalecer alguno de nuestros frentes, pero sucumbió en combate durante un problema surgido cuando arrebatábamos a los invasores una de nuestras unidades móviles cargadas con abastecimiento. Varias docenas de miles de Aeloiim han sucumbido igualmente estos tres últimos años, en la lucha despiadada que les libramos; y sus almas son obligadas de permanecer encerradas en estructuras cristalinas. Porque los caídos en combate no pueden ser reencarnados, porque ya no disponemos del espacio vital suficiente para poder manufacturarlos de nuevo sobre un cuerpo orgánico.

   “En lo concerniente a los invasores con metabolismo Crakien, han de saber que poseen una estructura ADN compleja. Son capaces de emitir un líquido capaz de desestabilizar nuestras células de la piel humana. Y, lo más asombroso, es que son poseedores de la facultad de mimetización con cualquier ser viviente: si consiguen introducir uno de sus gruini, sus huevas, en su cuerpo, generalmente lo consiguen por la bosa, ésta tiene la peripecia de absorber rápidamente el código genético y una parte del mental remanente, lo que vos los consumidores mamíferos llamáis xxx“poltergeist”, y convertirse ellos mismos en una copia conforme de su huésped. En lo que hemos llamado “Transformos”.

   Contreras y Andrade parecían cada vez más confusos.

   El técnico de las explicaciones pensó que sería útil detenerlas; aunque no lo hizo antes de asentarles una estocada final, por medio de una primera pregunta:

   -. En tanto que técnico del mantenimiento del orden público en su planeta: ¿Cuál es su apreciación acerca de nuestro problema, oh sabio comandante Contreras?

   -. Bueno… ¡pues que todo esto es la releche, oh chaval!

 

   Justo cuando se disponían a salir del ascensor, el agente Contreras realizó un gesto repentino de contradicción deteniéndose ante la puerta.

   -. ¿Qué ocurre?

   Se inquietó la gente Andrade, a su lado.

   -. Caray, con todo esto me olvidé… de preguntarle a qué horas eran…

   -. ¿A qué hora lo qué? No, no me lo digas… ¿tus partidos de fútbol, eh? Porque tú vas y cuando te preguntan al final, en tanto que “comandante Contreras” de todos este rollo, si tienes una última pregunta y lo único que se te ocurre, es enterarte si puedes asistir en su pantalla gigante a la retransmisión dominical de tu equipo de fútbol favorito…

   -. Y usted… Y usted, que le hizo remover la pantalla a la inocente criatura de la funda verdosa durante un cuarto de hora, rebuscando por todas partes sus cuadros favoritos del Museo del Prado. Esos cuadros que además ya los tiene usted a su disposición en la biblioteca del cuartel.

   -. No es la misma cosa, verlos allí en grande. Con todos sus detalles.

   -. Jaaa ja jaaa… de todas formas, así ya no volverán a fastidiarnos más con sus teorías del género “generación espontanea”…

   -. Porque una no sabe qué es eso de las generaciones tales, que va y ya la alumbran a una como una idiota. Oye, ¿tú comprendiste algo acerca de esos “Transformos”?

   -. Sí… que les causan trastornos…

   -. Jeee je jeeeje…

   Salieron de una especie de ascensor que les trajera de la gran torre, para adentrarse en los más profundos reductos subterráneos de la base. Cada uno de los agentes disponía ahora de una pequeña tableta de comunicación, con todas las indicaciones necesarias para guiarse a través del laberinto infinito que se abría ante ellos.

   Pronto cruzaron las primeras salas escavadas en la roca. Observando sus paredes de cerca, se podía fácilmente constatar que algunas de ellas habían sido como seccionadas por medio de una alta tecnología. Su corte se presentaba liso como en grandes espejos, como si hubieran sido cortadas por un sofisticado de rayo laser. En otras salas, las paredes parecían haber sido fundidas, formando en su superficie una singular estructura cristalina que la mano resentía con dulzura y el ojo apreciaba por su resplandeciente brillo multicolor.

   Como previsto, alcanzaron un primer túnel principal de comunicación.

