Menudas diferencias

[Liliana Savoia]

 

 

Menudas diferencias

 

Lulú era una diminuta polilla. Muy pero muy diferente  a las demás. Había nacido totalmente roja como el color de una manzana deliciosa. En su vida todo iba viento en popa, creció y aprendió a volar solita como lo hacían sus hermanas mayores, sin embargo cuando comenzó a  ir a la escuela de polillas, precisamente a la salita de dos, comenzó a sentir que algo no funcionaba como debía ser.

Sus compañeras, al verla, batían sus alitas en señal de burla y aunque la maestra, Señorita Polillotta, la alentara a jugar, tenía que hacerlo solita, porque nadie, ni Juanito, el polillo parlanchín,  que parecía tan bueno, no se acercaba ni a compartir la merienda de trapitos azules y azucarados que su mamá le preparaba

Una tarde se agregó como compañerita de sala una polilla llamada Tonia y para sorpresa de Lulú le preguntó si quería ser su amiga.

Fue un momento importante y mágico para la pequeña polilla ya que desde ese instante no se separaron ni un solo minuto- Las dos disfrutaban de hacer las mismas cosas, como disfrazarse en el rincón del teatro, hojear los libros de cuentos en la biblioteca y lo que más, más  le gustaba a Lulú, saborear juntas las dulces masitas que le preparaba su mamá con trocitos de botones y bies de vestiditos de miel.

Desde la llegada de Tonia, Lulú se sintió diferente, alegre y con ganas de dar paseítos por el patio para disfrutar del sol del otoño. Ya no se sintió sola, tenía una amiga que no le importaba su color, ni sus alitas diferentes. Además las otras compañeras de salita se tentaron  de hacer lo mismo y decidieron no  rechazarla porque Lulú  no era gris plata como ellas y sus antenitas eran tan largas como bigotes de gato. .A  Lulú ya no le importó ser roja, como las rosas del jardín de Doña Paula,  o como los adornos de navidad o las mejillas de los niños en verano.

Todo parecía haber vuelto a la normalidad en la salita de las polillas. La señorita comenzó a enseñarles cuales eran las prendas más ricas para comer y les aconsejó que durmieran solitas en los botones porque ya eran grandes y les aconsejó cuales eran los adornos más calentitos para mirar la tele en el invierno.

Al principio esas enseñanzas les costaban mucho a todas, porque no sabían reconocer de inmediato cual era la lana, o el terciopelo, el raso o el tul, pero a Lulú no le ocurría lo mismo porque había nacido con un poder de olfato especial y con sólo posarse en un vestido,  saco, pantalón o saquito sabía de qué tela se trataba.

A los pocos días de la lección demostró haberla aprendido perfectamente. Sus compañeras se quedaron sorprendidas. Ellas, que se habían burlado de Lulú por ser diferente, ahora estaban arrepentidas porque  veían que, a pesar de no ser gris como ellas, Lulú era muy inteligente. Muy, muy inteligente, casi tanto como la señorita Polillotta., sin embargo, Lulú olvidó todos los malos ratos que le habían hecho pasar con sus burlas y rechazos y las ayudó a estudiar acompañada de  su querida e inseparable amiga Tonia, que fue la que aprendió primero todas las diferencias de telas y el mejor lugar para dar bocaditos, dormir y ver la tele.

La salita de dos fue a partir de entonces un lugar ejemplar. Todas las polillitas se hicieron amigas y habían aprendido que lo importante es mirar para adentro y no detenerse en las diferencias de colores que el entorno  pinta por fuera, eso, es sólo es un capricho de la naturaleza. A partir de ese momento todas se dieron el gusto de almorzar de sus prendas favoritas, ya que habían aprendido la diferencia de  sabores de los tejidos más rico  y los lugarcitos mas cómodos gracias a Lulú, la polilla diferente.

Liliana Savoia

Argentina

 

 

 

 

 

 

 

                                     

                                

[kin mejia ospina]

Ufffffffff!!! encantado de leerte amiga.

[Liliana Savoia]

[Edith Elvira Colqui Rojas]

estupenda hilacion del texto narrativo y prcioso mensaje me hizo gracia la lonchera de telitas azucaradas-muy tierno