Debido a las diferentes opciones que se presentan para subir mis humildes escritos y poesías, no estaba muy seguro en que grupo iba a subir esta hermosa “Historia de Amor” Hoy gracias a la invitación de nuestra Linda y Querida Paisanita Milagros me decidí a subirla en este Hermoso Grupo, "Relatos de Amor", Ya que es un hermoso recuerdo que me marco para toda la vida. La foto que la acompaña es de mi Linda y Amada Viejita Ana Teresa cuando tenía treinta años.
Es tan larga la lista de las manifestaciones de amor que recibí de mi Linda y Amada Mamá, que si tuviera que escribirlas en un libro estoy completamente seguro que nunca lo terminaría, pero parece mentira que sin necesidad de hurgar como un loco en ese hermoso baúl de recuerdos, la primera que aparece y que me marcó para toda la vida de una manera muy especial y que todavía es razón de mis lagrimas como en este momento que estoy escribiendo, se remonta a sesenta años atrás cuando yo tenía ocho años de edad.
A pesar de vivir en una urbanización de clase alta, nuestra situación económica era precaria ya que mi Papá se había quedado sin trabajo y nuestra dieta diaria era guarapo negro (café pero muy clarito para que rindiera) con pan duro, y recortes de jamón y queso, que religiosamente buscábamos cada dos días en la lujosa panadería de la urbanización, donde por tan solo Cinco Bolívares, nos daban aparte de los recortes de jamón y queso un saco de los de harina (50 Kgs) completamente lleno de pan salado, dulce, cachitos, etc.
Uno de esos tristes pero aleccionadores días, hubo cambio de menú ya que como por arte de magia, apareció medio kilo de arroz el cual ya cocido para nuestra alegría, mi Pobre Viejita repartió religiosamente no solo entre mi papa, los ocho hermanos y dos nietas, ya que mi Amada Hermana Mayor Mimí vivía también con nosotros y sus pequeñas hijas. Éramos en total doce comensales, con ella incluida por supuesto, pero solo sirvió ¡ONCE! Platos, ya que ella no comió.
Cada vez que recuerdo mi reclamo cuando ella se sacó de la boca el pequeño bocado de arroz que agarró de mi plato y lo volvió a poner, porque lógicamente también tenía hambre, no solo sin poder evitarlo lloro como un niño, y no me maldigo, en TERCER lugar porque es malo maldecir, en SEGUNDO lugar porque yo era un niño y en PRIMER lugar, porque es un ser “Bendito” el que tiene la dicha de tener una Madre “Bendita” como la mía.
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Muy bello relato, amigo. Yo no tuve la dicha de conocer a mi madre, ni siquiera en retrato. Si tuve la suerte de ser criado por la segunda esposa de mi padre, una mujer que inculcó valores morales que me sirvieron para hacerle frente a la vida. Un abrazo desde Margarita.
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Ando revisando cada texto para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.
Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.
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