SOBRE LA OBRA ESA FASCINANTE MAGIA DE ESCRIBIR

[ALBERTO O. CABREDO ECHEVERRIA]

SOBRE LA OBRA ESA FASCINANTE MAGIA DE ESCRIBIR

 

He tenido la oportunidad de leer la obra de Enrique Jaramillo Levi, ESA FASCINANTE MAGIA DE ESCRIBIR – Ensayos, artículos de opinión, prólogos, entrevistas: 2012-2014, en la que (como buen escritor, promotor cultural y ensayista) ha vuelto a obsequiarnos con una compilación de ensayos, artículos de opinión, prólogos de obras y entrevistas, que como dice en el prólogo de la obra el laureado poeta Manuel Orestes Nieto “…rondan los territorios de la escritura y sus laberintos creativos, no es más que constatar que su entrega a la literatura, al lenguaje, la palabra, la creación, es el núcleo de su propia existencia, de lo ancho y profundo que ha vivido, siempre compartiendo, siempre animando, siempre invitando.” Y he indicado, “ha vuelto”, pues como gestor literario nos ha obsequiado un número plural de obras en que vierte su opinión y aporte sobre el oficio de escribir y el desarrollo de la literatura en Panamá, baste mencionar solo a manera de ejemplo, otra de sus obras (publicada en el año 2012) del mismo estilo, cual es TIEMPO AL TIEMPO – Nuevos cuentistas de Panamá: 1990-2012.

Al culminar mi lectura de ESA FASCINANTE MAGIA DE ESCRIBIR  pensé titular mi reseña sobre esta obra “La literatura persiste en el país” y es que en una nación famélica de encuentros, congresos, ferias literarias, círculos de lectura, talleres de escritura, apoyo editorial y librerías a lo largo y ancho del país, la creciente aparición de títulos en la cuentística nacional y el empuje y empeño de personas como Jaramillo Levi en la tarea de exaltar la misma, garantiza  su permanencia.

Antes de dedicar unas breves líneas a la obra en comento, quiero hacer algunas consideraciones en relación al oficio de escribir y el vasto horizonte de la escritura, y en este sentido, no puedo soslayar lo dicho por Umberto Eco en su obra “De los espejos y otros ensayos”, específicamente en el capítulo titulado Las tentaciones de la escritura, donde nos señala entre otras cosas que la misma nace para: “…registrar datos, pero enseguida pasa a desempeñar funciones ideológicas. Se describe muchísimo para celebrar, para establecer derechos, para subrayar prioridades. La escritura se convierte pronto en instrumento de poder. No solo para los reyes que no saben escribir, sino también para los escribas. La exposición nos dice mucho sobre la formación de una casta intelectual, sobre los orígenes de una escuela como lugar de privilegio. Y esos escribas no solo se organizan, establecen programas de estudio, celebraban las dificultades, la belleza y el poder de su trabajo (ellos, los custodios de la palabra), sino que, además, se hacen representar constantemente por las imágenes.” Y así es, la escritura preserva y también dicta en no pocas ocasiones el avance de las civilizaciones. 

Y en cuanto a la literatura misma se refiere, que mejor referencia que la de Mempo Giardinelli que en su obra, Así se escribe un cuento, nos expresa: “… hablar de la literatura latinoamericana hoy impone hablar de la responsabilidad del artista. Y el devenir estético de los próximos años creo que tendrá que ver con este asunto. ¿Cuál es el camino, entonces, para que la imaginación siga siendo nuestro norte, nuestro único destino posible? Todos sabemos la respuesta: leer mucho y escribir. Seguir escribiendo, sumergidos en la desesperación de nunca saber si estamos en el camino correcto. Y realizar el más bello acto de amor en la literatura, que es el encuentro del creador con el lector en las páginas de un libro. …” Ahora bien, para qué escribimos, o por qué debemos hacerlo, de eso trataremos más delante de la mano de Jaramillo Levi que aborda este tema -de ayer, hoy y siempre- en uno de los capítulos de su obra ESA FASCINANTE MAGIA DE ESCRIBIR.     

