Amigo,
hoy he llorado por vos,
te fuiste callado,
sin avisar,
solo.
Me enteré tarde,
por casualidad,
alguien me lo dijo,
lloré en silencio tu partida.
Me acordé de tu ultima visita,
siempre solo,
sonrisa de Quijote adolorido,
bajo tu brazo,
tus sueños no realizados.
No se si fue para mi más triste
tu muerte o saber después,
que te fuiste apagando
en tu soledad,
quizás en el abandono.
No quiero que se mueran
más amigos y amigas
torturados por el olvido.
¿Por qué no te quedaste
entre nosotros al visitarnos?
Te pedí que no te fueras,
presentía tu pronta partida.
Quédate,
te dije cuando te ibas,
me dijiste que regresarías,
que pasarías un tiempo con nosotros,
tal vez esa navidad.
No pude retenerte,
tenías tus raíces en tu pueblo,
con tu gente que poco te comprendía.
Querías construir un Mundo Otro,
tenías tus sueños imposibles,
anclados a tu destino.
Te fuiste,
no se si moriste con sed,
con hambre,
o frio.
Una noche me llamaste,
para preguntarme por un amigo,
te dije que ya había partido,
a encontrar la trascendencia.
Hiciste un largo silencio,
se que lloraste,
te dolió la noticia,
como me ha dolido a mí,
saber que partiste hace apenas doce días.
Ahora me siento entre el dolor
y el remordimiento,
no debí haber dejado,
que te marcharas a tu soledad,
a un pueblo que no guarda
ningún recuerdo de ti,
ningún agradecimiento.
No quiero que mueran mis amigos,
en caminos sin retorno,
y en soledad.
No quiero que se vayan callados,
sin avisar.
No quiero que se mueran con sed
hambre o frío.
No quiero enterarme en tiempo pasado,
quiero ser solidario en presente.
No quiero que se apaguen sus vidas,
entre abandonos e indolencias.
No quiero que mueran torturados,
en el más triste olvido.
Hoy,
lloro tu partida,
tu muerte a la distancia,
tu adiós en soledad.
Obed Juan Vizcaíno Nájera.
25 de Enero 2010.
(Doce días después de la partida de Claudio González,
en Santa Bárbara del Tuy)