UN NUEVO HORIZONTE SE PERFILA

[Beto Brom]

Entre las olas tranquilas quiere hundirse. Las sombras nocturnales la acompañan. Belkis corre despavorida hacia la muerte para acallar sus sufrimientos y dolores, sin arrepentimiento, la desesperación se convierte en mala consejera. Ni siquiera la belleza del paisaje la motiva, ni la anima la fe en Dios que en este instante  figura  tan lejano, siempre con ese sentimiento de rabia que lo convierte en culpable de nuestras actitudes, cuando somos causantes de nuestros propios males.

Ama tanto a Paul que no concibe su traición. Después de su regreso y larga espera, llegar casado es algo que no soporta y echa sus sueños por la borda de la desesperanza. Sentimientos encontrados, la dominan. Se adentra entre las aguas y cuando ya cree ahogarse, de una alta piedra salta un hombre a salvarla. La saca hacia la orilla y le practica respiración boca a boca, salen borbotones de agua de su garganta y cuando vuelve realmente en sí, se sorprende  de ver un joven riéndose alegre porque la ha salvado, mientras siente su respiración sobre el rostro, observando su piel morena, sus ojos verdes enmarcados en un agradable físico. 

Ya repuesta y sentada le da las gracias por salvarla de la idiotez que iba a cometer y él le dice,

- Me llamo Mario, suelo caminar de noche por la playa, vivo en aquel caserío cercano, amo el mar y doy gracias a Dios que esta noche te he encontrado. Si deseas, podemos ir a casa, mi madre te recibirá con afecto y estarás calientita, debes secar tu ropa.

Ella en silencio se dejó llevar mansamente y emprendieron la corta travesía. Los recibió una cabaña de madera muy mona y al tocar la puerta escucharon un grito de mujer pidiendo auxilio…sin titubear Mario abrió la puerta y entró con desesperación en busca de su madre…en medio del salón todo revuelto, como si un tifón hubiera pasado por allí, la vio maniatada a uno de las troncos que soportaban el techo de la vivienda, a su lado un hombre corpulento, extraño, quizás un supuesto ladrón, provisto de un rifle de cazador, le apuntaba exigiendo que nos sentemos en el piso, y esto con un volumen de voz que no dejaba duda de las serias intenciones del sujeto.

Ambos, acatamos la orden. El sudor corría por todo mi cuerpo…aconsejé a Mario, no tratar de enfurecer al intruso…pero sin atender a mi murmullo, empezó a gritar en forma desaforada al atacante…éste se nos acercó, y con un rápido movimiento golpeó a mi flamante amigo en la cabeza, vi un pequeño chorro de sangre debajo de su oreja izquierda, quedó derrumbado a mi lado, atiné a socorrerlo y sentí un golpe en mi cara.

Me costaba abrir los ojos…todo me daba vueltas, sentía una rara sensación en el estómago y un miedo horrible que me hacía temblar sin poder dominar esos reflejos. Mi reciente amigo seguía desmayado y su mamá tenía los ojos desorbitados y un gesto de incomprensión y angustia.

Mientras tanto, el ladrón registraba todo en busca de objetos valiosos, incluso se agachó a revisarle la cartera a Mario, y entre los documentos, noto que era policía, así que se enfureció más y se puso más rudo, gritón, brusco. Le dio una patada a Mario y su madre empezó a gritar nuevamente:

-Déjelo, él no le ha hecho nada a usted, no sea tan malo, ¡Dios lo va a castigar!

-¡Cállese vieja bruja!- contestó el ladrón.

En eso, Mario se levantó lentamente. El ladrón estaba de espaldas fumando, así que le asentó en la cabeza un grueso leño que había agarrado de la chimenea. El ladrón cayó de bruces, los tres respiraron con alivio y en eso tocaron la puerta. Era Michel, el compañero de Mario, que venía a buscarlo para empezar la ronda nocturna por el vecindario.

-Ohhh, que bien, llegas a punto para ayudarme con este tránsfuga, que quiso pasársela de valiente y resultó un pobre infeliz. Ven, maniatémoslo para sacarlo de aquí, y así será más fácil llevarlo al Destacamento de Policía.

