En el cine
Aldana era bella, inteligente, audaz y provocadora, siempre estaba seduciendo y exhibiendo su belleza. Esa tarde parecía aburrida en el centro comercial, sentada en el patio de la cafetería, observaba a los demás paseantes como buscando una presa. Y yo llegue sin expectativas. Me ubique en la mesa de al lado observándola de frente, intercambiamos saludos y juegos de seducción. Su sonrisa me provoco invitarla a un trago que ella acepto.
Todo nos llevó al cine, proponían una película romántica con tintes de erotismo a la que convocaba la marquesina de la sala cuatro.
Nuestras intenciones eran claras. Al apagarse la luz, ubicados en la última fila tome su mano y busque su boca en un maravilloso beso, que ella respondió recorriendo mi paladar con su lengua, mi mano busco sus pechos por debajo de la remera y encontré su piel si soutien y allí puse mi boca, comprobando la turgencia de sus montañas carnosas que escale con mi lengua mientras con mis dedos llegaba a su intimidad. Me produjo placer y sorpresa que estaba sin bragas. Entre jadeos y suspiros desabrocho mi pantalón y al instante deglutió mi erección más allá de la garganta bañándola de abúndate saliva.
Así de espaldas a mí se sentó de un empellón, sentí que abría sus entrañas e instintivamente una de mis manos ahogo el grito de su boca, la otra busco alternativamente acariciar su labios vaginales, su timbre clitoriano y sus pechos bamboleantes, breve e intensa cabalgata al cielo de sus orgasmos, uno... dos. ,,,. Otra vez…, mas Y perdí la cuenta que no me interesaba llevar. Empapados por su dulzura líquida. Con la respiración agitada y sus cabellos peinándose en mi pecho permanecimos unos instante que sirvieron para comprobar las marcas de sus dientes en mis manos y pellizcos de sus uñas en mis piernas. Se zafó de su engarce y nuevamente me prodigo de cariño con su lengua en mi falo, erguido, ardiente y muy mojado por sus jugos la llevaron a tomar la decisión,, más exacta imposible, de empalarse por su entrada estrecha. Apretaba sus nalgas frunciendo su anillo, mis manos se prodigaban en su boca, pechos y entre pierna mientras mi boca lamia y mordía su cuello, hasta inundarla sin contemplaciones….. Quede rendido, extasiado de placer y creo que hasta me dormí brevemente, el tiempo suficiente para que ella acomodara mis ropas y al abrir los ojos… Aldana era recuerdo.
Elías Almada
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Graciassssssssssssssss
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Ando revisando cada texto para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.
Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.
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