   Estos túneles de comunicación se presentan como amplias vías de un diámetro redondeando la docena de metros, ovalados, con dos monorraíles cristalinos en paralelo que se persiguen hasta el infinito. Estos monorraíles permiten el deslizamiento de móviles de transporte o de abastecimiento, y no siempre en direcciones opuestas. A los costados del túnel se aferran gran cantidad de tubos que conducen líquidos y gases, y los apreciables cables de comunicación de fibra óptica. Son éstas las venas y los nervios de la información de Grotas-Firit. No existen aquí sistemas de alumbrado, sino que las mismas paredes parecen hacer oficio de conducir una luz tenue.

   Unas paredes lisas hasta el infinito, de reoca fundida, que brillan a la manera de espejos extraños, de un resplandor multicolor con semejanza a un inmenso juego de luces.

   Al túnel de comunicación principal, sobre uno de los monorraíles se asentaba esperándoles uno de esos veloces móviles a suspensión magnética de mantenimiento. En su interior, unas pequeñas figuras los observaron llegar, impasibles. Los dos agentes hubieron de instalarse en la parte trasera del vehículo. Los cinco Aeloiim allí presentes presentaban menos verdosos que sus demás camaradas de la torre, o los técnicos de las vimanas. De una tonalidad prácticamente gris corriente; gris currante, según los viejos cánones vigentes entre los demás humanos terrestres.

 

   Después del breve xxxbrieffing recibido en la gran Sala Central de Navegación, tanto el técnico Aeloiim verdoso sabelotodo, como el Arrut-Kán de su nave y El Asaz-Kán de las instalaciones encontraron infinidad de problemas urgentes qué solucionar; seguramente para no encontrarse en la obligación de acompañar a los dos agentes de la guardia civil ante los Crakien, los pulpos asaltantes, y los demás peligros que encerraba la base. Dejando allí arriba patente para estampa, que no es porque uno es pequeño e inteligente que de repente ante el peligro habrá de convertirse en un gran tonto.

   El móvil electromagnético sobre el monorraíl arrancó de forma instantánea, movido con una prodigiosa aceleracion.

   No cupieron presentaciones entre los siete desconocidos, a las usanzas de la Tierra. Fueron únicamente intercambiadas las órdenes recibidas por cada uno de los dos bandos y una vez aclarada la situación técnica, en la singular expedición reinó el silencio. Los Aeloiim, por otra parte, siendo telepates.

   Los siete viajeros fueron catapultados a través de la base a prodigiosa velocidad.

   Durante su trayecto, los agentes pudieron descubrir entre la penumbra centrales gigantescas, desérticas de vida humana, donde maquinas sofisticadas se removían en un afán de creación infinita. Les cinco Aeloiim les indicaron que todas eran pilotadas de forma automática, desde la cúspide de la gran Sala Central de Navegación. Las entrañas de Gotas-Firit semejaban un organismo artificialmente vivo, atravesados por centros neurálgicos de comunicación, distritos de abastecimiento, de reciclado de desechos. Salvo que la mayoría de estos organismos se encontraba a la altura de la desmesura, funcionando prácticamente en autarquía.

   Aunque entre aquellas que todavía podían ser visitadas, por la oblación de otras a las que se encontraban interconectadas se encontraban inoperantes.

   En otras palabras: ¡Era el principio del final!

   -. Nuestra producción ha descendido a niveles insuficientes –les fue asegurado-. Desde hace una veintena de Lunes vivimos de nuestras reservas. Ya demasiadas instalaciones se encuentran en terreno Crakien, al acceso difícil.

   -. Y muy peligroso.

   Después de un largo recorrido, su móvil a suspensión magnética se detuvo en lo que parecía una sala pequeña de transición. Allí hubieron de descender los siete.

   -. Ándenles. Nos dirigimos hacia una de nuestros móviles de abastecimiento, varado en el interior de un túnel de comunicación. En él se encuentran muchos productos indispensables a nuestra supervivencia. Durante nuestra última operación fuimos obligados a abandonarlo porque caímos en medio de un grupo numerosos de pulpos Crakien.

   -. Ándenles, nuestra primera operación conjunta consistirá precisamente en rescatar esa unidad móvil, che.

   Contreras alzó su temible fisil en alto, en un gesto afirmativo; confirmando marcial:

   -. Andémosles, pues.