La obra que nos  ocupa está compuesta por 18 ensayos, 10 artículos de opinión, 2 prólogos y una entrevista al autor que se contienen en 268 páginas. En cuanto a los ensayos, debemos ponderar la insistencia que pone el autor en la responsabilidad que se impone al que asume la tarea de crear, y el importante papel de la literatura en el individuo y la sociedad. En torno a estos temas, recomendamos los ensayos Ser escritor, una aproximación, y el titulado El papel iluminador de la literatura.  En el primero nos dice: “…el escritor como auscultador permanente de realidades e imaginarias en busca de la verdad, sabiendo que ésta es elusiva y que nunca será lo que aparenta escribe con ilusión, con esperanza, a veces hasta con fe, novelas, cuentos, poemas, obras de teatro. Lo hace buscándose a sí mismo, terminando de atraparse con las manos en la masa y al mismo tiempo sabiendo que es eso precisamente los indispensable para escribir bien. Pero también escribe a menudo con temor, con rabia, no pocas veces hasta con odio, porque no soporta la afrenta de saber de antemano que aunque llegue a entender una parcela de la realidad que lo rige, nada de lo malo que existe, que daña a los seres humanos, puede cambiarlo con una simple obra literaria. Ni con mil. …” y en El papel iluminador de la literatura advierte: “… la buena literatura debe hacer pensar y sentir al mismo tiempo, tomar conciencia, expandir la imaginación, permitir al lector sensible en un mundo de certezas, extrañamientos, negaciones y probabilidades dictadas por el lenguaje que su creador con su talento, eficazmente lo ensambla. La función del escritor es, por tanto, auscultar las diversas facetas de la experiencia humana, sus recovecos, esos que no siempre están a la vista, tanto en lo individual como en lo colectivo, para finalmente hacer una propuesta: la de su propia visión del mundo; la interpretación del conjunto de problemas que elije abordar su obra, o acaso de una sola parcela del todo, pero vista en profundidad. …” Como se aprecia, el autor de estos ensayos ha meditado a profundidad sobre el quehacer literario y la forma en que le impacta e impacta el mundo que le rodea, no por nada vive y respira hace tanto tiempo por y desde la literatura.

También resultan remarcables los minuciosos señalamientos que hace sobre el proceso de creación literaria, las puntualizaciones que obsequia sobre lo que debe caracterizar un buen cuento, las diferencias entre la trama de un cuento y la de una novela, la dificultad que entraña la creación de personajes, el proceso artístico del creador literario, entre otros temas atinentes al proceso y reto de escribir. Todo lo cual evidencia, de manera reiterada, su intención de aportar sus convicciones y experiencias al proceso intelectual y humano de aquellos que se enfrentan –por primera vez o no- a una página en blanco, para hacer nacer un texto literario. Lo cual no resulta poca cosa, tomando en cuenta lo que en un aparte nos señala el propio autor al opinar que: “Quien crea ficciones –cuentos o novelas- ingresa a un mundo no de copias o calcos, no de fotografías estéticas, no de simples reproducciones, sino de movimiento perpetuo y mutaciones y traslaciones sin fin. Y, paradójicamente, se trata de un territorio que no ocupaba antes ni un espacio ni un tiempo, ya que las palabras que lo nutren son generadas por quien crea imbuido de una suerte de estado de gracia que habrá de sostenerlo mientras dure su avatar artístico. …”

Y no conforme con todo lo expresado, incursiona en la labor de regalarnos un enjundioso ensayo sobre La producción cuentística femenina en Panamá, de los años 1931 a 2014, estudio de 45 páginas que contiene una pródiga lista de cuentistas y títulos, así como análisis críticos de un sin número de cuentos de algunas de estas autoras que han dejado su impronta en nuestra literatura.

Ahora bien, me permito parar la mirada en algunos de los artículos de opinión de esta obra, entre cuyos títulos se encuentran: Elucubraciones fugaces en torno a la escritura, Escribir, acto sagrado, La función del escritor auténtico, ¿Sigue habiendo como antes un compromiso social del escritor?, Ausencia del escritor nacional en los medios, Alice Munro, cuentista canadiense, gana Nobel de Literatura 2013.  En torno a los mismos, manifiesto que salta a la vista un estilo franco y directo, a veces testimonial, que sirve de base para expresar opiniones y posturas respecto al arte, la literatura, los escritores, los lectores y las circunstancias que rodean el oficio de escribir en general.

Se trata de un interesante conjunto de artículos que ratifican una postura perspicaz y estética responsable frente a todo lo que implica la creación literaria. Así por ejemplo, Jaramillo Levi declara en el artículo Esa fascinante magia de escribir, que cuando le preguntan por qué escribe, el responde que para el se trata de una forma de entender el mundo y a sí mismo, de algo como haber creado un puente con la vida que le sirve para extraer sentimientos, ideas, sueños, comportamientos, sucesos e incluso declara que lo considera una forma de interpretar, de interpelar, de congeniar, de amar u odiar aquello que acontece o podría llegar a suceder más allá de la imaginación o a causa de ella.

            Por otra parte, resulta por demás interesante la forma en que aborda el tema del compromiso social del escritor. En este sentido, expresa que el escritor tiene una responsabilidad social: “…la de convertirnos en antenas del acontecer social e individual, auscultadores de la experiencia humana. Expresar sus opiniones fuera de los libros, en otros medio, incluyendo hoy en día los electrónicos, es una manera de expandir la comunicación y ser congruentes con la seriedad de su quehacer literario.” 

            En razón de todo lo dicho, recomiendo sin limitación alguna este compendio de ensayos, artículos de opinión y reseñas literarias que sin duda enriquecen el tejido cultural del país. Después de todo y tal como expresa su autor: “Nada hay tan grato como sentir que una obra se ha cerrado sobre sí misma alcanzando un estado de plenitud, de gracia; y con suerte poder anticipar que pronto podría estar en manos de un lector sensible.”    

28 de noviembre de 2014

ALBERTO O. CABREDO E.