Relato

[Clemencia Calero Espinosa]

Con cariño les envío este relato. Un abrazo

clemencia

 

COLCHA DE SUEÑOS

 

Gabriela tomó una decisión definitiva. Sacó la maleta del closet, arregló la ropa sin prisa, recogió los zapatos, las carteras; sus artículos de aseo. Con nostalgia miraba la ventana por donde cada mañana entraba un rayo de sol. Despacio cerró la puerta.

 

Subió al colectivo sin saber realmente que camino tomar. Una hora después estaba en el aeropuerto esperando el vuelo rumbo a Italia. Lo mejor era huir, en esa tierra emprendería una nueva vida. Pronto encontró trabajo y amigo que hacían soportable la ausencia del lejano amor.

Recordaba con nostalgia las vivencias con Gustavo, los paseos por el bosque de pinos en las frías tarde de invierno. Los besos sonoros y dulces.

La escena del hombre rodeando la cintura de una mujer delgada que apoyaba la cabeza en su hombre, le producía un dolor insoportable. Debía tratarse de alguien muy especial para que la tratara con tanta ternura.

-¿Quién es esa mujer, dímelo? 

 

-No te mortifiques amor, algún día te contaré la historia, por el momento tengo que callar. Es un triste pasaje de mi vida en el que no quiero inmiscuirte. Gabriela no aceptó la explicación y lo abandonó sin decirle una palabra.

 

La vida continuó sin sobresaltos, sin esperanzas, sin futuro. El trabajo llenaba sus días y en las noches, sentada en una poltrona leía un largo rato o escuchaba música. Después de iba a la cama hasta el otro día exacto que le esperaba.

Comenzó a tejer una colcha para una cama grande. Harían el amor con toda la pasión que guardaban. Ese tejido era su propia historia, cada lazada un pasaje inexistente de su vida en pareja. Vivirían en una casa rodeada de flores, fuera de la ciudad, sobre una colina cubierta por una alfombra de pasto verde. Todos los veranos viajarían a la patria a reunirse con la gente alegre de su trópico, y en invierno se quedarían en su hogar, y al calor del crepita de los leños de la chimenea, disfrutarían de esos felices momentos.

 

¿Cuántos años pasaron hasta ver terminada su colcha de sueños? Tantos como para que su pelo encaneciera y algunos surcos marcaran su cara. Había elaborado su historia de ovillos de colores, pacientemente entrelazados.

 

Un mediodía sonó el timbre de la puerta, lentamente fue a abrir. Era el cartero que le entregó una carta, un sobre amarillento maltratado por el calor de muchas manos.

 

El remitente era Gustavo. La fecha que tenía al comienzo databa de cuarenta años atrás. En ella le explicaba que la mujer con quien lo había visto era su ex esposa. Padecía una enfermedad incurable que la tenía al borde de la muerte. Le parecía una crueldad dejarla sola en ese momento y peor aun confesarle que amaba a otra mujer.

_Regresa amor mío, muero por tenerte a mi lado; mis días son eternos sin tu amorosa presencia. Espero con ansiedad una pronta respuesta-

 

Lagrimas amargas bañaron su rostro. Tanto tiempo sin entender que algo importante lo había obligado a callar.

Sentada en el borde de la cama leía una y otra vez esas palabras. Resignada, puso la cabeza en la almohada y se quedó dormida.

[ANA MARÍA HERNÁEZ]

hermosa historia y es verdad cuántas veces por un silencio dejamos escapar una verdadera oportunidad

[Martha Alicia Lombardelli]

¡Hola, Clemencia! ¡Que fea sensación comprobar que, por la intolerancia y los absolutos, destruimos nuestra propia vida.

Aunque el destino y la fatalidad también estuvieron presente. Me refiero a la pérdida de la carta por tantos años. Todo se sumó. Si pensáramos que sólo actuó el destino, tendríamos que creer que nuestra voluntad no existe. Y si todo dependiera de nuestra voluntad, pensaríamos que somo omnipotentes.

Cariños, Martha Alicia Lombardelli

Te espero en mi blog

[Clemencia Calero Espinosa]

Queridos amigos,

Mis historias por lo general son tristes, sin esperanza, nostálgicas; quizá de todas las vivencias de la vida, propias y ajenas, las que perduran son esos sentimientos de abanono, de nostalgia y desengaño. Eso somos los poetas, bueno eso soy yo.

Gracias por enviar sus trabajos, me recreo todos los días con los relatos, la poesía y demás que nos envía con tanta dedicación la querida Rita, un abrazo y mi afecto

 

[César Eduardo Albarracin]

Linda y a la vez triste historia Clemencia. Gracias por compartir.

[Vicente Antonio Vásquez Bonilla]

Estimada Clemencia: Gracias por regalarnos tu bello relato. Besos, Chente.