TANGO QUE ME HICISTE MAL…

[Vilma Lilia Osella]

TANGO QUE ME HICISTE MAL…

 

 

Y sin embargo te quiero… Una arriesgada tentativa sobre sus orígenes afirma que, en las esquinas de taitas y cuchilleros, lo bailaron los hombres antes de las peleas. Diversas opiniones coinciden en su origen prostibulario… parece que también los bailarines se lucían , aguardando turno. Otros aseguran que los cafishos, esperaban en el puerto a las prostitutas europeas y las hacían bailar por el muelle: según anclaba el barco, el sol o la luna pegaban en el pecho y las percantas se enteraban del complejo proyecto de la materia.

 

La música fue el comienzo … pariente del candombe y la habanera. La danza siguió con sus pasos la melodía enunciada. Luego, el verso lo emparentó a la “esquina del herrero barro y paja”; la “percanta que me amuraste”; al “arrabal “; al “ bandoneón, para qué nombrarla tanto”; a “las luces malas del centro”y al “fondín donde cantaba el tano”.

 

Lo curioso es que cuando en París, los grandes pensadores elaboraban en “Les deux magoo” las existenciales ideas del sutil danés Sören Kierkegaard… cuando entendían que esa elaboración estaba dentro del hombre; que es él quien tiene la opción del bien o el mal, entre otras profundidades… en trasnochados bodegones el tango llegaba a esos bordes del existencialismo. Lo afirmó el poeta Fernando Sánchez Zinny en la última Feria del Libro. Y ejemplificó con “Como abrazado a un rencor” :

"Yo quiero morir conmigo,

sin confesión y sin Dios,

crucificao en mis penas,

como abrazao a un rencor..."

 

"Yo no quiero la comedia de las lágrimas sinceras,

ni palabras de consuelo, no ando en busca de un perdón;

no pretendo sacramentos ni palabras funebreras,

me le entrego mansamente como me entregué al botón..."

 

¿ Qué pasó? Es cierto entonces lo que afirmaba Ortega y Gasset:” Los pensamientos están en el aire”.

Simple, el tango decía lo que decían los que, tras transitar culturosas rutas, llegaban a esta conclusión.

 

Y llegó el zorzal. Un latido, una expresión, un nervio que obedece. Carlos Gardel. (Es precisamente él quien estrena aquel tango en Montevideo en 1930.)

 

Nacido en Tolouse, Francia, ancla, de la mano de su madre, en esta tierra de sus amores. Sabe transmitir… el inmigrante reconoce la tristeza, descree como él de amores y amistades. Gardel se bebe a sorbos grandes su vida… ama las “minas”, los “burros”.

Dice lo indecible. Acaricia la brisa de la esperanza. Teje una historia. Eterniza un sitio: el abasto. Hoy, allí, en un museo, rescataron su recuerdo. Y en una esquina se come, se bebe y se baila el 2 por 4. Nunca lo tocará el olvido. El es una historia, un silencio y una voz…eternos.

Santos Discépolo, Cátulo Castillo, Homero Manzi, Lepera, Matos Rodríguez, Firpo, Magaldi,Corsini, la Ñata Gaucha, Mercedes Simone, Troilo,Pugliese, De Caro, Canaro, Fresedo, Tita Merello,D’Arienzo, Alfredo Goby, Rufino,el Polaco Goyeneche, Hugo del Carril, Charlo, Mariano Mores, Edmundo Rivero, Jorge Vidal, Piazzola, Ferrer, Di Sarli, Basso, … cuántos nombres y cuántos otros impresos en la memoria.

Relegado un tiempo por sonidos estridentes, danzas solitarias, ritmos exóticos, el tango se acurrucó en viejos corazones, en clubes de barrio y en cantinas. La literatura transitaba otros caminos.Se elegaron los octosílabos. Llegaron Piazzola y Ferrer : otro sentido para el mismo quehacer artístico. Loco, loco, qué se yo. Y fueron a bailar por las cornisas… y el tango se volvió a disparar al mundo.

La pibada, la purretada, lo descubrió en otros destinos: en Roma, New York, Madrid, Ibiza, el Caribe, se bailaba con cortes y quebradas. ¿ Y ellos? Los argentinos no sabían entonar ni una de las letras que todo el mundo enunciaba de moda… De vuelta, Buenos Aires, generosa, les dio revancha. Ellos y ellas tomaron clases. Ellos, para estar “de onda”. Ellas también pero descubrieron una gimnasia divertida y adelgazante… una sensualidad desconocida. Hartas de bailar solas, salir solas, volver solas, conocieron el temblor de un pecho, los ojos en los ojos, las piernas moviéndose en un mismo ritmo. Estaba allí, desde lo antiguo: verterse el uno en el otro, los dedos entrelazados, el ritmo sensual al compás del bandoneón. Fue el tango el que renovó el rito. Aunque la historia se conozca desde siempre.

Vilma Lilia Osella

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