Eterno renacer
Ellos arribando a las Bodas de Plata. Con el naciente crepúsculo celebraron el amor. Él le tenía guardadas muchas sorpresas. Era como los magos que sacan del sombrero cualquier cosa y nos sorprenden. A su regreso de viajes milenarios, se van de Aniversario a un Cayo hermoso. Visitaron lugares maravillosos. Sus rostros irradiaban felicidad y se respiraba entre ellos un amor que parecía recién nacido. Siempre ha sido bello ese amor. El lugar era mágico. Los flamencos en las lagunas. Ese baño con los delfines que ella evitó a toda costa. Los hombres de hierro de aquel puente. La Playa Pilar, donde hicieron el amor como adolescentes. El muelle y aquella extranjera corpulenta que cayó al agua. La escultura de madera “Amor Perfecto”, que el le regaló, y hoy es el emblema de la sala de su hogar. El con sus pendientes de atletismo y sus rituales. Los paseos en el autobús. Las ocurrencias, las pláticas, las locuras. Su ternura infinita para con ella, más allá de todos los aniversarios. Aquella pasión de cada día, de cada tarde, de cada noche. Todas las fotos enamoradas que tomaron de aquellos días, como tantas guardadas, retratan un amor casi perfecto. Se entregaron uno al otro. Era como si presintieran que llegarían extraterrestres a arrancarles todo aquello, y para protegerlo, lo estaban apuntalando a toda costa. Fueron días inolvidables aquellos. Fueron días intensos. Fueron días vividos. Podía llegar el Apocalipsis. Y no tanto como el fin del mundo; pero fue un año difícil ese. Un mes más difícil todavía. Tuvieron que enfrentar muchas cosas, tristezas, partidas, enfermedades y cerraron el ciclo con una imprevista tormenta con lluvias y truenos y vientos. Y lo peor de todo es que no estaban preparados para enfrentarla. No la avizoraron. Al menos ella no. Por suerte fue breve. Llegó sorpresivamente. Sacudió. Se disipó. Todavía quedan vestigios del desastre que se irán borrando en el camino. Lo más asombroso es que duró apenas unos instantes. Quizás esa brevedad fue porque el destino les jugó una pala pasada para poner a prueba ese amor, una vez más. Y con el amor no se juega, con un amor así no, porque se pierde. Hay amores que se fracturan al primer impacto, el de ellos no, es de esos amores que se crecen y resurgen como el Ave Fénix. Esa fue la tormenta más breve que he conocido en la vida y la destruyó la fuerza del amor. No la podrá entender, ni comentar, ni el más experimentado Instituto de Meteorología. Solo ellos que la vieron llegar y la resistieron podrán entenderla y hablar de ella, alguna vez. A veces se necesitan fenómenos atmosféricos que sacudan y hagan reaccionar y enseñen a proteger el amor de todo, de todos y contra todo.
Hoy ellos están lejos uno del otro. Han estado separados muchos febreros. Esa fecha les es prohibida por asuntos de trabajo, no por asuntos del corazón. Ella nunca lo sintió ausente. Imposible que pensara de otra manera. El para con ella siempre fue el hombre más tierno, complaciente, amoroso y apasionado del mundo. Le decía frases como: Eres lo más bello al despertar, Tu ternura me desquicia, Lo más hermoso del mundo es el amanecer en Cuba y mi mujer. Quien se resiste a toda esa gentileza, a frases tan profundas y sentidas. Por eso después de cada adiós, el se quedaba en su piel, en sus sentidos, en sus recuerdos y se fue convirtiendo en raíz, en árbol, en fruto, y en todos sus instantes, en todas sus estaciones, en todo su mundo. Era su placer más genuino, su dolor más profundo, su gran amor. Un amor como ese perfuma la distancia. Se burla de la soledad, del silencio, y hasta de las travesuras del cuerpo que aparecen sin pedir permiso. Para muchos el paso de los años es el fin del amor y la distancia su sepultura. Para ellos es un eterno renacer. Y es que el amor siempre estuvo vivo, aún sin estar presente. Y si algún día el instinto se entretuvo a retozar en otros cuerpos, el amor, el alma y el corazón quedaban acorazados, ni un ángel caído del cielo hubiera podido desacorazarlo. A veces la distancia impone riesgos que hay que correr, la soledad acorrala y confunde y se hace fácil buscar algo parecido al amor para salvar el amor mismo. Las personas se aferran al rostro cercano, a la caricia ajena, a la comodidad, y se fabrican situaciones que sacian de alguna manera esa hambre insatisfecha de mujer, hijos y familia, pero el amor es otra cosa. No sé como ellos se las arreglaban para lidiar con todo eso. Cuando el aparecía ella se iluminaba. El siempre llegaba con esa sonrisa sana, con ese torrente de pasión que enmascara cualquier desatino. Y ella lo esperaba con la ilusión del primer día. Después de cada despedida, ella dormía todas las noches abrazada a su última camiseta, respirando su olor, pensando en él, contando los días para verlo de nuevo, ajena a toda la maldad del mundo y sus antifaces. Todos los días se dormía pensando en su amor… el se quedaba en ella después de cada despedida, atrapado en su mente, y ella se quedaba en él como su única mitad. Siempre creyó en el amor de su hombre y no se equivocaba, el la adoraba. Ella fue la mujer más confiada del mundo. Siempre decía que confiaba ciegamente en su trilogía acorazada, amor, alma y corazón. Garantizaba su parte humana y dejaba entre comillas su parte animal. No sé decirles ahora, cómo, dónde, cuándo, ni en qué faceta de sus vidas se han amado más. Y es que amar a lo fácil, con todo en la palma de las manos, eso no es amar.
Esta es la historia de un amor diferente. Un amor fuera de toda lógica en este mundo sin lógica. Un amor perfecto con todas las imperfecciones del amor. Un amor a toda prueba en un tiempo sin amor, donde la flor y los poemas no valen nada, y se fabrican los placeres buscando apellidos y confort, garantía de vida. Un tiempo de orgasmos enamorados en extinción. Esta es la historia de un amor que ha arañado todo por sobrevivir. Ha sido fuerte como las rocas, calientico cada mañana aun sin el cuerpo mismo, latiendo a pesar de la distancia, de los sin sentido, de la soledad, de las fechas, los relojes y los equívocos. Por eso es bello amor, un eterno renacer. Seguirán extrañándose hasta el reencuentro y se desahogarán en esta armonía de palabras que llegan unas veces en el momento que se necesitan, y otras no; pero llegan. Un amor para ser grande tiene que pasar por muchos obstáculos, combinar lo bueno y lo malo, lo alegre y lo triste, saber confiar y esperar, superarlo todo. A este amor se ha impuesto pruebas difíciles, y aún así, infatigablemente, después de haber pasado más de 25 primaveras, el es amor mas esplendido del mundo y maravilloso del mundo. Les ha sido difícil estar lejos uno del otro, tuvieron que andar por caminos empedrados y espinosos y era imposible no salir con un rasguño, una herida, pero todo lo cura el tiempo, cuando de amor se trata, pronto quedara solo una cicatriz. Ahora mirando futuro trataran de vivir todo lo que les fue arrebatado, si la vida y la muerte se lo permiten. Doy gracias a la vida por encontrar historias como esas para contar. Historias que conmueven y nos hacen vibrar y creer que el amor existe.
MARIA DEL C.PERERA MORALES
CUBA