LA VERDAD DEL CURSO VITAL DE ANDRÉS BELLO
Ensayo (Visión personal)
Andrés Bello, erudito patriota venezolano, humanista, poeta, legislador, filósofo, educador, crítico, lingüista y filólogo; constructor de la Independencia Intelectual de América Latina, a través de una obra, impresionantemente poligráfica (que forma la base más sólida de la cultura hispanoamericana) nació caraqueño, creció cosmopolita y murió chileno.
Nació en Caracas el 29 de noviembre de 1781; se graduó de bachiller el 14 de junio de 1800; estudió derecho y medicina, carreras que no concluyó por dificultades económicas. Por ese mismo motivo, a fin de sostenerse daba clases a particulares, entre otros, al niño Simón Bolívar, hijo de una de las familias más acaudaladas de la capital.
En 1802 fue nombrado Oficial de Secretaría de la Capitanía General de Venezuela, siendo ascendido en 1807, a Comisario de Guerra. En 1810, la Junta Patriótica de Caracas resolvió que Simón Bolívar (que para entonces era un joven radical e impetuoso) y Luis López Méndez (diplomático de la Gran Colombia) viajaran a Londres con la finalidad de solicitar ayuda británica, gestionando todo tipo de insumos y material de guerra para la Independencia. Y se decidió que Bello los acompañara como secretario, ya que sus vastos conocimientos y dominio del inglés les serían muy útiles. Posteriormente, Bolívar regresa a Caracas, y dispone que López Méndez y Bello permanezcan en Londres, donde todavía había mucho qué hacer por la causa. La permanencia de Bello en Londres fue, efectivamente, muy productiva al dedicarse a difundir las ideas independentistas y a recabar ayuda, en toda Europa, en la consecución de los ideales libertarios.
Los primeros meses, recibió la ayuda del venezolano Francisco de Miranda, quien en aquella época residía bajo el amparo británico, con el fin de escapar de la constante persecución española, quien lo había convertido en uno de sus principales enemigos. Bolívar, López y Bello fueron recibidos en su casa, ubicada en Grafton Street n° 27 de la ciudad de Londres, a donde concurrieron reiteradamente con el fin de acceder a las esferas de influencia que Miranda había desarrollado en el continente. Por esta razón, Bello tiene acceso al uso de su inmensa biblioteca que fue una auténtica revelación cultural, en cuyos libros estudia griego y se nutre de otras disciplinas. Después de la partida de Bolívar, Bello es acogido por un tiempo en casa de Miranda, en donde es iniciado en la masonería, en una nueva logia llamada Nº 7 de Caballeros Racionales, de la cual fueron sus fundadores Carlos de Alvear, José de San Martín y Matías Zapiola, mientras que López Méndez ejercía de venerable y Bello de secretario.
En tal medio se desempeñó como redactor, y tomó contacto con personajes como Francisco Antonio Pinto, futuro presidente de Chile, Antonio José de Irisarri, encargado de negocios de Chile (quien posteriormente lo impulsaría en su viaje a Santiago); Servando Teresa de Mier, con quien colaboraría en El Español, James Mill, economista y político escocés y padre de John Stuart Mill, Jeremy Bentham, filósofo inglés, padre del utilitarismo; Vicente Salvá, filólogo español, Bartolomé José Gallardo , Antonio Puigblanch, entre otros.
Pese a la ayuda recibida por Blanco White, la situación económica de Bello se hace cada vez más precaria. En 1812 manifiesta su intención de regresar a su país, pese a lo cual un gran terremoto que asola Caracas el 26 de marzo de 1812 no permite que su familia pueda ayudarlo, dada la pérdida de buena parte del patrimonio familiar. Para agravar más la situación, la derrota patriota y la caída de la Primera República, significa el fin de todo apoyo económico desde América y el encarcelamiento de su amigo Francisco Miranda. Ante tales descalabros, Andrés Bello presenta una solicitud de amnistía que tentativamente habían anunciado el gobierno español ante el fracaso momentáneo de la independencia americana. Tal solicitud aparece presentada en la embajada española en Londres, fechada el 31 de junio de 1813, un curioso error en un eficiente y minucioso funcionario público. En una parte de aquella petición Bello expresa: El suplicante puede alegar también en su favor la notoria moderación de sus opiniones y conducta, que aun llegaron a hacerle mirar como desafecto de la causa de la Revolución; y cita en su abono el testimonio de cuantas personas le hayan conocido en Caracas, de las cuales no será difícil se encuentren muchas en Cádiz.
