Capítulo 6: “UN VIAJE A SANTIAGO, UNA NOCHE”.
Yo acostumbro dormir bastante tarde; pero pese a la hora, no conseguí hacerlo. De hecho nadie descansó siquiera un poco.
La organización de una guerrilla, debo admitir, que con inexpertos, no es lo más aconsejable si se desea librar la batalla al día siguiente. Aquella noche nos tocó la más ardua tarea de todas: la organización; a grandes rasgos parece simple, pero hay que hilar muy fino si se quiere el éxito lograr. Lo describiré simple, para no causar un gran aburrimiento, porque en realidad, fue muy largo…
Manuel, Karina y yo, fuimos electos comandantes del grupo de un modo democrático. ¡Qué suerte! En verdad que era lo que mi alma deseaba, nunca creí que pensaran que soy una buena dirigente, pero lo soy, me sentí bastante preparada y a gusto debo admitir. Manuel nos enseñó todo lo necesario de armas y elegimos los puestos. Yo andaría a caballo y usaría una espada y un revólver.
Decidí anotar los puestos para evitar las confusiones.
Paula Huenchumilla, Valentina Domínguez, Emily Schifferly, Rocío de la Barra, Paloma Bustos, Macarena Soto, Valentina Martínez y Valentina Cárcamo.
Francisca Adriazola y Katherine Alarcón.
María Jesús Torres, Annays Miranda, Camila Soto, Evelin Hormazabal, Alejandra Arriagada, Catalina Avendaño, Camila Baeza.
Carla Castro, Javiera Díaz, Javiera Espina, Anita Fernández, Caren Flores, Catalina Fuentes, Valentina Fuentes, Valentina Garrido y Catalina González.
Arlette Lara, Soffía Medina, Francisca Michea y Débora Moena.
Lissette Moya, Karen Narváez, María Paz Olivos, Ignacia Osorio, Constanza Parra, Francisca Quezada, Javiera Rojas y María Javiera Ruiz.
Catalina Salas y Francisca Zura.
Íbamos con los faroles prendidos, felices, llenos de esperanza. Mi amigo nos protegía y ayudaba con las armas.
-Vamos a hablar al Congreso, a ver qué pasa. Si ponen mano dura y no quieren irse del país, los provocamos y los llevamos al Cerro Santa Lucía a batallar-planeó Manuel.
-Pero es peligroso, pueden ser más que nosotros-dijo Karina.
-Esa es la gracia del plan, Chiquillas. No van a poder con la provocación y la sorpresa, y van a mandar poca gente, aparte que nos van a mirar en menos-le aclaré.
-¡La contienda no ha comenzado, y ya te quieres retirar!, ellos se lo buscan, y como buenos patriotas, vamos organizados-tranquilizó Rodríguez.
-Tenís razón, toy` puro leseando-rió la niña.
-Les daré, como buen montonero, un consejo: cuiden su caballo, revólver, espada, o arma, como a ustedes mismas, señoritas, gracias a esas cosas damos la contienda ahora…-suspiró el guerrillero.
-Llegamos, miren el letrero…dormiremos en este campamento y mañana veremos que se hace-ordené como toda una generala, que era lo que de súbito menos me sentía.
-¿Alguien cogió su despertador?-inquirió Karina rompiendo el bullicio de la carretera y la autopista con su cantarina, llorosa y graciosa voz.
-Yo, ¿para qué?-preguntó en medio de una confusión de paquetes, autos y maleza Mª Jesús.
-Para comer va a ser…-respondí con el sarcasmo que es mi mejor arma de defensa en la afrenta-ponlo a las 10:30, será mejor…
Los caballos jadeaban de cansancio, hambre y contención. Viéndoles tan mal, entre todos decidimos descargarlos, darles de comer, y no había necesidad de atarles, no cualquiera era capaz de sortear tanta rama para salir del lugar sin una pequeña ayuda que fuese humana, muchísimo menos tan cansado como los pobres equinos que sobrecogieron mi alma en una inmensa ternura desde que los vi correr libres por el camino que ni nuestra sombra conocía. Dormimos en medio de una cálida noche casi, por poco otoñal. Nadie veló nuestro sueño en medio de tanta rama y hoja suelta, en ese aire tóxico de Santiago. Nunca, ni por pienso, conseguí entender, hasta ese entonces, lo costoso, pero genial que era ser una guerrillera. Pero estaba resuelta a pelear mi libertad. Costara lo que costara, jamás dejaría la afrenta. Ya nada me importaba, salvo mi vida y la de todos los patriotas. Ni siquiera le di la debida importancia al vago castigo y terror de mi madre.
Conseguimos, a eso de las 5:30 cerrar los ojos. Pero como una maldición, el estúpido aparato parlanchín de nuestra compañera, a eso de las 10:30, logró como una maléfica meta profanar nuestro dulce y aventurero sueño, para llevarnos atados a él a la travesía más mágica que cualquiera en el fondo de su lado revolucionario, viese.
-¡A levantarse jovencitas montoneras!-gritó al lado de mi dolida oreja, despertándome del todo, Manuel. Al parecer el hombre se alió con el despertador para asesinar mi hipotálamo. Pero le levantaré una estatua (lo juro) a mi cerebro…que ni en la más vil batalla fue muerto, aunque estuvo a unos milímetros de la tumba.
Yo protesté, recuerdo como una mala de la cabeza un buen rato, al son de la sinfonía de risotadas y gritos de Karina, que ni el diablo entendía.
Comentario
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Ando revisando cada texto para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.
Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.
http://organizacionmundialdeescritores.ning.com/
CUADRO DE HONOR
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