 

   La sala de transición ya se encontraba invadida por el enemigo.

   No eran numerosos. Los Crakien deambulaban aquí en solitario, sin aparente plan concertado. Observándolos de cerca, los agentes no encontraron en ellos diferencia alguna con los pobres cefalópodos untados en ajo, pimienta y aceite que reconfortaban los paladares en las tabernas de su planeta. Cuando se encontraban solitarios, la timidez primitiva de los pulpos les aspaventaba de los siete expedicionarios. Aparentemente, según sus guías, eran en grupos compactos que constituían una verdadera amenaza.

   Sin dificultad relevante, los expedicionarios atravesaron una serie interminable de pasadizos hasta alcanzar un nuevo túnel provisto den dos monorraíles; de características idénticas al que habían abandonado su móvil electromagnético. Curiosamente, durante el trayecto los Crakien no habían sido una amenaza; o quizás considerándose ya los amos de la base, les permitían paso franco para ejecutar alguna delicada misión que incumbía a esos curiosos bípedos de mantenimiento.

   Los dos agentes podrían encontrarse reconfortados por la pasividad de sus enemigos, si no fueran surgiendo a cada instante todo tipo de problemas xxxinsurmontables. Mientras se desplazaban a través de la larga galería, detrás de los cinco grises de las profundidades:

   -. Nos ha sido comentado telepáticamente que ustedes los humanos mamíferos consumidores han sembrado toda la superficie del planeta Tierra de sus carreteras de petróleo, para sus carretas con ruedas, y que funcionan con petróleo y que van a acabar por contaminar la atmosfera y consumir la totalidad del oxigeno. ¿Cierto ello, che?

   -. También es cierto –le confirmaba de nuevo Contreras.

   -. Es increíble, vos son una amenaza superior a la de los Crakien.

   -. También es cierto.

   -. ¿Y es cierto que vos mantenéis en esclavitud cientos de millones de vacas, únicamente para beberse su leche, como si vos fuerais sus becerros?

   -. También es cierto.

   -. Prodigioso, che.

   -. Sí, prodigioso. Si no me lo dice aquí un mamífero jamás lo hubiera creído posible.

   -. Si comer cereales y legumbres es mucho más civilizado y sano, oh Contreras. Y además evita muchos problemas para la salud y podrán vivir más viejos.

   -. Decidme, oh mamífero Contreras: ¿Y es cierto que vos disponéis en la superficie del planeta de cárceles con miles de millones de gallinas, cabras, ovejas, vacas, cerdos, gansos, patos, peces, que los engordáis para coméroslos?

   -. ¡También es cierto –comenzaba a exasperarse su interlocutor!

   -. Increíble. Ciertamente vos sois mucho más peligrosos que los Crakien para la armonía del universo.

   -. La releche, señora Andrade… ¡qué aparezcan rápidamente los bichos esos para poder pegar cuatro tiros por ahí, sino a mi aquí, con estos cinco, me va a dar un ataque!

   -. Va, cálmate cálmate. Los tíos siempre os vais impresionando por cualquier cosa.

   Y uno de los Aeloiim en recordarles:

   -. Che, cuídense de no disparar sobre nuestros canales de comunicación de fibra óptica.

   Estos cinco Aeloiim grises, según les fuera anunciado, llegaran a convertirse en una especie de leyenda, en una especie de equipo de élite en su lucha contra la execración invasora. Ante las rápidas acometidas de la peste que inundaba sus instalaciones, pese a su andar torpe, sus escasos reflejos, estos cinco encontraran la contrapartida en una astucia inusitada. Haciendo uso de métodos fuera de norma, consiguieran, sino detener, lo que parecía improbable, sí retener de forma duradera su avance. Su ingenio les llevara a modificar el uso normal de sus simples herramientas, para convertirlas en terribles armas letales.

   Ya a su primer encuentro no saludaran a los agentes a la manera impasible de los pequeños hombres grises, sino como veteranos endurecidos recogiendo en el interior de su móvil un par de reclutas. Incluso parecieran mirar a los dos guardias civiles de forma impasiblemente despectiva.

   Contreras consultaba su tableta de comunicación, insinuando así encontrarse ocupado.