La petición de Bello no tuvo ningún resultado. Al año siguiente traba relación por medio de El Español con el sacerdote Servando Teresa de Mier, destacado revolucionario mexicano quien publicaría varios textos en defensa de la causa americana. Además se relaciona con Francisco Antonio Pinto, quien en esos momentos se desempeñaba como agregado comercial en la capital británica. Éste le da a conocer a Bello que los patriotas chilenos se han inspirado en el poema épico de La Araucana de Alonso de Ercilla para su causa. Pinto, quien anteriormente se desempeñaba como agente comercial, había sido comisionado por el gobierno de Chile como su agente, primero en Buenos Aires y después en Londres. En este lugar se enfrenta al igual que Bello con la caída del gobierno patriota tras la derrota de Rancagua, que lo sume en una gran pobreza. Pese a encontrarse en una situación similar, Bello ayuda en todo lo posible junto a Manuel de Sarratea al infortunado diplomático. Así traban ambos dos una profunda amistad, siendo Pinto uno de los escasos miembros de su círculo cercano. De regreso a Chile, Pinto tomaría parte en las victorias patriotas en Chacabuco y Maipú, formado parte de la cúpula política del país. En 1827, ante la renuncia del capitán general Ramón Freire a la primera magistratura, Pinto es elegido como Presidente de Chile. Durante su breve ejercicio del cargo, en vísperas de la guerra civil y la derrota liberal en Lircay, en uno de sus últimos decretos nombra a Bello como oficial segundo del Ministerio de Hacienda de Chile.
Sus penurias económicas no menguan con su matrimonio con la joven inglesa de 20 años Mary Ann Boyland, con la que se casa en mayo de 1814. De esta unión nacerían sus primeros tres hijos Carlos (1815), Francisco (1817) y Juan Pablo Antonio (1820). Su vida familiar se ve constantemente afectada por la falta de sustento, los cuales intenta mejorar solicitando un empleo al gobierno de Cundinamarca en 1815, y al de las Provincias Unidas del Río de la Plata al año siguiente. En este último caso, el trabajo fue concedido a Bello, pero por razones poco claras nunca lo asumió en propiedad. Sus situación alcanza en 1816 a mejorar un poco al recibir alguna ayuda por parte del gobierno británico, con lo que puede realizar algunas investigaciones en la biblioteca del Museo Británico. En este lugar se encuentra trabajando, cuando Thomas Bruce, conde de Elgin, presenta los mármoles del Partenón, en 1819. Al año siguiente colabora con James Mill en la transcripción en limpio de los manuscritos de Jeremy Bentham. Su esposa se ve afectada por la tuberculosis, enfermedad de la que fallece el 9 de mayo de 1821, seguida por su hijo Juan Pablo en diciembre de aquel año, siendo el primero de nueve de sus hijos que viera morir en vida.
En esta época trabaría también amistad con el granadino Juan García del Río, y más importante aún para su futuro, conoce en 1819 a Antonio José de Irisarri, quien se había desempeñado como director supremo interino de Chile en 1814, y después de la independencia de Chile como canciller de la nueva República. Ese mismo año escribe a Irisarri solicitándole explícitamente ayuda, con el fin de ser contratado en la legación chilena en Londres. La respuesta positiva se demora, pese a los intentos del embajador en acelerarlos. Tal designación demora más de seis meses, logrando Bello finalmente ser designado para un empleo estable, como secretario de la legación en junio de 1822.
Durante su desempeño como secretario, Bello sigue las instrucciones de Irisarri, a quién se le encomienda lograr el reconocimiento de Chile por Francia y el Reino Unido, además de conseguir un empréstito para la naciente república. El encargado Irisarri responde a órdenes directas del director supremo Bernardo O'Higgins, quien se desempeña en el mando hasta su forzada abdicación el 28 de enero de 1823. Irisarri se ve entonces interpelado por un nuevo delegado del gobierno, Mariano Egaña, quien mantenía una antigua disputa con Irisarri. Bello se ve envuelto en medio de un desagradable conflicto, en el cual se enfrenta con el titular del cargo y su superior directo (Egaña), al mismo tiempo que debe un gran aprecio a su antiguo jefe (Irisarri). Sin embargo, las suspicacias y temores iniciales de Egaña se disipan en el tiempo, al descubrir en Bello una mente brillante. No escatima entonces elogios para hablar de quien se convertiría en uno de sus grandes amigos, haciendo presente en una recomendación enviada en 1826, cuando Bello ya no se desempeñaba en la legación, con el fin de favorecer su contratación por parte del gobierno de Chile.
