Por la extensa escalinata,
a pocos metros del suelo,
peldaños de mármol claro
son la antesala del duelo.
Un jardín de piedras blancas
la bordean a distancia
no fuera que algún arbusto
se adentrara por la estancia.
Àrboles de tristes ramas
se cimbrean a la entrada
vistiendo con puras sombrs
la muy desnuda fachada.
que en pupilas transparentes
de cuadrículas ventanas
otea desde el silencio
la vida que aún fuera aguarda.
Dentro, un tablón sin cristales
con personal enlutado,
atiende con aire enjuto
a quien penetrar ha osado.
Una pizarra, unos nombres,
unas fechas numeradas,
van anunciando cortejos
para unos hoy sin mañana.
Y al final de la antesala
otra escalera más larga
para, con pasos pausados,
buscar un algo en la nada
que ocultan los pasadizos
en cuatro puertas cerradas
donde reposan aquellos
que ya no quieren almohadas.
En cada puerta un revuelo
de murmullos y palabras
de gentes que hablan de muerte
con deseo de olvidarla.
En la sala velatorio
se le prohibe al recuerdo
que sobrevuele las flores
que acompañan a los muertos.
Tras el cristal, bajo flores,
la quietud y el recelo.
¡Que bien ha quedado, mira!
Parece que está durmiendo.
Y en una caja de roble
forrada de terciopelo
una figura callada,
sin mirada, apunta al cielo.
En la habitación de al lado,
sin entrar, entre pañuelos,
unos ojos con ojeras
ya sin lágrimas, resecos.
Algún sollozo, murmullos,
“…te acompaño el sentimiento…”
y una mujer enlutada
tiene los ojos abiertos.
Entran, salen, van y vienen
los parientes y los deudos,
los amigos, los compadres,
ninguno se queda dentro…
Ante la puerta dialogan
¡Cuanto tiempo! ¡Al fin nos vemos!
¿Recuerdas a fulanito?
Casi nadie habla del muerto.
Abrazos, besos cuitados,
apretón de manos hueco,
¿Quién será la de la esquina?
Vamos, que ya van saliendo…
¡A la capilla! Despacio,
ven a este banco del centro,
delante está la familia,
… ya lo traen. ¡Todos quietos!
“Hermanos, nos reunimos… “
- dice el cura, muy derecho,
mirando sin ver a nadie -
y, por fin, se hace el silencio,
se ponen en pie, se sientan,
inexpresivos, muy serios
todos parece que escuchan…
¡Quién sabrá sus pensamientos!
Las ventanas de alabastro
dejan el mundo muy lejos
aunque se cuelen las sombras
de algunos árboles viejos.
Al frente, sobre un estrado,
el altar, con azulejos
que lleva inscripciones santas,
con blanco mantel cubierto.
Paredes, muros y suelo
con brillo casi de espejo
son testigos inmutables
de tan fúnebre festejo.
Las llamas de un par de cirios
adornan con sus reflejos
la seriedad estudiada
de rostros, trajes y cuerpos.
No se oye cantar la brisa
ni el zumbar de los insectos,
tan solo la voz de un cura
y el aleteo del tiempo.
26/05/2014
Xavier
(Funeral, Primera parte…)
Comentario
¡Espectacular amigo Xavier! Me parece haber estado en ese funeral. Y mira que no soy de asistir. Ya veré si lo hago cuando me troque el turno. Un abrazo amigo. ¡Gracias por compartir! Ricardo.
RED DE INTELECTUALES, DEDICADOS A LA LITERATURA Y EL ARTE. DESDE VENEZUELA, FUENTE DE INTELECTUALES, ARTISTAS Y POETAS, PARA EL MUNDO
Ando revisando cada texto para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.
Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.
http://organizacionmundialdeescritores.ning.com/
CUADRO DE HONOR
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