CUENTO: CHIMÓ

[Obed Juan Vizcaíno Nájera.]

 

Nos asombraba ver, como el viejo indígena José María González Ferrer, Chema, escupía un líquido negro, todas las tardes se sentaba debajo de la gran mata de acacia que había en el frente de su casa. ¿Cómo podía hacer eso? Para nosotros era como una especie de héroe.

Nunca habíamos visto una cosa semejante, nos sentábamos frente a él por largo tiempo esperando a que escupiera. Cuando lo hacía nos acercábamos a ver esa cosa tan rara que salía de su boca. Él se reía, y disfrutaba nuestra presencia que aprovechaba para contarnos sus hazañas en el monte, había sido cazador y pescador cuando vivía cerca del rio Limón.

Un día pescó un bagre que medía más de siete metros, estaba pescando y descansando a orillas del rio, en su lugar secreto de pesca.En todo un día no había cazado nada, de regreso a su caza decidió abrir su mochila y tomó un gran carrete de Nylon en el que tenía su mejor anzuelo. Lo había fabricado el mismo de un pedazo de cabilla resistente. Lo tenía reservado para pescar al gran bagre asesino que se había tragado a dos niños wayuu, según decía la gente. A ese monstruoso pez lo habían bautizado,  yolujaa, demonio.

Chema, había intentado varias veces pescar a  yolujaa,  pero nunca había tenido oportunidad de hacerlo. Ese día amarró el burro, ató el carrete al troco de un gran árbol de cují, le puso al anzuelo un gran pedazo de cebo de chivo como carnada. Se acostó apoyando la cabeza sobre un troco caído, puso su escopeta al lado y se quedó profundamente dormido.

De repente sintió que el árbol se movía como si hubiese una gran tormenta, no había viento y el grueso nylon estaba tensado al máximo. Era  yolujaa, no podía creer que había atrapado al demonio. Tomo el carrete y lo amarró a la montura del burro y comenzó a tirar del gran pez para sacarlo del rio. Fue un gran batalla, casi pierde al burro, casi lo arrastra al rio. Pero era una bestia fuerte y pudo halar al leviatán a la orilla.

El pez no se daba por vencido, se retorcía con furia, daba peligrosos coletazos que podían matar instantáneamente a un hombre fuerte. Fue una larga batalla y el burro ya se estaba cansando. Se acercó al gran pez y se le ocurrió lanzarle una gran escupitina de chimó en la boca, lo hizo en varias ocasiones.

Inexplicablemente, el gran pez empezó a temblar, dejo de dar coletazos y se estremecía en la orilla como si tuviera un ataque de epilepsia, corrió al troco en el cual había dormido y tomó la escopeta y descargó sus dos cartuchos  sobre la cabeza de  yolujaa .El gran pez dejo de luchar, se había acabado su reino de terror.

Sacó a la bestia del rio, lo arrastró lejos de su lugar secreto de pesca, montó su burro y fue a buscar a la gente del pueblo para qué vieran al despiadado  yolujaa. Todo el pueblo vino al rio, vieron al inmenso monstruo muerto en la orilla. Lo cargaron en dos burros grandes, lo llevaron al pueblo para exhibirlo y para comerlo en medio de una gran celebración. Todo el mundo trajo chirrinche, yuca, mazorcas, chicha.

La gente podía estar tranquila, yolujaa había muerto, lo había matado José María, nuestro héroe que escupía petróleo. A veces cuando recordamos al gran Chema, llegamos a la conclusión que ese tiempo de admiración y escucha al anciano indio, nos alejó de muchos peligros y de malos ejemplos, tan comunes en muchas de nuestras barriadas marabinas.

 

 

Obed Juan Vizcaíno Nájera.

Maracaibo – Venezuela.

 

[Rafael Merida Cruz-Lascano]

[Obed Juan Vizcaíno Nájera.]

Gracias poeta!!

Escrito con el corazón, recuerdos fabulados de mis vivencias de niño en mi barrio.

Dios les bendiga!!

Obed.

[MilagrosHdzChiliberti-PresidSVAI]

[Marita Ragozza de Mandrini]

Felicitaciones por el Turpial de Oro y por la unión de los escritores latinoamericanos.

[Obed Juan Vizcaíno Nájera.]

Gracias hermana Poeta, gracias por tus palabras, escrito con el corazón en honor a todos y todas ustedes.

Marita Ragozza de Mandrini dice:

Felicitaciones por el Turpial de Oro y por la unión de los escritores latinoamericanos.

[LCDA. MIRNA LOPEZ BAEZ]

Felicitaciones por El Turpial de Oro.

Un abrazo