Todo cuerpo viviente (personas, animales y plantas) irradia calor y energía. Esta energía es La Fuerza Vital, y cada civilización terrícola la ha llamado de diferentes maneras; los hunas polinesios llamaron mana a esta fuerza de vida, los indios iroqueses de Norteamérica la conocieron como orenda, es prana para los hindúes, ruach para los hebreos, baraka en los países islámicos, y chi para los chinos. Finalmente los japoneses, que participaron en su re-descubrimiento, la llamaron ki y ésta es la raíz que aparece en la palabra Reiki. El REI significa para los japoneses Energía Vital del Universo y el KI significa su manifestación benéfica en todo lo vivo.
En la Biblia podemos encontrar muchas referencias a las sanaciones efectuadas por Jesús a través de la imposición de las manos, las cuales pueden verse claramente en San Lucas 4:40, San Mateo 8:14-15 y 20:29-34; en San Marcos 1:40-42 y 8:22-25. Existen muchas similitudes entre las sanaciones que hacía Jesús y la práctica de Reiki. Una en particular es que Jesús podía pasarle a otras personas el poder para curar, lo cual vemos en San Lucas 9:1-2, San Marco 4:10-12 y 34 y San Mateo 13:10-11. Jesús incluso dijo: “Quien beba de Mi boca será como Yo y Yo seré como él. Se le revelarán cosas ocultas”. Y añadió: “El que crea en Mí realizará las obras que Yo hago y aún las hará más grandes.”
En la década de 1870, Mikao Usui, un sacerdote japonés, profesor de la Universidad de Kyoto, después de no encontrar respuesta a una pregunta de un alumno sobre las curaciones milagrosas a través de las manos que Jesús hizo y que así consta en la Biblia, decidió consagrarse, por ética japonesa, a la búsqueda de esta respuesta. Después de largos años profundizando en estudios filosóficos a través de todo el mundo, bebiendo profundamente en el hinduismo, en el budismo, y en las demás religiones, encontró en los antiguos Sutras Tibetanos, la técnica y el método de sanación, así como información teórica de los Símbolos Mágicos, que no se enseñaban gráficamente; quizás por el alto respeto que estos merecen. Con esta parte del camino ya andado regresó al Japón, donde en un monasterio Zen, visitando a un amigo y maestro, tuvo la convicción que debía meditar en el Monte Sagrado Koriyama; donde en la última noche de sus 21 días de meditación obtuvo la iluminación y con esta le fueron dados los símbolos, Mikao Usui había re-descubierto el Reiki.
El conocimiento secreto es también parte de las enseñanzas Reiki, ya que sus símbolos y el proceso de entonamiento son secretos. No se sabe en detalle si Jesús nació con la habilidad divina de sanar a través del tacto o si fueron estos conocimientos adquiridos, quizás entre los 11 y los 30 años, cuando se cree que Jesús viajó al Oriente, visitando la India, el Tibet y China. Si esto fue así, como creemos, Jesús fue sin dudas, un iniciado en Reiki.
Reiki no es una religión, cualquier ser humano sin ningún talento especial o sensibilidad espiritual, de cualquier filosofía, o sin ninguna de ellas, puede tenerlo; sólo basta que así lo desee.
La esencia del Reiki es el amor. Cada uno debe andar su camino hacia Dios, o lo que es igual, hacia el amor. Cuando queramos encontrar ese camino, es necesario disponer de métodos y opciones concretas. El Reiki es para nosotros uno de los más directos.