   Cada agente había recibido un módulo de posicionamiento, insertado en su tableta de comunicación. Era a través de un complicado proceso de cálculo que se lograba posicionar a los invasores en las pantallas del calculador central y éste distribuía la información a la demanda. De esta forma ambos agentes podrían así recibirla en tiempo real. Conocer la posición del enemigo no es una ventaja inestimable

   -. El Waiawa era un guerrero eficiente, che. Fue de pésima suerte que fuera infectado en el combate.

   -. Durante casi treinta Lunes de tiempo su aporte fue decisivo.

   ¿Significaba, acaso, que estos dos gigantescos recién llegados vestidos con el verdor de la alta jerarquía nunca conseguirían estar a la altura? Contreras llegó a solicitarles:

   -. ¿Cómo entonces es posible que vosotros cinco, por lo que se puede ver, nunca hayáis recibido un simple rasguño?

   ¿Un simple rasguño? ¿De qué hablaba ahora el nuevo?

   -. Nosotros cinco ya fuimos muertos por los pulpos Crakien.

   -. En el último combate al lado del valeroso Waiawa, tres de nosotros cinco murieron para colmatar la brecha, oh mamífero Contreras.

   -. Somos tres los impresos recientemente, después de nuestra muerte

   La agente Andrade no podía creer sus propias orejas:

   -. Entonces… es verdad lo que se decía allí arriba… que os podéis reencarnar de un cuerpo a otro, a voluntad…

   -. CORRECTO. Tras el disfuncionamiento del cuerpo, nos podemos reencarnar en otro después de cuarenta y nueve de vuestras ridículas horas terrestres. Mientras vos necesitáis de cuarenta y nueve días ridículos. El cuerpo físico es para nosotros lo equivalente de vuestros incoherentes vehículos que usan petróleo. Por ejemplo, nosotros cinco llevamos una media de ocho muertes y reencarnaciones desde el asalto de los pulpos tres de vuestros ridículos años atrás.

   -. ¿Y por qué no “reencarnar” un inmenso ejercito de Aeloiim?

   -. Ya éramos muy numerosos al principio. No obstante la cantidad de combatientes no favoreció la victoria, sino que entorpeció nuestra resistencia.

   -. Sabed que fue preferido por ellos –uno de sus largos dedos llegó a señalar el techo del túnel por el que se adelantaban, indicando un Aeloiim de un verdor superior al suyo propio que vivía en la cima de la torre- cuidar de la calidad, sobre la cantidad. Además hace trece Lunes de tiempo atrás hemos perdido unos de los centros principales de abastecimientos en plasma orgánico, por lo que la reconstitución de los nuevos organismos es ahora delicada.

 

   Caminaran durante una distancia considerable, sin otra crispación que la causada por sus impasibles guías, cuándo, de repente:

   -. Fíjate, Manolo…

   De repente ya no era el “comandante Contreras”. Porque de repente su pantalla de comunicación les posicionaba un gran punto rojo ante ellos, compuesto aparentemente por varios centenares de Crakien.

   Y uno de entre los Aeloiim en indicar:

   -. Sabed que nos encontramos muy cerca del lugar donde fuimos obligados a abandonar nuestra unidad móvil de abastecimiento.

   -. Seguid detrás de nosotros, oh consumidores mamíferos. Si nos encontramos aquí es para intentar recuperarla intacta. Pero este túnel ahora puede resultar una trampa extremadamente peligrosa para dos como vos.

   Otra vez.

   ¿Por qué peligroso para dos como ellos? ¿Era debido al color tan verdoso de sus uniformes, mucho menos gris que el suyo propio?

   Apareció a la vista el primero de los pulpos Crakien, a una veintena de pasos.

   -. Individualmente, ya pudisteis constatar que no son peligrosos –les indicó un Aeloiim.

   -. Y cuídense de no disparar con sus primitivas armas a explosión sobre los canales de fibra óptica. Su destrucción nos causaría una perdida difícilmente reparable.

   Ya arriba, en la sala de navegación, se les advirtiera de la importancia de no interrumpir las comunicaciones por inadvertencia, con los disparos de su fusilería. Pero aquí abajo, estos cinco se lo recordaban cada vez que asían en alto sus fusiles, es decir cinco por cinco veces cada cinco minutos.

