Somos raros, o por lo menos, somos distintos a unos cuantos. Me refiero a los uruguayos. Está claro que tenemos costumbres que nos distinguen: perfil bajo, pocos gritos, no muy fanáticos de las ocho horas, más bien humildes, de llegar tarde a todos lados, de poca memoria y muchos perdones, todos directores técnicos y votantes de cualquiera, menos del que esté de turno defraudándonos. Esperamos la llegada del domingo y no sabemos bien qué hacer con él, cuando aparece. . Hace muchos años queríamos que nuestros hijos fueran doctores o maestras.
Más adelante nos gustó que fueran bancarios. Después quisimos tener un kiosco, o cualquier comercio que estuviera de moda. Así llenamos de clubes de video y canchas de pádel a las ciudades de nuestro país.
Al tiempo transformamos las canchas de pádel en gimnasios y en viveros, y a los clubes de video los volvimos cibercafés. Somos distintos. Para nosotros el año empieza cuando llega el último ciclista.
No sé si no sería bueno mandarnos tarjetas deseándonos “próspero año nuevo” a partir de abril. Somos distintos. Matemáticamente siempre tenemos la chance intacta para entrar a ese lugar donde ya está el resto del mundo. Nos prometemos los cambios para después del fin de semana: la dieta, dejar el cigarro, correr, no perder más el tiempo en cosas que no lo merecen.
En fin, somos uruguayos. Por lo tanto incoherentes. Y no sólo porque tenemos un Penal de Libertad, un Arroyo Seco, un Cerro Chato, y un Estadio Charrúa en medio del Parque Rivera. Somos incoherentes por mucho más que eso.
Veamos: ¡En Cerro Colorado ganaron los Blancos y en la Blanqueada el Frente! Las llamadas retumban en Durazno, Melo y en San Carlos. ¡Pero no hay llamadas en Tambores! El paseo para niños más importante de este país se llama Villa Dolores, y la edificación más grande del Uruguay la hizo un tipo de apellido Scasso. ¿Cómo entender que una plaza que se llama Cagancha no tenga baño? ¿Cómo entender que la Organización del Fútbol del Interior (OFI) sesione en Montevideo? Sinceramente, resulta difícil explicar que en Punta del Este los pobres vivan en un barrio de nombre J.F. Kennedy y los ricos en el Cantegril. ¿Alguien me puede explicar cómo es posible que los montevideanos cada vez que vienen al interior digan que van para afuera? Cómo entender que Aguas Dulces tenga solo agua salada, que Progreso descienda, que por Tarariras no pase ningún río, que después de La Paz vengan Las Piedras, que los duraznos sean de Canelones, y que en la Isla de Flores no haya ni siquiera un cartucho. Que los Treinta y tres orientales hayan sido como cuarenta, o que un húngaro nos hizo el himno. Sí, es entendible. Después de todo vivimos en un país que ni nombre tiene. Sólo sabemos que nuestra república está al oriente de un río llamado Uruguay.
Definitivamente somos una manga de incoherentes. Por donde nos busquen. Por ejemplo, veamos un poquito la política uruguaya: No es necesario ser un atento observador para darse cuenta de que Rubio no sólo que no es rubio sino que, como si fuera poco, es calvo. ¡Blanco es colorado! Iglesias no va a misa. Pita no fuma. Platero era un sindicalista inteligente, Ache no tiene hache, Obispo no tomó la comunión, y a la ley para despenalizar el aborto Tabaré la hizo abortar. En cualquier tema sucede lo mismo.
La banda que gusta más se llama “No te va a gustar”. El escudo de Florida dice “Libertad y Progreso”. Pero Libertad está en San José y Progreso en Canelones. El Fata Delgado está cada vez más gordo. El músico que anda más clarito es el Negro Rada. Carrero anda en auto. Pepe Guerra es un tipo tranquilo. Peinado no tiene un pelo. Bueno se hace el malo, Casal es uno solo, Carrasco es del campo, y Del Campo es de la ciudad. Hornos es un jugador frío, Rocha es de Salto, Bizera juega sin nada en la cabeza, Peña es de Nacional, y a Gesto no se le mueve un solo músculo de la cara. ¿Tienen idea de cómo se llama la Escuela Nacional de Vitivinicultura? Bien, supongamos que no tuviera nombre y nosotros le tuviéramos que poner uno. Pensemos… ¿Escuela de Vitivinicultura? ¿Escuela de Vitivinicultura, Calidad y Estilo?
No, no se llama así. ¿Estirpe y excelencia? Nooo, tampoco. La escuela de Vitivinicultura de este país dependiente del Consejo de Educación Técnico Profesional. La escuela de Vitivinicultura del Uruguay, pilar del conocimiento del proceso de producción de vino, soporte del desarrollo de los vinos de nuestro país, se llama: Tomás Berreta.
Marciano Durán (autor del Código Blanes)
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