Los animales nos observan atónitos.
Sus mentes precarias carecen de los elementos necesarios como para interpretar los acontecimientos que el momento les obliga a presenciar y vivir.
Influenciados por instintos natos, actúan guiados por una fuerza interna cuando el hambre los oprime. Entonces atacan a los más débiles y de esta forma calmar su primordial necesidad.
Están siempre al acecho cuidando su cría y resguardando el pedazo de hábitat frente a los extraños.
Todas estas cláusulas subsisten amparadas por una ley que los mantiene siempre alertas, que solamente es violada por una reacción mayor de auto-defensa.
Tal es el desarrollo en todo el reino animal.
Muy diferente es el mecanismo que rige en la raza humana, que según los entendidos, se sitúa en un nivel superior, comparada con aquella.
Mucho se ha escrito sobre los elementos que consiguen influenciar, motivar, o incentivar la mente humana.
Dicho campo es privilegio de sociólogos, psicólogos, y demás estudiosos de esa tan discutida y analizada masa gris, que, por medio de un continuo intercambio de líquidos y contactos nerviosos, puede llegar a ocasionar la toma de resoluciones que quizás, traerán aparejadas consecuencias contrarias a la humanidad misma.
No estamos analizando a los animales, seres inferiores, sino al género humano.
El milenario deseo del poder, baluarte por excelencia del hombre, más la influencia del odio, otro elemento no menos negativo, convergen al punto de consolidar una barrera mental, y de allí en más, el hombre se enceguece, y el mal nombrado “instinto animal”, aflora.
El miedo ante lo imprevisto, la lucha contra la adversidad, obliga desarrollar una reacción de ataque, capacitada para poder ignorar todo lo aprehendido, conocido, acordado. Lo primordial es llegar y conseguir la meta pre-establecida.
A lo largo de la historia, cientos de casos concuerdan con estas manifestaciones, producto de situaciones extremas que incidieron e influenciaron en dirigentes, jefes de estado, militares, e inclusive en simples hombres que, enardecidos por una idea, y en no pocas veces, tras una máscara religiosa, no escatimaron en esfuerzos con tal de lograr su cometido.
Las consecuencias son del dominio público.
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*Registrado/Safecreative N°1902209997749
*Imagen de la Web
Comentario
Muy extensas y reflexivas tus letras mi amigazo Beto. y te cabe toda la razón, pareciera a veces que somos nosotros los que no tenemos raciocinio y como tal nos comportamos, es por eso que siempre han habido guerras, exterminios y crímenes de lesa humanidad. Te felicito por tu exposición. Te mando un abrazote.
Nos aporta bastante este tema,para meditar
y reflexionar en nuestras acciones y actitudes.
El cerebro humano, es el sistema más complejo que se conoce.
Según MacLean --- (médico norteamericano,neurocientífico)---,
tenemos tres (3) estructuras diferenciadas en el cerebro:
el reptiliano- el lúmbico- y el neocortex.
Muchas veces- haciendo una correlación con el texto
que comparte nuestro amigo Beto -
dejamos que sólo predomine en nuestra vida común,
el "cerebro reptiliano",
que controla el comportamiento y el pensamiento "instintivo",
no el raciocinio o la razón.
Gracias Beto por tu aporte.
FELICITACIONES.
Una interesante perspectiva sin querer llegar a comparar al instinto animal con el raciocinio humano, donde se considera que la inteligencia debe primar al instinto animal, pero por el proceder que equivocados estamos los humanos en el comportamiento a primar, solamente replantear desde la concepción hasta la etapa de raciocinio, será amigo Beto?? saludos
HAY ANIMALITOS MAS INTELIGENTES QUE MUCHOS HUMANOS
TIENES RAZON AMIGO BETO
RED DE INTELECTUALES, DEDICADOS A LA LITERATURA Y EL ARTE. DESDE VENEZUELA, FUENTE DE INTELECTUALES, ARTISTAS Y POETAS, PARA EL MUNDO
Ando revisando cada texto para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.
Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.
http://organizacionmundialdeescritores.ning.com/
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