Prólogo al libro Estalactitas del tiempo, de Marlene Retana Guido, publicado por Editorial Poiesis, 2016.
Marlene Retana ha asumido el reto de ser lo que es, poeta por todos los costados, aunque la vida la empujara por tan diversas sendas, nunca dejó el ejercicio del poema. Por eso, luego de que en plena juventud participara algún tiempo en los talleres del Círculo de Poetas Costarricenses, hace unos dos o tres años, llegó a nuestros talleres del Grupo Literario Poiesis, no solo con poemas, también con magníficos cuentos. Pero ella es, como también lo son los grandes cuentistas, una Poeta.
Y ahora echa a andar, y como tenía tres poemarios en el tintero, le dije, deme éste para Poiesis: “Estalactitas del tiempo”, que así empiezan a definirse estos poemas: Son mis estalactitas, / instrumentos de dolor, cuando las toca el agua, / tintineantes huesos en las brisas del mar.
Sí, se trata de un poema-prefacio, o introductorio con el título que da al poemario. Luego deviene en tres estancias: primero, Desgloses de una soledad, que en realidad resignifica muchas soledades y quizá la del lector, que al otro lado, de las páginas del libro, se encontrará con sus poemas. Aquí se establece un homenaje a los seres queridos, presentes y ausentes, su madre, su padre, su hermano, un amigo, un poeta que admira, y muchas otras soledades, porque el poeta es quien canta nuestros silencios, Marlene está cantando, conversando, haciendo gestos, sudando y doliéndose, pero también se regocija y ríe, y se enamora y echa pañuelos a volar para que los recojamos como recogemos las frutas que el árbol va dejando a nuestra vera. El hacer estos homenajes es un propósito increíble, porque resulta difícil proponerlo sin caer en los estereotipos, y bueno, eso no importa tanto, caer en el tópico gastado, es más peligroso; pero Marlen es una poeta de oficio, ella va y se enfrenta a la dúctil materia de sus amores, de sus dolores, de los recuerdos y de las proyecciones que siempre hace en su vida, ella que se sabe llena de sueños. El tríptico a su madre en tres temporalidades es un camino que nos muerde la propia vida y hace que arañemos las paredes para convertir ese tributo en nuestro propio tributo: Y sí nacimos, madre, como pañuelos blancos, / entre el apuro de la higiene / que nos trajo a la desnuda / promesa de este mundo. (Madre hoy).
Por eso, le digo, nunca es tarde cuando la dicha es buena. Fuimos amigos de jovenzuelos y ahora que lo somos un poco más maduros, que no tanto, entiendo que su palabra no podía estar guardada en algunas gavetas, con algunas publicaciones esporádicas en revistas o periódicos, y Estalactitas del tiempo nace para que el lector siga estas huellas, de ahora y en adelante. Nada será como antes / cuando cruce su espalda / hacia la otra ausencia. (Orfandad). Sí, así habla de su padre de recuerdos imperecederos, así nos marca como cuando caminamos y de pronto nos percatamos que nos acompañan miles de estrellas.
Y la infancia está presente, eso significa incluso un pequeño misal, que parece recoger del suelo de sus primeros recuerdos: El tiempo guardó su amor / en el desbarato silvestre / de las florecillas / de sus páginas. (Pequeño misal).
Como vemos, hasta el lenguaje debe deconstruirse lúdicamente, cuando aflora tanta emotividad.
Pero también habla de la botera donde desperdiga su amor por su primera patria: la Puntarenas de entonces, que la vio crecer como una chiquilla andariega: Cada remo hendido en el agua / será de nuevo un golpe / que anuncia la mañana. (La botera)
La segunda parte: Jirones ancestrales, nos remite a otra veta poética subyacente siempre en su obra, y es el amor por las raíces, claro, eso ya estaba en las aprehensiones familiares, pero ahora va más allá, lo precolombino, lo histórico, y el presente de lucha social y compromiso por los desvalidos en que suelen dejar a esos que son habitantes primigenios de nuestro suelo, y siguen pululando entre nosotros, como arrancados de su paraíso. Y con ellos, objetos y caminos que debemos aprehender a hacer tan nuestros como la cultura que a veces importamos.
