Había dejado de amar su cuerpo y aprendió a vivir más allá de su piel...
María observaba su cuerpo mutilado por la enfermedad. Esa noche cubrió con un paño el espejo de su cuarto, recogió la ropa del que un día fue su amado, cerró su cuarto y decidió no llorar más por lo que pasó. Él se había cansado de su larga lucha y con un frágil amor, fue más fácil partir que luchar con ella.
Con su autoestima baja y su cabello recién comenzando a salir; rellenó su pecho y decidió aceptar la invitación de sus amigas de siempre que la esperaban en pequeño bar de la localidad. Allí, entre risas simuladas, un hombre desconocido le envió una hermosa flor. Sus amigas sonreían con picardía, por lo que ella pensó, era un detalle preparado para ayudarla a superar tanto dolor. Pensando que era mejor seguirles la corriente, no sólo aceptó la flor, también una seductora invitación que a las pocas horas llegó.
Fue en una habitación de una posada ubicada por el malecón. Con las luces apagadas y las copas en sus manos, brindaron por la vida, por el encuentro, por el despertar de la pasión. Las manos dulces de aquel amante, acariciaron su cuerpo sin recelo, haciéndola sentir la diosa que un día fue. Sin palabras, entre el llanto silente que recorrió su alma, agradeció a la vida por ese presente que parecía amor. La noche cómplice se convirtió en eterna para dar tiempo a los amantes en fundirse en un solo ser. Al despertar y verlo dormido tan profundo, no se atrevió a preguntar lo acordado con sus amigas; así que decidió dejar algo de dinero junto a la cama y en silencio se marchó.
A partir de ese día, algo cambió en ella; tal vez sus ganas de vivir y luchar por la reconstrucción de lo que un día fue su cuerpo. Sus amigas la observaban reluciente, cada día más hermosa; nunca imaginaron que aquella noche un desconocido la regresaría a la vida, por lo que muy animadas sin comentar lo sucedido, salieron una noche más. Habían pasado tres meses y aun así, buscaron el mismo bar. Se tomaron unos tragos, al rato llegó un mesonero con una nueva flor y un sobre cerrado. María miró a sus amigas, diciéndoles que ya no hacía falta otro presente igual; las amigas confundidas negaron su autoría, por lo que la mujer nerviosa abrió el sobre. Allí se encontraba el dinero que le había entregado al hombre desconocido y una nota que decía:
-¡No te he podido olvidar!
Según le contaron, aquel hombre cada viernes frecuentaba el bar, donde tantas veces había compartido con su amada esposa. Pero un día el cáncer le ganó la batalla, y sólo le quedó llorar y vivir de sus recuerdos; hasta esa noche, de un encuentro fugaz, donde conoció a una extraordinaria mujer llamada María.
María, con sus ojos nublados escuchó el relato de sus amigas. Cerró la carta, volteó su rostro; y sus miradas se encontraron para siempre.
Por: Eva C. Franco.
(Derechos Reservados)
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Gracias a ti por leerlo y compartir tu sentir, regalándome tan lindo detalle.
Un abrazo.
¡Gracias María!
Es un relato muy especial para mí, está dedicado esas luchadoras por la vida y por su derecho al amor, más allá de la adversidad.
Un gran abrazo.
Que lindo relato, el amor nunca deja de ser y hay que amar sobreponiéndose a cualquier situación.
encantada de leerte
¡Gracias a ti por pasar! Es un relato al que le tengo un especial efecto, lo escribí pensando en tantas mujeres que luchan contra le cáncer y por tantos hombre que acompañan ese sentir. No todos se marchan, hay muchos que se quedan, amando con el alma.
Recibo con mucho cariño tu corazón.
Un abrazo.
Querida Eva
¡Qué ternura!
Me ha emocionado tu relato,
será que soy muy sentimental
y me ubiqué en aquel bar como un
cliente más mientras observaba
la escena de aquella mirada de amor.
Me encantó leer tu trabajo.
¡Felicitaciones!
Un beso y un cálido abrazo desde mi verde valle.
Cecill Scott.
¡Gracias Cecill! si logré transportarte a la escena, me doy por satisfecha por haber logrado transmitirte mi sentir
¡Eres un sol!
¡Gracias mil! Estoy muy emocionado, ese relato es muy especial para mí.
No tenía Internet, y recién me estoy enterando al tratar de ponerme al día con la correspondencia.
Ha sido un verdadero honor participar.
Les envío un inmenso abrazo, de todo corazón, en nombre de tantas mujeres que luchan por sobrevivir a una enfermedad y a la lucha por mantener su autoestima al nivel de su esperanza.
Besos.
Y dese mi orilla, en la Isla de Margarita, te envío un abrazo con la brisa de la gaviotas para que te regfresques con mi afecto.
RED DE INTELECTUALES, DEDICADOS A LA LITERATURA Y EL ARTE. DESDE VENEZUELA, FUENTE DE INTELECTUALES, ARTISTAS Y POETAS, PARA EL MUNDO
Ando revisando cada texto para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.
Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.
http://organizacionmundialdeescritores.ning.com/
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