Un poeta, cuyo nombre no recuerdo, decía que le bastaba mirar el cielo a través de la ventana para que su alma se perdiese en la inmensidad.
Yo solo necesito el perfume de las violetas para que en las tardes de otoño venga a mi memoria la imagen de la vieja que barría las hojas secas en la calle de mi infancia. Todo el tiempo murmuraba, como si fuese una plegaria
Come è bella la storia… da gusto contarla… ¿quieren que la cuente?
Los chiquilines, para hacerla enojar, saltábamos a su alrededor pisoteando las hojas que ella, trabajosamente, amontonaba.
-Contá, contá, nona, contá, la linda historia.
-Había una vez… la historia es bella… ¿quieren que la cuente?
-Quieren que la cuente, quieren que la cuente, pero no la contás nunca.
-La historia es linda y triste… me hace llorar… tiempo atrás, en Italia, los soldados iban a la guerra…desfilaban antes de partir por la avenida de mi ciudad…yo solamente lo veía a él, el más guapo de todos, marchaba adelante, erguido, cantaba con entusiasmo:
“Sul cappello, sul cappello che noi portiamo
C¨ê una bella penna nera
Che a noi serve per bandiera”
Sin darme cuenta me separé de mi grupo, rogaba y exigía ¡Dios mío, hacé que me mire!... ¡oh! él giró la cabeza hacia mí, le arrojé un ramito de violetas, él lo atrapó en el aire, lo besó, tocó con orgullo su sombrero alpino y depositó mi ramito junto a la pluma negra…Sonriendo me saludó, sin embargo su mirada era triste, como si toda la pena del mundo se escondiese en ella.
_ ¿Volvió de la guerra?
-¿Quién? Yo no fui a la guerra, vine a América.
-Vos, no, el soldado que te saludó.
-No sé…Han pasado tantos años, no me acuerdo, volvieron muchos…la storia é bella… è bella y cierta, tan cierta como que dos y dos son cuatro...
Hartos del juego diariamente repetido, los chiquillos nos alejábamos y la pobre vieja barría, barría tratando de amontonar las hojas que el viento desparramaba mientras en su memoria se dispersaban los recuerdos y su historia era una llama que se apagaba.
La nona ya no está…las hojas de los árboles continúan cayendo…los niños envejecimos…a esta hora que en el cielo se enciende la primer estrella, en mis ojos se hace lágrima la figura de la viejita llorando su ilusión de amor en la calle de mi infancia.
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