Al volver en sí, quedó asombrado ante el cariz que había tomado la situación y de dueño del suceso, lo habían convertido en un delincuente más atrapado con las manos en la masa.

Mario, antes de salir, calmó a Belkis…

-Te aconsejo quedarte esta noche aquí en nuestra casa, junto a mi madre, descansarás, podrás así tranquilizarte y quizás olvidar el motivo de nuestro encuentro, que espero que todo lo ocurrido logre desvanecer tus tristes propósitos…Mañana a hora temprana volveré y continuaremos nuestra charla, ¿estás de acuerdo?

Belkis aun aturdida asintió con la cabeza. Él le pasó la mano por la barbilla y ella respondió con una mirada tierna

Después de tomarse un té con Jacinta, - la madre de Mario - y ya más calmados los ánimos, conversaron sobre muchas cosas de la vida, el trabajo, lo que le había ocurrido a ella, como se encontró con Mario para llegar a la conclusión que fue un día tormentoso y angustiante.

A continuación, Jacinta empezó a relatar anécdotas y datos de su amado hijo y Belkis estaba encantada al saber que era un hombre bueno, respetuoso y amable. Decidieron ir acostarse. Jacinta después de acomodar a Belkis se retiró a su alcoba.

La despertó el ruido del mar. La mañana era esplendorosa. Se levantó y asomó al gran ventanal. El cielo estaba surcado de gaviotas que volaban bajo el fondo del cielo diseminado en diversas tonalidades de azules. Jacinta subió su ropa seca, Se arregló y bajo a la cocina donde la esperaba un sabroso desayuno. Ayudó a fregar la loza y cuando estaba en eso, suspiraba al recordar a Mario y sin pretenderlo, deseaba que llegara rápido. Una rara sensación la embargaba. Mientras ello ocurría y para disimular el nerviosismo, se acercó a la amplia biblioteca, para seleccionar un libro. En ese instante oyó la voz de Mario que le decía:

-¿Cuál género prefieres?, Ella volteó a mirarlo con una espléndida sonrisa.

-Me gusta la poesía.

Pero en sí,- por el momento- ya no le interesaba la lectura, sólo deseaba conversar con él.

Mario se acercó y la tomó de las manos, fijó su mirada en los ojos de ella…notó cierta luz que vislumbraba sentimientos…

-Quiero que estés tranquila, siéntete como en tu casa, lo digo con plena sinceridad. Y, si deseas marcharte, tienes libre albedrío. Eso sí, seré yo, entonces quien quedará triste, ¿me comprendes?

El mundo comenzó a dar vueltas en su mente, pasado y presente efectuaban saltos en el tiempo, ¿qué era aquella sensación? Los instantes transcurrían, sus manos aún unidas…necesitaban responder pero no sabía cómo…

En ese instante sintieron que sus corazones palpitaban aceleradamente, tanto como sus pensamientos. No podían precipitarse y seguir sus instintos, frente a lo que terminaban de experimentar en sus vidas.

¿Y si era la emoción del momento? ¿Las consecuencias de un despecho? ¿La necesidad de cariño?

Dos personas traicionadas, ella ante una espera infructuosa y él con la terrible decepción de un doloroso engaño, pues su esposa, mientras hacia un largo viaje por su trabajo policial, le fue infiel con Martin, su mejor amigo. Experimentó la alegría del segundo embarazo de su cónyuge para posteriormente, comprobar mediante un ADN, que el niño no era de él si no de Martín y por esa razón había huido de su casa para regresar a la casa de su madre, pensando que la distancia sería la mejor barrera.

Así que soltó la mano de Belkis con delicadeza y se sentaron a conversar sobre cosas superfluas, entre ellas la del libro seleccionado por ella quien lo abrió y él le preguntó:

-¿Quién es el autor? -Y ella contestó:

-Andrés Eloy Blanco.

-¿Y qué poema lees?

-El dulce mal.

-¿Puedes leerlo en voz alta?

