Viernes de Bohemia 26 de agosto del 2011

[DR.RANSES BENJAMIN DIAZ BELLIARD]

Mientras espero por la próxima lluvia, que no tardará en caer, veo a esta insufrible ciudad de Santo Domingo, a través del cristal y la persiana de plástico. Los árboles inmóviles y desgarbados, cual recientes náufragos del último diluvio; el termitero: fantasmas varados en una dimensión desconocida; una atmosfera vaporosa y sofocante que lame y relame esta ciudad decrepita; coronada con un cielo sobrecargada de un ejercito de grises nubes de malos augurios. Su mar, otrora de un azul jade o esmeralda, luce un lodazal de un carrandal cualquiera. Y en el interior de esta loca isla: riadas de lodo y pobreza, decenas de miles de desplazado por las inundaciones recientes. Se diría que el huracán Irene por puro despecho se alejo de esa isla, dejándonos su chal nuboso como anatema o pluvial encono.

 

Recordando las imágenes de la tele, mientras escribo estas líneas, viendo esas casuchas de tabla de palma, cartón, cana, zinc o cualquier trozo de hojalata, encontrado en basureros, arrastradas y anegadas con furias por los ríos fueras de sus causes, voy deglutiendo la noticia de los casi cuarenta y cinco mil desplazados, y me pregunto: ¿No serán estos hijos de las estafas de los banqueros y/o de la piñata política de estos y de otros tiempos? Mientras el mundo aún lucha frenéticamente por sortear los demonios de las quiebras bancarias y de las hipotecas sucias, por salvar las desvencijadas economías, banqueros de aquí y de allá, disfrutan de sus cómodas fortunas y pensiones viendo al mundo desplomarse desde sus penthouse con vista al mar, al Cena, Rin, Loria, al Támesis, a las aguas del Hudson, etc…

 

Buenos mis queridos Tainos Locos Bohemios, el día esta lluvioso, una brisa cálida circunda la ciudad, es fin de semana, algunas carteras y carterones, están buchúas por el reciente pago salarial, otras muchas siguen tristes y deprimidas (meno las de los banqueros y políticos) a los mejor quien sabe, hoy alguna piel contraria se equivoque, me considere digno de pena, y en algún rincón remoto de la ciudad, aderezada con algunas copas de más, le haga caso a Cupido…

 

No lleva el río esencias de aromos

Ni madreselvas,

No serpentea manso y cristalino

Por la pradera

Haciendo reverdecer helechos

Ni verdolagas

No se derrumba por las quebradas

Cual manto cristalino

No lleva vocación de fecundidad

Ni permite el chapoteo feliz de los críos

No. Está iracundo el señor río

Llevándose a puentes y sembradíos

Arboles y ganados

Sueños de pobres y promesas

Plegarias y sonrisas

Y el llanto de algún niño… Ransés 2:09 p. m. 26/08/201