Dice Mariano Egaña en su informe: La feliz circunstancia de que existan en Santiago mismo personas que han tratado a Bello en Europa, me releva en gran parte de la necesidad de hacer el elogio de este literato: básteme decir que no se presentaría fácilmente una persona tan a propósito para llenar aquella plaza. Educación escogida y clásica, profundos conocimientos en literatura, posesión completa de lenguas principales, antiguas y modernas, práctica en la diplomacia, y un buen carácter, a que da bastante realce la modestia, le constituyen, no sólo de desempeñar muy satisfactoriamente el cargo de oficial mayor, si no que su mérito justificaría la preferencia que le diese el gobierno respecto de otros que solicitasen igual destino.
Concluida su misión, Bello ha agotado los pocos recursos de los cuales disponía, y –sin tener a quien acudir- se ve en medio de una precaria situación económica, por lo cual pide ansiosamente al gobierno de la Gran Colombia (Venezuela) le permitan regresar a su patria, petición que le es negada. Sin él saberlo, Bolívar, le ha propinado el mismo trato que a Luis López Méndez que habiendo regresado a Venezuela, tuvo que salir nuevamente exiliado, casualmente hacia Chile, acusado de conspirador peligroso que debe permanecer fuera de la patria. El Libertador ha sido envenenado por los fluidos de su propia egolatría y su temor a que alguien de tanto calibre intelectual pueda desplazarlo de su gloria.
Le sobreviene una triste época en que la desolación, la miseria, el hambre y otras necesidades, casi se apoderan de su consistencia humana. Por signos fortuitos del devenir existencial, le llega del gobierno chileno la oferta de un oficio, con los gastos de viaje incluidos. Es a Venezuela, donde anhela viajar, pero sólo tiene dos opciones: perecer de hambre o trabajar para un país extranjero. La decisión es obvia.
Andrés Bello arribó a Valparaíso, a bordo del bergantín inglés "Grecian", el 25 de junio de 1829. Era el momento de una etapa de transición del breve gobierno liberal de Francisco Ramón Vicuña, interino de Francisco Antonio Pinto, predecesores de José Tomás Ovalle, Francisco Ruiz Tagle Portales y Fernando Errázuriz Aldunate, activistas y acosados patriotas chilenos.
Fue en Chile donde Andrés Bello, publicó la mayor parte de su monumental obra, en el campo de la jurisprudencia que abarcan siete voluminosos tomos. Dos de los cuales se refieren al Proyecto de Código Civil; tres al Derecho Internacional, los demás a otras ramas del Derecho. Su producción literaria y filológica, comprende el "Compendio de Gramática Castellana", poemas, ensayos, estudios históricos y artículos de crítica.
A pesar de que Andrés Bello nunca pudo regresar a Venezuela, su amor a la patria nativa, fue inmensa, lo que se puede constatar en la nostalgia plasmada en sus escritos. Constantemente giraba dinero a su madre, no obstante las dificultades para hacerlo, pues los envíos generalmente tardaban meses en llegar a su destino, porque para ese entonces, debían ir de Santiago a Londres, y de allí a Caracas, el mismo itinerario que también debían hacer los viajeros.
Chile abrió sus puertas a Don Andrés Bello, adoptándolo como hijo muy valioso, y dándole el afecto necesario para emprender sus obras con entusiasmo. Sin embargo, cuando el gobierno chileno le ofreció darle la nacionalidad chilena, Bello la rechazó, por no querer renunciar a la venezolana, ya que en su interioridad, albergaba la eterna aunque débil esperanza del regreso. Ante su negativa con justificación de principios, se dictó una ley especial, por la cual se le declaró chileno legal, sin tener que renunciar a su nacionalidad originaria.
El 16 de octubre de 1865 muere en Santiago, después de haberle dado a la República chilena un Código Civil y una Universidad, de la que fue Rector vitalicio desde 1843 hasta su muerte. El gobierno chileno después de su deceso y honrando su memoria, hizo publicar en quince volúmenes las "Obras Completas de Bello ".
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Milagros Hernández Chiliberti
Ingeniera de sueños