Sentado a la orilla de un milagro
cualquiera
que pasó arrancando uno más de mis cabellos,
al borde de lo que inicia
su catarata hacia el fin:
La muerte no tendría sentido
si no aprendiésemos
su experiencia de tránsfuga hacia siempre.
Sentado aquí en la piedra
que buscó en vano Vallejo
con su cansancio enquistado
en el alvéolo corazón izquierdo,
mientras canta la radio
en un idioma cercano
que no descifro aún:
Las fresas y los jóvenes cayeron
a golpe de batones y de gases
(allá en los setentas),
mientras nos reparábamos
para hacer la guerrilla o el amor
con una euforia inusitada.
-Esta es el arma - nos decían,
aquí el corazón al lado,
mientras palpitábamos
buscando rescoldos de una niñez derruida.
Aquí en el pretil del pelo largo,
el retrato del Ché -o el de Raquel-,
el concurso de belleza o la feria ganadera,
todo era en símiles dispersos
mientras corríamos por las calles
perseguidos y felices.
Sentado estoy a la orilla de los años,
aquí en la Facultad,
recordando el salto inverosímil
de unas caderas amadas,
de viejos amores que olvidé en el desván;
sentado en media batahola,
en medio de los primeros "hippies"
allá en Bellas Artes,
o en mi auto 88 esperando
tu histeria pos-examen, hija,
aquí en Farmacia
tan distante y tan cerca
de mis viejas pancartas de protesta,
de mi posición de poeta envanecido y rebelde,
de la Cantata de Iquique y mi actuación de pobre.
Al igual que tú, sentado,
tú reventándote el cerebro con esas fórmulas,
yo llamando a las musas de la evocación:
allá cuando el poema era tan vivo
que nos escupía en el rostro.
Laureano por los predios
alcanzando a Julieta ya preñada,
Debravo con sus poemas sudorosos
de papel membretado bajo el brazo;
Henry con su Bakunin
gritando que no hay dios
sino Cristos crucificados,
algunos cargando con el dolor de todos;
y Memo analizando caos
y Gina y Ana amando en ojos nuevos,
y Gerardo con su fábula inconclusa
y Carlos, Hubert, Sonia, Carmen,
Eric, Sonia, Fede, Róger,
José, Amelia, Gabi y Ronald
y todos dando vueltas en círculo vicioso
que no acaba jamás,
no termina su ciclo,
su karma o marca-cicatriz
que llevamos, caínicos doblados.
¿Adónde sacudimos la cabeza
o nos rascamos?
¿Qué frondas nuevas vamos a fundar
con la caricia o el viento?
¿Qué ventanas romper con piedras
o voces o improperios?
En qué sillón nos sentaremos
y cada quién enterrará recuerdos
debajo de rutinas y procesos,
pero aún bajo las nalgas
sangrará la esquirla.
Ya iremos a contemplar el círculo.
La muerte no tendría sentido
si su experiencia vital no continuara.
De PORQUE EL TIEMPO NO TIENE SOMBRA,
Premio Nacional de Poesía Aquileo Echeverría, 2001
Segunda Edición, 2004 Editorial Costa Rica
Comentario
Gracias, Beatriz, me azoras con tu comentario, un fuerte abrazo.
Gracias, Liliana por pasar, dejar tu huella y la bella imagen, abrazos.
RED DE INTELECTUALES, DEDICADOS A LA LITERATURA Y EL ARTE. DESDE VENEZUELA, FUENTE DE INTELECTUALES, ARTISTAS Y POETAS, PARA EL MUNDO
Ando revisando cada texto para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.
Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.
http://organizacionmundialdeescritores.ning.com/
CUADRO DE HONOR
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