Anecdotario Tovareño
-Oh, Reina que perduras en el tiempo-
A Doña María Juana Dávila Celis,
Nos relata José Manuel Quintero Strauss, una semblanza del origen de las Ferias de Mérida -dedicada a Orlando Paredes-
La
historia de las ferias del sol llena de recuerdos nostálgicos de aquellos años de la Mérida que se nos fue y tienden a perderse en el olvido. Desde tiempos coloniales se ovacionan las fiestas relacionadas a eventos religiosos, a principio del siglo xx y tiene su origen en la llamada “Semana de Mérida” los carnavales se celebraban con gran fastuosidad atractivos trajes, disfraces originales y comparsas, se ovacionaba para conmemorar la fecha en que nuestra ciudad se adhirió a la causa independentista [16 de septiembre de 1810. Tal celebración data de los años 1965-66, y se conmemoraba en la antigua Manga de Coleo ubicada cerca donde funciona el Hospital Universitario.
Entre las reinas de aquella época estaban Kira Zerpa Urdaneta, Coromoto Montes y Marilú Mendoza, Reina de la semana de Mérida.
Hablando de belleza les tengo la reseña de una ex reina; Se trata de María Juana Dávila Celis, quien nació en la actual casona de la Hacienda las Tapias, un 24 de junio de 1926, hija de Don Eloy Dávila Paredes y María Luisa Celis Briceño.
Con su caballete en mano, rodeada de niños y personas del sector, a esta niña le gustaba la pintura, el arte en óleo sobre lienzo, su preferencia eran los paisajes y flores. Le encantaba la naturaleza, los ríos, sus montañas, amó siempre a su Mérida y la sigue amando. Solía dar paseos montando su lindo caballo moro azul llamado Abdul. El hermano mayor el Dr Eloy Dávila Celis fue siempre su norte, su consejero y su médico.
Su padre murió cuando ella tan solo tenía 12 años, y, su madre junto a los siete hijos se encargó de la hacienda, enfrentando su rol de mujer.
María Juana estudió el bachillerato, luego se encargó del cuidado de su madre, es la menor y la niña consentida.
Participó en un reinado de ferias, de la cual fue coronada reina, María Juana es noble, caritativa, culta y alegre, además hermosa en todos los sentidos. Ella, es hoy en día tal cual como la describía su mamá es una persona recta, serena, sin cambios de carácter, prudente y con mucha psicología para tratar a las personas. Más adelante conoce a un estudiante de la facultad de ingeniería en plena plaza Bolívar, y con sus amigas acertó en son de broma, que con él se casaría. Su esposo un joven apuesto, romántico por excelencia, tocaba la guitarra y cantaba bellos boleros; Edgar Yépez Gil Joubert, era nativo del estado Lara. María Juana, al casarse vivió muchos años en Barquisimeto, pero su tierra nuevamente la llamó, y desde hace cincuenta años reside en su hermosa Mérida. María Juana. Perteneció a las damas salesianas, trabajó con las granjas infantiles, con los niños de Fe y Alegría y en pequeños costureros con otras señoras.
Actualmente reside con uno de sus hijos, y, en su recuerdo lleva siempre a su mamá, hermanos y su amada hacienda las Tapias, ubicada en la av. Andrés Bello.
Hoy en día a sus 97 años, es soñadora, alegre, apacible, sigue amando su naturaleza, su familia y sigue dando consejos de unión familiar, de amar la vida, amar a Dios y dar gracias en todo momento. Su hija Judith la disfruta al máximo, canta con ella y le escucha sus cortos poemas que aún le llegan a su mente. Interpreta con frecuencia una canción llamada lamento gitano y recita constantemente. Quien les escribe, le canta y envía audios desde su ventanal musical tovareño, a esta reina y maravillosa dama merideña que perdurará en el tiempo.
Tovar, Mérida Venezuela
Albricias, muchas albricias
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