EL HILO DE LUZ
La había visto, sólo una vez, pero quedó sin aliento al mirarla. ¡Todo en ella era perfecto!... ¡No imaginó nunca poder observar belleza tal!...En eso pensaba, fijando sin ver, sus ojos, las profundas y tumultuosas aguas del Iguazú, cercanas a las cataratas.
Él, era uno de los jóvenes y humildes pescadores de la toldería. También era un marginado dentro de ella, pues en más de una ocasión, por desconocer quién había sido su padre, lo habían discriminado sin piedad.
Su gente lo tildaba de retobado y distante.
Era consiente, él no disponía de nada para ofrecerle a esa maravillosa mujer, salvo su profundo amor, su tesonero esfuerzo y el abrigo de sus fuertes brazos.
¡Pero de sobra sabía que ese era un sueño imposible de lograr!
Ella era Ñeambuí, la hija del poderoso cacique de la tribu vecina. El día que había llegado con su padre, a visitar la toldería, todos los hombres quedaron embelesados con su hermosura y su porte.
Pero para él, Iguá, había algo más deslumbrante en la princesa, él había quedado prendado de la fuerza y la dulzura que emanaba su mirada.
Y recordando ese momento, vivenció el brillo de aquellos ojos negros, cuando se posaron en él. No quería esperanzarse, pero le pareció que se habían detenido en el espejo de los suyos, por mucho más tiempo de lo normal. Y fue recién, cuando su padre la tomó del brazo para guiarla, que separados por el gentío, sus ojos se desconectaron. ¡ Pero eso debía ser, producto de su imaginación, o tal vez de sus deseos!...Siguió pensando, vigilante en su canoa, tacuara en mano, dispuesto a la pesca.
De pronto, como un relámpago de fuego a los rayos del sol, vio el destello de un enorme dorado zigzagueando entre las aguas y en un acto reflejo, sin pensarlo, lo atravesó con la lanza. Había sido el broche de oro de su fructífero día de pesca, su gente no pasaría hambre. Con su embarcación repleta, rumbeó para la orilla, sin dejar de pensar en Neambuí.
Pero... ¿cómo conquistarla?... Por más ofrendas que destinara a Tupá, el todo poderoso creador, las diferencias eran insalvables. Pensó entonces, en un acto heroico, en algo que lo distanciara de su cuna, elevándolo.
Fue entonces, cuando descargando la canoa, sintió el fuego de una mirada sobre su nuca. Lentamente, giró sobre sus talones y lo vio: amenazador, rugiendo sordamente y mostrando sus fieros colmillos. Era el enemigo de la toldería, era... Añá, el espíritu del mal, cubierto en una piel de lobo. Era el sangriento "Arará- guazú", que sembraba la muerte a su paso, y ahora lo tenía a él en la mira de sus ojos.
Se acuclilló, lentamente, sin dejar de observarlo en tanto, a tientas, buscaba la firmeza de su lanza. Un reflejo de los últimos sangrantes rayos del sol, al dar sobre las pulidas escamas del dorado, lo enceguecieron. Y al mirar nuevamente hacia donde estaba el arará, esperando el ataque, comprobó que éste, había desaparecido.
Velozmente sus pensamientos tejieron una urdimbre de sueños y se vio victorioso ante su tribu, colocando la piel del arará, ante los pies de su amada. ¡Esto le daría la gloria soñada! Ningún cazador o guerrero, había podido matarlo, pero él sí, se animaría a hacerlo y con este acto salvaría las diferencias de sus orígenes. ¡Puesto que todos, absolutamente todos, le temían a Añá, oculto en esa bestia!
Tendría que actuar serenamente, sin precipitaciones. Primero llevó el producto de su pesca a la toldería, para que las mujeres prepararan la cena y después, sigilosamente, sin decir nada a nadie, se sumergió en las entrañas de la selva.
Iguá en su afán de caza, no se percató de que alguien lo estaba siguiendo, y apretando fuertemente su lanza, fue avanzando entre las marañas de la vegetación. ¡Estaba seguro que el demonio, había estado por allí, su olfato y su instinto lo detectaban! Y como un engranaje más del oscuro sistema de la selva, se desplazaba sin ser percibido, nada más que… por la sombra que lo seguía.
Fue en ese instante, cuando plateado por un haz de luna, distinguió el pelaje, y los ojos rojos, teñidos por el mal.
Lo tenía justo a tiro, se irguió preparando su tacuara. El animal, sorprendido en su madriguera, no atacó, pero estaba en guardia, a la espera de la reacción del hombre, podría destrozarlo con sus colmillos.
Cuando de pronto un vellón oscuro, se adelantó de las siniestras patas y el joven pudo distinguir a un cachorro, que en su inocencia, se había deslizado de la seguridad de la guarida.
Las miradas del hombre y la bestia, se encontraron. Fue entonces cuando comprendió, que el arará, era tan solo, un eslabón en la selva, que no era un demonio, sino un depredador, tal como él mismo lo era.
¡Que el lobo había sido marginado, por la maldad en el alma de las personas, que era donde ciertamente, habitaba Añá!
¡No pudo arrojar la lanza!... Lo enterneció el cachorro. La bajó lentamente, sintiendo que con ello, se desmoronaban todos sus sueños…. ¡Pero no tuvo el coraje de matarlo!... Demasiado había sufrido él, pese al amor de su madre, por ser “bastardo”. ¡No sería él, Iguá, quien por conseguir un trofeo, destruyera una vida creada por Tupá! ¡Tendría que resignarse con su suerte gris, sin el amor soñado!
Lentamente emprendió el regreso, dejando atrás al arará, lamiendo tiernamente a sus cachorros.
Se mordió los labios hasta hacerse sangrar, las lágrimas pugnaban por brotar de sus ojos ardidos... cuando los pasos que lo estaban siguiendo se aceleraron y entonces, la suave mano de Neambuí, se posó, dulcemente sobre su hombro.
Indiscutiblemente, el “Amor”, se basa en la admiración… Pero no son justamente los bienes materiales acopiados, ni la jerarquía de la cuna, lo que une a las almas nobles, lo que realmente las une…¡Es tan sólo... ese mágico hilo de luz, que trasciende el tiempo y la distancia!
Ana María Sanchis
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BELLÍSIMO RELATO. MUY BIEN CONSTRUIDO..
" lo que realmente las une…¡Es tan sólo... ese mágico hilo de luz, que trasciende el tiempo y la distancia!"
Nada mas cierto querida amiga y Poetisa Ana Maria, a eso le sumamos que todo el oro del mundo no compra el amor y de esos ejemplos tenemos muchos. Gracias por acariciar mi mente en el sentir de tu musa.
Abrazo tu alma.
Aris Segovia.
RED DE INTELECTUALES, DEDICADOS A LA LITERATURA Y EL ARTE. DESDE VENEZUELA, FUENTE DE INTELECTUALES, ARTISTAS Y POETAS, PARA EL MUNDO
Ando revisando cada texto para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.
Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.
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CUADRO DE HONOR
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