   -. “Bien grandes de sus días, mas oh cuán truncados de abruptas y nocturnas…”

   La agente Andrade caminaba ultimando uno de sus poemas. Esta vez ya no para pasar el rato sino en un intento de disimularse a ella misma del mal rato al que se adelantaban.

   Alcanzando la altura del primer Crakien en solitario, este ejecutó un repentino movimiento de huida, para desaparecer finalmente detrás de la columna de monorraíl más próxima. Los expedicionarios prosiguieron, los dos agentes asiendo sus fusiles en posición para ser disparados… mientras que una decena de Crakien solitarios huían antes de su paso.

   Finalmente:

   -. Ahí está la naveta móvil que venimos buscando…

   No era el móvil a suspensión magnética que la agente señalaba al resto de la expedición. No precisamente.

   -. ¡Es increíble… son un montón!

   Varios centenares de pulpos Crakien se agrupaban en su derredor y aparentemente estos no se encontraban con la intención de huir a su llegada. A una veintena de pasos del aparato los cinco Aeloiim consideraron útil detenerse.

   -. No es prudente continuar avanzando, oh comandante Contreras.

   Porque éste ya los adelantaba, con la clara intención enfrentarse a la amenaza.

   Y ocurrió algo sorprendente: Del interior del vehículo salió una pequeña figura, primero; y dos más, inmediatamente después. Pese a la luminosidad tenue proveniente de las paredes, Contreras, quien se encontraba adelantado, pudo descubrir fácilmente sus formas. Se trataba incontestablemente de tres figuras Aeloiim… Tres Aeloiim inmersos entre la horda de pulpos salvajes, y sin sufrir consecuencia alguna virulenta. El agente sonrió para sus adentros, ¿se trataba de una pesadilla, o la peligrosidad de los Crakien no era más que una nueva especie de burla pesada?

   Optara por dirigirse hacia esos tres pequeños hombres grises sobre la plataforma móvil… cuando uno de entre los cinco que le acompañaban intentó suspenderle:

   -. No avance más, comandante.

   Pero si sus tres congéneres sobre la plataforma no parecían correr riesgo alguno.

   -. Comandante Contreras vuelva atrás.

   -. Manolo, ten cuidado…

   -. Venga venga… si no ve usted que estos aquí nos están tomando…

   ¿El pelo? Porque quienes sí parecían tomarle el pelo fueron los primeros Crakien que saltaron a gran velocidad sobre su cabeza…

   PAAAAN… PAAANNN…

   Fue la agente Andrade en realizar los dos primeros disparos, sobre la parte de la masa compacta que tomaba de asalto su camarada. El gran estruendo producido por esos dos primeros cartuchos destrozó algunos asaltantes, pero tuvo su principal mérito en desconcertar, en inmovilizar unos preciosos segundos el asalto. Unos preciosos segundos que el agente aprovechó juiciosamente para deshacerse de los cefalópodos que ya se aferraban sobre él; y ejecutar una retirada prudencial.

   PAAAN… PAN… PAAANN…

   Como los Crakien parecían recomponerse velozmente para caer sobre ellos, los agentes dispararon varias xxxandanadas de sus fusiles a cartuchos en un intento de detenerlos. Pero los asaltantes parecieron pronto inmunes al ruido de los disparos. Los cinco Aeloiim entamaron de huir, al tiempo que uno de ellos de bien indicar a sus dos aliados que ellos sí permanecían todavía en sus puestos:

   -. Cuídense de no disparar sobre los canales de fibra óptica. Su destrucción causaría una perdida difícilmente reparable para nuestras comunicaciones.

   Andrade y Contreras se agruparon entonces hombro contra hombro, replegándose ordenadamente; retrocediendo sin permitir que les saltaran encima. A un momento dado, Contreras extrajo algo de uno de sus bolsillos, indicando a la agente:

   -. Cuando yo le diga “tres”, láncese al suelo…

   Era una granada la que asía entre manos.

   -. De acuer…

   -. ¡Tres!

   -. ¿Qué…?

   BRRRAAAAAAUMMMM…

   Pero ya estallaba la granada.

