CARTA Nº 3. RENGLÓN NARRATIVA. CONCURSO ANDRES ELOY BLANCO
LAS CARTAS DE LA PRINCESA SAYAKA
AUTOR: ALBERTO JOSÉ ÁLVAREZ GONZÁLEZ
Primera carta
Primavera
primer novilunio
Me desperté hoy, un prisma reflejando besos en mis ojos. Todos esos besos furtivos, escondidos, juguetonamente apasionados, que aun mis labios no han tocado.
Sólo conozco el calor del sol en mi boca, y el de mis manos cuando la tocan.
Hubiera querido nacer plebeya, regodearme en vanas querellas, y reír con todo el aire
de mis pulmones, cual vulgar doncella.
Sentarme a la orilla del río, y comer pescado sin importar que me haga un lío,
comer con mis manos, como cualquier aldeano; sin tener que soportar esas miradas acusadoras que cual agujas se clavan en mi cuello, porque pierdo momentáneamente,
la compostura.
Pero mi tiempo no me pertenece. Está secuestrado por mi abolengo, comprometido con la política de mi padre, de mi pueblo. Mi vida transcurre entre silencios, más silencios y pleitesías, sin que mi sonrisa vea la luz del día.
Hasta para contarte sobre mi, amante desconocido, recurro a un malestar físico fingido;
y sólo de esta manera, quito tiempo al tiempo, para escribirte esta esquela.
Es muy probable, que el conocerte, me esté vedado por mi destino; porque nací princesa sin pedirlo, y eso no puedo evadirlo, sin provocarme la muerte.
Esta noche, en la soledad de mi alcoba, la luna me muestra su primer rostro primaveral,
y su sonrisa me roba, lágrimas que presurosas corren mejillas abajo, y no existe fuerza suficiente en mi, para contrarrestarlo.
Ahora debo dormir, amor. Te escribiré nuevamente con el cuarto creciente. Mis besos vírgenes resguardo en mis pechos hasta que tú vengas a desflorarlos.
Tuya,
Sayaka
Segunda carta
Primavera
segundo cuarto menguante
Hoy despierto con los ojos hinchados, bañados de tanto llanto. Me estoy odiando a mi misma, por haberte fallado. Se que prometí escribirte con el cuarto creciente, pero mis deberes reales se hicieron presentes. No obstante estoy aquí, aunque no estés frente a mi,
ni yo te pueda sentir.
¿Cómo acallar esta pena que me condena, que me agobia sin reposo, cada vez que mis deseos de gozo, se encuentran a solas conmigo, infligiéndome castigo? La primavera se despide sin detenerse en sus andanzas, llevándose con ella, mis esperanzas. El año, entrando en su pubertad, se hace pesado, abstraído, como si estuviera dormido, privado de libertad. Pronto abrirá sus brazos a la cosecha, y es mi obligación en esa fecha, recorrer los campos con mi padre; debo aprender de él, mis responsabilidades venideras; mas aun siendo, única heredera, y por demás, mujer, tengo que cumplir con mi deber, serle fiel.
Espero que mi mano, pueda contarte cosas nuevamente, en el último plenilunio de verano,
lo cual haré gustosamente. Compromisos que me esperan, no lo permitirían de otra manera. Mas aquí estaré, amor para hablarte de mis cuitas con fervor. Esta vez mis besos, llenos de embeleso, a ti vuelan en las alas del dragón dorado, para que sean dulcemente desposados
por tu amor intenso.
siempre tuya,
Sayaka
Tercera carta
Otoño
segundo novilunio
Hoy el frescor de la mañana, erizó mi piel, recordando tus besos de miel. Han pasado tantas lunas, cuando tuve la fortuna de ser, por primera vez, tu mujer. No dejaré que la lluvia caiga en mi alma, pues finalmente nuestros ojos se dieron cita en calma; en aquel inesperado encuentro, en los campos de arroz, y mi voz, se unió a las notas del delicado shamisén, que también, resuenan con su vaivén, quedas, acariciándome el corazón, con la suavidad de la seda. Tu aire de guerrero me subyugó en secreto, y el recuerdo de mi entrega, hace latir mi intimidad entera, humedeciéndola poco a poco, de un modo discreto.
No me arrepiento, amor, no te miento. Se que la próxima vez, el canto de las primeras nieves, encontrará acurrucada mi tez a tu pecho, latiendo de éxtasis, de amor satisfecho.
Estaré esperándote con mis ansias prisioneras en tu recuerdo, y el sabor de tus labios adueñándose de mis emociones, de mi ser, de mi verbo, sin restricciones. Te aguarda en el canto del ibis, el rozar del bambú, y la poesía, esta princesa que te ansía.
eternamente tuya,
Sayaka
Última carta
Invierno
segundo cuarto creciente
Apenas si logro sostener el pincel para escribirte. He destrozado un sinfín de pergaminos,
la tinta ya se agota, me abandona el tino, y no se ni que decirte.
Ya no soy aquella que conociste, en los campos de arroz durante el verano. Mi piel se ha entristecido desde que te fuiste, no coordino, me tiemblan las manos. Hoy mi doncella me ha dicho, que no hay noticias de tu regimiento, por un instante sentí, perder el conocimiento. El crudo invierno ha traído consigo un frío cortante, inclemente que de mis huesos, se ha hecho un inquilino permanente. Para añadir a mis pesares, mi padre ha enfermado gravemente, pues no comprende mi inapetencia, mi melancolía, y sufre desconsoladamente, por causa mía…
Mi doncella ha regresado, para decirme que en este justo momento, mi padre ha muerto, y ya no tengo consuelo.
Si tan sólo supiera que aun vives, que tu corazón me espera, habrían mas fuerzas en mi,
para alivianar mi pena, el ser la única heredera, en mi delega, compromiso con mi pueblo, con la memoria y el honor de mi padre, y ya no puedo escaparme, de esta vida obligatoria, que a mi llega.
Algo si te prometo, guerrero mío: te esperaré hasta el final de los tiempos, resistiendo los vientos, y gobernando con bríos. Si aun así no regresas, moriré con el sabor de tus besos,
y la pasión de tu cuerpo enclavados en mi alma y en mi fe.
esperando saber de ti,
tuya hasta el fin,
Sayaka