AQUEL MARTES DE CARNAVAL

[Ana María Sanchis]

AQUEL MARTES DE CARNAVAL

Ella era pequeña, demasiado chica… pero las curvas de su cuerpo alto y esbelto, la camuflaban completamente, no permitiendo detectar su escasa edad. Corría un verano soleado y apacible, febrero florecía en todo su esplendor y en vistas de que ya habían vuelto de las vacaciones y que no le permitían concurrir a ningún lado, se fue a pasar unos días a la casa de una tía segunda, soltera y compinche, a quien quería entrañablemente. Todos los días tomaron como rutina concurrir al cine, donde se deleitaban viendo películas. Al llegar el fin de semana, además, por la nochecita concurrían al “corso”, porque había estallado con todos sus colores el “Carnaval”. Enfundada en el rojo vestido de talle bajo, con pequeños lunares blancos, ella era el centro de atención y más de un galán que pugnaba por mojarla o echarle papel picado… ¡Y justamente  allí, no estaba su papá para increparlos enojado!

Si bien de esa forma lo pasaba de maravillas, a ella, lo que realmente le apasionaba, era bailar…sí, bailar por el baile mismo. ¡ Pero ni pensar en poder hacerlo! Para colmo como a su tía, no le atraía en absoluto la danza, no tenía ni la más remota posibilidad de lograrlo. Pero, indiscutiblemente, cuando las cosas tienen que suceder…los ángeles trazan senderos insospechados. Y así ocurrió que una amiga de su tía, le comentó que quería llevar a bailar a su hermana menor, pues hacía poco había cumplido los quince años y le preguntó si ellas, querían también ir.

Llegó el tan ansiado “martes de carnaval”  y al llegar la noche, se comenzaron a arreglar para la salida. Ella había llevado sólo el vestido de los lunares, pero… no le parecía muy acorde, era demasiado formal para los festejos del “ Rey Momo”. Además, todos se  darían cuenta de la edad que tenía, y por ende no la iban a sacar a bailar.  Entonces, del fondo del bolso, donde lo había escondido de los vigilantes ojos de su madre, celosa cancerbera de ese tesoro de hija única, extrajo el pantalón negro que le sentaba tan bien y aquella remera amarilla, que dejaba sus hombros al descubierto. Se vistió, se iluminó los labios y recogió su cabello hacia un costado, con un ramillete de coloridas flores, con predominio de amarillo, que le prestó su tía… ¡no parecía tener catorce años!

Tomaron el colectivo para dirigirse a un lugar bailable que les habían recomendado. Pero de repente, nuevamente los “Debas” del Señor intercedieron y el motor del autobús se paró. Al agacharse para ver por donde estaban, vieron un predio decorado con un inmenso pino iluminado con luces de colores Casi al unísono se preguntaron “ ¿Y si bajamos aquí?”, y si más, descendieron del transporte antes de que arrancara mágicamente.

Ingresaron a un enorme lugar de baile, bajo un cielo bordado por un enjambre de estrellas y se acomodaron a la vera de la pista.

Los muchachos, prácticamente se desnucaban para sacarla a bailar, pues aparte de su atractivo, era una extraña que había irrumpido en medio de una comunidad, donde todos se conocían. Pero a ella, por timidez, le costaba mirar fijamente, o directamente, vaya a saber uno por qué sortilegio, no vio a ninguno…Hasta que, cuando comenzaron a sonar las notas de “Only You” a escasos pasos de ella, un muchacho alto y fuerte, vestido con saco blanco, corbata y pañuelo patito como su remera, la miró fijamente y le cabeceó para salir a bailar. Ella se acercó como hipnotizada, él la tomó entre sus férreos brazos y entonces tímidamente apoyo la mano sobre el hombro de él, para comenzar a bailar.

A esa siguieron una, y otra pieza más… y así continuaron bailando juntos, toda la noche.  Hablaron de muchas cosas…en fin, de casi todo. Pero ella se cuidó muy bien de decirle su edad, sobre todo sabiendo que él era todo un hombre, próximo a cumplir sus diecinueve años y que no querría relacionarse con una “mocosa”.

Al finalizar el baile, ambos se habían dado sus números telefónicos y se estaban despidiendo, cuando anunciaron por los altoparlantes, que el próximo viernes habría un ”asalto”, como baile extra. Él le pregunto: _¿Vendrás?_ A lo que ella le respondió: _ ¡Es muy difícil!.. No sé si papá pasará antes a buscarme. O si mi tía me va a querer traer._ Y así se despidieron, costándoles muchísimo desprender sus manos… y sus miradas. A él, le dijeron sus amigos: _ ¡No te hagas ilusiones, ella es de la Capital, no la ves más!_ Y en cuanto a ella, su tía consiguió el permiso para que la estadía se prolongara, dándole la oportunidad de concurrir al “asalto”. Y aquel viernes, víspera de sábado de carnaval, después de acicalarse tal como lo habían hecho el martes anterior, rumbearon esta vez, las dos solas, al mágico lugar del pino iluminado. Él estaba en la puerta, su cara se iluminó con una amplia sonrisa, cuando la vio, se acercó a ella y no se separaron hasta el final de la velada. Cuando la misma terminó, él se ofreció a acompañarlas. Ella se sentía  atraída por él, pero hubo algo que manifestó, algo que en su mundo de “ nena bien ” estaba vedado comentar. Lo que realmente la enamoró fue cuando él, con total franqueza le dijo: _ ¿Sabes? Para poder acompañarte, le tuve que pedir prestado a un amigo-

Pasó el tiempo y luego de luchar con denuedo contra todos los obstáculos impuestos por la escasa edad de ella y las diferencias sociales, lograron estar juntos. Y juntos construyeron y vivieron un mítico amor de ensueños. Muchos fueron los logros conseguidos por ambos, en todos los niveles, pero un aciago día, muy tempranamente, el soplo de la vida de él se extinguió terrenalmente. Pero su luminoso ejemplo de luchador incansable, su signo de franqueza con su mano abierta y extendida, siguió guiando el camino de ella y también el de sus hijos.

Por eso, aquel “martes de carnaval” fue el día en que el Altísimo, utilizando como excusa las fiestas paganas,  encomendó a sus mensajeros, los  ángeles, que hicieran el maravilloso milagro de entretejer coincidencias, para poder juntar a dos almas de luz, que tal como el Creador bien sabía, permanecerían unidas … hasta la eternidad.      

 

Ana María Sanchis

[N€nf@___Nancy Beatriz Fuentes]

Emotivo y conmoverdor relato amiga que leí con sumo placer.

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