   La agente Andrade se encontraba en el suelo, pero únicamente porque su camarada la precipitara con él a tierra. Se alzaron rápidamente para seguir retrocediendo, ésta todavía tremendamente sacudida por el fragor tremendo de la explosión. Pero surtiera su efecto: además de los destrozos causados entres sus filas, la parálisis del estruendo, muchos asaltantes yacían destrozados, mientras que todos los supervivientes se replegaban hacia el móvil inmovilizado.

   Los dos agentes también alcanzaban su distancia prudencial primaria; la estipulada en una veintena de pasos. Y salvo la presencia inusitada de los tres curiosos individuos sobre la unidad móvil, observándolos fijamente, el peligro parecía haberse momentáneamente alejado para ellos.

   Sus cinco aliados también se encontraban igualmente alejados. Y cada vez más. Y fue un Contreras contrariado en atraerlos hacia sus deberes:

   -. OIGAN, que su móvil está aquí…

   -. Pobreciños –se apiadó de ellos la agente Andrade-. Tienes que comprender que ellos no tienen armas con qué defenderse… Oye, y en lo de defenderse: me parece que dijiste que ibas a contar “uno”, “dos” y “tres” antes de lanzar la granada…

   -. No. Yo solo dije “tres”.

   -. Normalmente es “uno”, “dos” y “tres”. En la academia de la Guardia Civil se nos…

   -. ¿Ah, ahora se hace así en la academia? Nosotros aquí en este cuartel desde siempre a “tres” lanzamos las granadas…

   -. ¿Sí? ¿Y dónde, en el bar de Blas?

   -. ¿¡En el bar de Blas!? Qué vaaa… Bueno, sí. Pero sólo en dos ocasiones solamente. En fin, por lo que yo pueda recordar…

   A los anteriores gritos del agente, los cinco Aeloiim llegaban hacia ellos.

   -. ¿¡Lanzasteis granadas dentro del bar de Blas!?

   -. Pues claro. No vamos a tirarlas en la carretera sobre los automóviles.

   -. Mentira…

   -. ¿Se apuesta aquí los cafés, para cuando volvamos al cuartel?

   -. No, que igual me los pierdo.

   -. ¿Ve cómo es usted?, cuando sabe que va a perder sus cafés nunca los apuesta. Así tengo que ir yo por ahí siempre pagándoselos…

   Pero ya los alcanzaban los aliados. Y uno de entre ellos a inquietárseles, después de haber realizado un pequeño análisis telepático ante el controlador Aeloiim que manipulaba del ordenador central:

   -. Menos mal que vos no causaron desperfectos a las líneas de comunicación, suspendidas a lo largo de las paredes.

   “Oiga, que para cualquier tipo de desperfectos en la Guardia Civil tenemos un seguro privado que lo paga todo…” pensó en asentarle la agente; aunque sin atreverse a formularlo verbalmente.

   -. Descuide –le indicaba Contreras a sus aliados-, que en la Guardia Civil estamos asegurados contra todos los desperfectos materiales que causemos.

   -. Oye, si… si me lo acabas de quitar de la boca…

   -. ¿Qué… de la…? ¿Yo? No se crea: Se le habrá caído por ahí, porque como usted siempre va por ahí con la boca tan abierta… -le soltaba Contreras, todavía disgustado por todos sus cafés perdidos en las apuestas.

   En el primer balance del encuentro con los Crakien, gran cantidad de ellos yacían destrozados en el suelo. Pero situados de nuevo a prudencial distancia, los siete expedicionarios intentaban mejorar su estrategia de acercamiento. Aunque para los dos agentes de la guardia civil, cabía primero descifrar la incógnita de los tres hombres grises que los observaban impasiblemente desde la plataforma…

   -. Se trata de tres de nosotros -les explico uno de sus aliados.

   -. ¿Cómo es posible que entonces no les ataquen los Crakien?

   -. Eran tres de nosotros, que ahora son seres que llamamos Transformos. Son Tres que fuimos muertos sobre ese móvil, porque no pudimos huir a tiempo. Los Crakien implantaron sus gruini en el interior de nuestros cuerpos inertes, para que absorbieran nuestro ADN, recolectando de esa manera toda nuestra identidad. Una vez en estado de maturación, los gruini se desarrollan en la superficie, adoptando las mismas características morfológicas que el individuo a quien robaron su ADN. Aunque su personalidad vegetativa podría ser catalogada como la propia de un simple animal.

