PIEL QUE SANGRA SOBRE LA ARENA...AL PUEBLO JUDIO Y PALESTINO EN SU INCESANTE BUSQUEDA DE LA PAZ

[Gildardo Gutiérrez Isaza]

PIEL QUE SANGRA SOBRE LA ARENA

 

Devastado; luna llena, solsticio de estío, igual da,

No hay alegría en mi rostro.

Todo confluye como una mordaza,  se disgrega bajo el polvo del desierto

Tierra que grita clamando piedad.

Mutilación bárbara y sanguinaria.
Las bombas que caen en racimos como luceros que sangran.

Quiero deponer las armas, invitar a mi hermano Palestino a que hagamos la paz.

Una guerra sangrienta, la confluencia de la miseria y la vergüenza;

El odio que se acrecienta tras bambalinas cuando los que detentan el poder

Empujan, arremeten, incitan, hace eco plañidero de la defensa de la patria.

Crueldad que se viste de harapos, ya que todo es un negocio, una jugada maestra de ajedrez

Donde el pueblo sufre y los niños, las mujeres y los ancianos

Mueren sin comprender las consecuencias.

 

Dolor de parto que se estruja entre las manos como un telón de fuego y arena.

La guerra no cesa, nos hemos destruido hermano Palestino

Acrecentando el odio por generaciones.

Monstruo catervario de la maldad donde en el afán de riquezas,

Dominio y poder subyugamos al hermano…

Hoy te invito a que rompamos el cerco, a que pisemos y vivamos bajo la misma tierra.

Panal de Dios que nos brindó para beber en paz.

Franja de Gaza y Cisjordania, paraísos para apacentar la cabra,

Para cultivar la vid del amor y la igualdad.

Piel que sangra bajo los rasgos somnolientos de la tarde.

Mendrugo de hiel que se desliza por los labios del afligido.

La muerte avasalla exterminando todo sueño y esperanza.

Culpable la bestia que vestida de hombre sueña con la paz mientras en su espalda

Lleva el estigma de la destrucción y el odio.

 

Como vivir y soñar si de cielo vestido de fuego descienden los morteros y las bombas.

Escuelas, hospitales, viviendas, todo va quedando sepultado bajos los escombros de la muerte.
Un quejido que no cesa, la piel que arde y se desprende en pedazos;

Los pies mutilados,

Vientres clamando misericordia de tu pueblo y el mío.

Lunas dormidas pastoreando la nostalgia, clamando piedad por ese ser llamado hombre.

El niño que está a punto de nacer debe vivir bajo un cielo estrellado,

Tu cielo, el mío, el mismo cielo que nos cubre con su gracia.

Parido estará por la tierra que lo absorberá bajo los escombros

Si no detenemos esta absurda guerra.

Soy yo el eco de la sangre que honde en tu sangre,

Soy yo tu hermano Judío.

[Norma Cecilia Acosta Manzanares]