“Pero mi piel indígena
se subleva lenta bajo el vestido.
Yo quisiera modelar el sol
desperezado de codicia
en los metales,
y que la fragua de este barro
me regrese a los ancestros.”
(Piel indígena)
Y es en ese sentido que hay una denuncia, no porque debamos acceder a una utopía, (aunque qué sería el mundo sin ellas), sino porque la vida nos obliga a ser y hacer lo mejor por los demás: Quizá entonces logremos sentenciar / la piel absurda de este mundo / donde ya no cabe ni el hambre…(Ritual de lunas).
Todas las piezas del rompecabezas creativo y postulante de Retana, viaja por los intersticios de una voz rotunda, vanguardista, que dista mucho de esa falsa preconización de modernismo, cuando se encuentran los estudiosos ante la metaforización, no se es surrealista ni neomodernista, se es auténtico, cuando se develan las verdades del ser: La identidad es una barca sin rumbo / entre estos bosques de cemento. / El barro ahoga al olvido / entre ruidos de automóvil. (Barca sin rumbo)
Y por eso, la denuncia se completa, aun cuando se trate de recrear con la abuela, nuestras leyendas tradicionales:
“Pero la historia de aquella Llorona
con su niño ya no sorprende:
ahora él es el hombre que arrastra su mortaja,
es el que apodan Negro y vive en la calle,
el que hace tiempo merodea con sus hambres
el hueso carcomido de la niña prostituta…”
(Los fantasmas de la abuela)
Y la tercera parte es una bellísima colección de objetos que ha llamado la poeta Los elementos del empeño. Aquí se canta, se recrea, se hace coloquio de El canfín, el metate, la palangana, la leña, el comal, como para dejar constancia antropológica de que el tiempo va desgastando las cosas más rápido de lo que quisiéramos. Así describe la tijereta: Tienes que quebrantar la voluntad / de tus patas de madera / y doblar las querencias de tu colchón de lona / aún aterida en tu abrazo tempranero. Para concluir con un confesionalismo existencial, erótico, femenino y emotivo: Yo también soy esa tijereta / y me doblo sobre tu pecho / para que vuelvas y me abras entre la noche. (La tijereta).
Acaso no son las cosas, compañeras ineludibles que aún en su extinción, deambulan entre nos, allí donde quedaron las huellas de todo lo que amamos.
Y por eso, Marlene está erigiendo estas estalactitas, ahora con nuestra ayuda de lectores, en dos sentidos, de arriba hacia abajo, de abajo hacia arriba, y hacia todos los rincones.
Ronald Bonilla
Premio Nacional de Cultura Magón 2015
Más recientemente, Marlene Rtana ha publicado dos nuevos poemarios con Editorial Poiesis: Poemas que van al mar (2020) y Las transgresiones de la loba (2021)
segunda foto: poetas Marlene Retana, Ronald Bonilla, Leda García, Julieta Dobles, Pablo Narval (atrás) Laura Gómez y Adrián Arias.
Comentario
Y es en ese sentido que hay una denuncia, no porque debamos acceder a una utopía, (aunque qué sería el mundo sin ellas), sino porque la vida nos obliga a ser y hacer lo mejor por los demás: Quizá entonces logremos sentenciar / la piel absurda de este mundo / donde ya no cabe ni el hambre…(Ritual de lunas)
Muy buen reseña
Gracias
mary
Gracias, Críspulo, abrazos
Gracias, Elías, por el destacado abrazos
RED DE INTELECTUALES, DEDICADOS A LA LITERATURA Y EL ARTE. DESDE VENEZUELA, FUENTE DE INTELECTUALES, ARTISTAS Y POETAS, PARA EL MUNDO
Ando revisando cada texto para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.
Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.
http://organizacionmundialdeescritores.ning.com/
CUADRO DE HONOR
########
© 2024 Creada por MilagrosHdzChiliberti-PresidSVAI. Con tecnología de
Insignias | Informar un problema | Política de privacidad | Términos de servicio
¡Tienes que ser miembro de SOCIEDAD VENEZOLANA DE ARTE INTERNACIONAL para agregar comentarios!
Únete a SOCIEDAD VENEZOLANA DE ARTE INTERNACIONAL