   -. ¡Mi madre, qué horror… esto es increíble!

   -. No sabemos nada todavía acerca de su madre, oh agente Andrade. Pero le puedo asegurar que por telepatía se nos indicó que el Asaz-Kán de la sala de control hace ya medio Lunes que ha enviado una vimana alrededor de la base para intentar hallarla, pero sin resultados hasta el momento.

   -. Entonces…

   Contreras no tenía dificultades en pensar que aquellas tres “cosas” ante ellos fueran unas meras copias Crakien de tres de sus aliados presentes:

   -. Entonces es posible… que circulen por… por la extraterrestrada toda, “gente” que en realidad… no sean quienes en realidad son…

   Uno de entre los cinco aliados no lo dudó:

   -. En la superficie de la Tierra les circula muchos así de parecidos, como Transformos. Son así todos sus políticos, y la mayoría de sus empresarios, y sus especuladores inmobiliarios, y sus fabricantes de medicamentos, y sus banqueros, y sus especuladores en cereales, y sus especuladores en bolsa, y sus petroleras, y sus multinacionales de informática, y sus…

   La agente Andrade se encontró en la obligación de acortarle en su lista:

   -. Está bien, cálmate cálmate… y déjenoslo ya. A ver si podemos apoderarnos del móvil ese dichoso y concluir con la misión todavía hoy por la fresca.

   -. Agente Andrade, ¿cree usted verdaderamente que un cambio de temperatura podría ser el causante de algún tipo de incidencia xxxcomportamental entre nuestros invasores?

   Pero era de nuevo Contreras en tomar la iniciativa:

   -. Oiga. ¿Sus… las tres copias de ustedes también tienen de su telepatía?

   -. Efectivamente. Podemos adentrarnos en el interior de sus pensamientos. Y ellos tres en estos instantes también conocen todas nuestras intenciones, lo que dificulta considerablemente poder destru… ¿Qué hace usted otra vez con otra granada? Tenga cuidado en no causar desperfectos en nuestras instalaciones de fibra óptica sobre las paredes, ¿eh?

   -. Lo siento por lo que voy hacer ahora… Porque esta granada es mucho más potente que la anterior. Esta está fabricada con pedrusconita, un material mucho más resistente que cualquiera de los aceros. Y lo siento verdaderamente, porque esta va a destruir irremediablemente en pequeños trozos su naveta móvil… Y va a cortar en cientos de trozos su fibra óptica… y destruir buena parte del túnel alrededor del móvil magnético…

   El pequeño hombre gris pareció perplejo:

   -. No es posible: ¿De qué mineral procede el pedrusconito?

   -. ¿De qué… el…? Ah, la pedrusconita… de los pedruscos. En castilla abundan por todas partes, sobre todo al borde de los caminos.

   -. No lo haga explotar entonces, che.

   -. No se preocupe, hombre. La Guardia Civil está asegurada por una compañía privada para este tipo de desperfectos. Ustedes serán reembolsados íntegramente.

   -. Claro –les pudo atestiguar la agente Mari-Chus-, como en la tele: con una sencilla llamada por teléfono, y en cinco años ya acude el tipo de la aseguradora privada para constatar los desperfectos.

   -. No debería usted decir cosas así, señora Andrade, recuerde usted que nosotros dos somos funcionarios del estado y…

   -. ¿…y se nos está prohibido decir la verdad?

   -. Comandante Contreras: No lance su granada tan potente. Nosotros podremos volver a reencarnados en nuevos cuerpos y a vos les pueden enviar aquí a dos nuevos agentes de su Guardia Civil, pero si el túnel se derrumba no estamos en condiciones de reacondicionarlo inmediatamente. Nuestro equipo técnicos se encuentra del…

   Pero ya un Contreras en lanzarla con fuerza. La granada saltó por los aires, revotó dos veces y se paró justo debajo del aparato de locomoción inmovilizado:

   -. ¡Cállese ya… y échense al suelo… que todo el túnel va a saltar por los aires!