-Sí, claro: …Vuelvo los ojos a mi propia historia. Sueños, más sueños y más sueños... gloria, más gloria... odio... un ruiseñor huyendo... y asómbrame no ver en toda ella ni un rasgo, ni un esbozo, ni una huella del dulce mal con que me estoy muriendo... Torno a mirar hacia el camino andado... Mi marcha fue una marcha de soldado, con paso vencedor, a todo estruendo; mi alegría una bárbara alegría... Y en nada está la sombra todavía del dulce mal con que me estoy muriendo.

Ambas mentes se trasladaron a sitios diferentes, era el alma aquejada que laceraba ante el recuerdo de los recientes acontecimientos en sus vidas privadas.

Belkis siguió leyendo pero se notaba ausente.

Él, al rato, se levantó y la invitó a caminar por los alrededores. Salieron y la brisa marina alborotaba su cabellera, respiraron hondamente. Ella decidió confesarle que se retiraría a su casa, que le agradecía todo lo que habían hecho por ella y Mario se dispuso a llevarla en su coche.

La dejó en un edificio de la ciudad, ambos intercambiaron tarjetas para verse posteriormente. De vez en cuando se llamaban y tenían largas tertulias, pero no salían juntos.

Pasaron seis meses.

Un día de verano, Mario entró a un cafetín y buscó una mesa alejada de la entrada. Se sentó y pidió un refresco de frutas. La pareja que a los pocos minutos llegó al recinto, llamó su atención. Ellos se ubicaron lejos de donde él se encontraba. Al principio dudó, pero transcurridos unos pocos instantes, comprobó fehacientemente que era Belkis la atractiva mujer que no paraba de sonreír a su compañero de mesa. Aprovecho la distancia que lo separaba de tal pareja, para poder mirarlos sin despertar sospecha alguna.

Recuerdos de aquella inolvidable vivencia, resurgieron, sintió un vuelco de su corazón. Creyó, en su momento, que todo había sido archivado, no obstante…, su turbación lo alarmaba.

Siguió observando y mientras más la veía crecía su admiración por ella. En verdad, era bella, sencilla, natural. Su risa cantarina se esparcía en el ambiente y en una de esas, miró hacia el rincón donde él se encontraba y ¡oh, sorpresa! ¡No pudo ocultarse!

Ella se levantó precipitadamente y se acercó a saludarlo. Después de titubeante diálogo, lo invitó a su mesa. Mario parecía un autómata.

Al acercarse, Belkis le dijo, -Te presento a mi hermano.

En el fondo sintió un gran alivio y respiró profundamente.

Compartió con ellos durante una larga hora…resultó una tertulia amena que les permitió conocerse más.

Entonces, al despedirse, ella le regaló una mirada de cariño…él apretó con suavidad sus hombros, esbozó una sonrisa comprometedora… quedaron, de común acuerdo, mantenerse comunicados; intercambiaron números de celulares y partieron en rumbos diferentes.

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Autores

Trina Mercedes Leé Montilla de Hidalgo (Venezuela)

Beto Brom (Israel)

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*Registrado/SafecreativeN°1705282448777

*Imagen de la Web c/texto agregado

[Beto Brom]

[Beto Brom]

JESÚS, JOSEFINA, RONALD, ELÍAS, EDITH, CRÍSPULO, LILIANA...

Trina y un servidor, agradecemos vuestras cálidas huellas.

[liliana gonzalez]

Un relato muy bien elaborado por ambos y un final no acostumbrado, dos seres que no se unieron en amor tal vez ... despues ;pero si  en amistad

 Felicitaciones a Beto y Trina

mary

[Edith Elvira Colqui Rojas]

BRAVO BETITO

[Elias Antonio Almada]

Excelso trabajo mi estimado

[Ronald Bonilla Carvajal]

hermoso relato a duo, abrazos

[Josefina Camacho]

Dos seres con talento y sueños se unen para compartir un  tema que nos encantó leer , gracias Trina, gracias Beto, por  regalar un momento de sueños y felicidad, abrazo desde el sur.

[Jesus Quintana Aguilarte]

Beto y Trina es un bello e interesante relato el que nos comparten en este post y les felicito por el trabajo a dos manos que tiene verdades y una belleza que atrapa.