   Los cinco Aeloiim se lanzaron impasiblemente, pero con gran rapidez, al suelo; en un intento de protegerse de una explosión que amenazaba de ser muchísimo más potente que la anterior. Permanecieron en el suelo agazapados, tapándose sus oídos delicados, abriendo ampliamente la boca para evitar el terrible efecto colateral sobre sus tímpanos…

   Pero pasados los primeros instantes, segundos, de espera, minutos…  no ocurría nada. Fue diez minutos más tarde que por telepatía se indicaron entre los cinco de alzarse; cabía aquí el efecto “broma” o “chiste”, al que los dos humanos mamíferos venían acostumbrándoles.

   Efectivamente. Una vez los cinco en pie, los dos agentes habían desaparecido. Pero el móvil a propulsión magnética permanecía en su sitio.

   Oteando por todas partes, no pudieron descubridlos, ¿se habrían marchado? Se encontraron con dos fenómenos parejos: Sí, se habían marchado; y no, porque no había ido muy lejos:

   -. Si ya están en pie, ya pueden acerársenos.

   Los dos agentes se encontraban en el interior de su móvil, inmovilizado sobre el monorraíl. Y uno de ellos ya los llamaba de acudir en su dirección.

   -. ¿Cómo han logrado apoderarse del móvil?

   -. ¿Por qué no estalló la granada?

   -. Suban los cinco rápidamente… -Les llamaba imperiosa la agente Mari-Chus- Antes de que reaccionen los Crakien y se vuelvan atrás.

   -. ¿Se han ido los Crakien?

   -. ¿Adónde se han ido los tres Transformos?

   -. ¿Por qué han huido todos?

   -. Han huido los tres con todos los pulpos Crakien para evitar ser destrozados por la explosión del móvil, por la granada tan potente que les lancé. Cincuenta de entre ellos murieron por los efectos de la explosión.

   -. ¿Es de su “chiste”? porque aquí yo todavía veo al móvil entero…

   -. No es el mismo móvil. Este es otro móvil nuevo, que acabamos de traer mientras estabais los cinco agazapados. El otro explotó, causando la destrucción de una cincuentena de los pulpos que no pudieron huir de él a tiempo… Señora Andrade, arranque esto de una vez.

   -. Hago lo qué puedo.

   -. ¿Es chiste suyo de nuevo? Porque no hemos oído ruido.

   -. Nuestras granadas más potentes al pedrusconio son siempre silenciosas.

   -. ¿Es todavía de su “chiste”, porque me parece el mismo que dejamos aquí la última vez?

   -. Es otro que acabamos de traer, ¿verdad Andrade?

   -. Sí, claro… ¿pero cómo se arranca esto?

   -. Pero no puede ser el mismo, porque puedo ver aquí los tres cadáveres de nosotros tres, que yacen con el pecho abierto producido por la salida de los gruini que…

   -. ¡Cállate! ¿No podéis dejar de hablar y de pensar los cinco?

   -. Por supuesto que sí podemos dejar de…

   -. Demasiado tarde, comandante. Ya los veo en mi tableta de comunicación pararse y volver todos de nuevo hacia nosotros. Pronto los tendremos de nuevo por aquí…

   -. ¡Arranque entonces el aparato, rápido!

   -. A ver, ven aquí tú que hablas tanto… arranca este aparato, rápido…

   -. No se arranca de cualquier manera un móvil magnético. Es imprescindible ejecutar el chequeo preliminar. La xxxprocedura nos exige controlar veinte puntos diferentes que…

   -. ¡Arranca de inmediato, chaval –le gritó Contreras al impasible pequeño Aeloiim que manipulaba el tablero de mandos- o te aseguro que te le pego un tiro a todas tus líneas de cables de fibra óptica de las dos paredes! Cuento “tres”… Señora Andrade, cómo no nos arranque de inmediato este cacharro, a mi orden dispare usted a los canales de comunicación por su lado del túnel. ¿Ya está lista? Bien, yo me encargo de esta paaaa… Eeeeeeh, ¿está usted loco o qué? La próxima vez avise cuando arranque el móvil así tan rápido, que casi me pego aquí un… con un…


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