Vicente Antonio Vásquez Bonilla
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El león es el rey de la selva. Todo el mundo lo sabe, los leones se lo creen y viven felices de su condición, a excepción de Leovigildo, quien no está conforme.
Él dice que hay muchos leones y muy pocas selvas. Que ser el rey de una simple parcela de la jungla, no tiene ninguna gracia. Que ostentar el titulo de rey, en donde hay innumerables reyes, dicha categoría pierde su valor y que es lo mismo que nada. Cree que debería existir un sólo soberano y que él está predestinado para jugar tan importante papel.
Así que Leovigildo aspira a ser emperador. Con menos, no se conforma.
Dispuesto a llegar a la meta clara de su pretensión, se inscribe en un gimnasio para adquirir una figura atlética y aprender karate, se afila las uñas y embellece su melena, lavándola a diario con champú y aplicándole fijadores para lucir a la moda.
«Para estar por encima de los reyes, debo ser temido, más que amado —se dice—. Contar con una envidiable estampa, digna de respeto y al mismo tiempo, ser admirado por las leonas, para así estar en posibilidad de seleccionar a la más linda de ellas; ya que será la futura emperatriz de mi glorioso imperio y la madre generadora de una larga y célebre dinastía.»
Sólo con la realización de su incipiente sueño, se sentirá satisfecho.
Empieza con muy buena pata a recorrer el camino de la gloria. Los demás leones lo ven con respeto y con temor; pues, aunque no lo dicen, con disimulo, envidian su desarrollada musculatura y saben que, gracias a su esfuerzo y dedicación, se ha convertido en maestro de las artes marciales, ostentando el título de cinta negra y, como si fuera poco, lo respaldan sus bien afiladas garras. Si su figura es respetable ante los otros reyes —los del montón—, no digamos la fascinación que causa ante las féminas de su especie que, al verlo pasar, suspiran con admiración.
El león inconforme, considera que pronto llegará el día en que se impondrá ante los demás reycitos y que será coronado como Leovigildo I, emperador de la selva.
Y pobre del que se oponga a su glorioso destino.
Con férrea disciplina, continúa ejercitándose y cultivando su presencia personal. Después del baño cotidiano, utiliza secadoras eléctricas de pelo y se aplica todo tipo de fijadores, copiando de las revistas los más sofisticados peinados. Y a solas, practica su futuro e imponente rugido.
Pero una mañana, la fatalidad se hizo presente. Se contempla en el espejo y de sopetón, siente que el firmamento completo se desploma sobre él y abatido, llora su desgracia. Debido a la gama indiscriminada de geles que por largo tiempo se aplicó en la melena, más la acción prolongada de las nefastas secadoras de cabello, ha perdido su frondosa melena.
Leo, ¡está calvo! Y no hay nada peor que un león calvo. De inmediato, fue el hazmerreír de la jungla y hasta las leonas que antes lo veían con admiración, empezaron a evadirlo y a sonreír con mal disimulada burla. No faltó alguien que lo calificara de ser una leona que, a través del engaño, pretendía ser rey de reyes.
Leovigildo, avergonzado, dio por terminado su reinado aun antes de empezarlo y se retiró a rumiar su desconsuelo a una apartada sabana y ni siquiera tuvo ánimos para fabricarse o comprar una peluca que lo sacara del brete al que lo condujo su falta de humildad y desmedida ambición. FIN
La falta de humildad, la desmedida ambición y la vanidad, nos pueden llevar a hacer el ridículo y ser objeto de dolorosas burlas.
San Isidoro (560-636): Aunque seas el más alto, ten humildad.
Comentario
Estimado chente cuantos leones sin melena hablemos por aqui , muy bueno y el comentario de Hugo genial, Marco
Estimado y recordado Hugo: Gracias por tu lectura y tu comentario lleno de buen humor. Gracias por tu lectura y presencia. Leovigildo no lo hizo, pero puedes comprar una peluca, no importa que sea de segunda mano, o mejor dicho, de segunda cabeza. Un abrazo fraternal. Chente.
Chente, querido amigo, como buen león, en realidad te confesaré ... sólo a vos ... shhh ... soy un mono virginiano ... así expresa el zodíaco chino, como interesado en el título te diré que ya me iba postulando para seducir a las preciosas leonas de la SVAI ... pero, me pasa lo que a Leovigildo ... ¡mi frondosa melena ha desaparecido! ... y me deprimiría mucho si me creyeran una leona farsante ... Mejor me voy a retirar a una sabana y esperar a que pase una leona medio lerda que no resista mi ataque sorpresivo ... hihihi ... Shhh ... ¡no hagas ruido que creo ahí viene una! ... (espero que no sea la leona directora ... y haya oído mis dichos ...)
P/D: Abrazo de mono y mis buenos augurios de Amor, Paz, Buen Humor e Inspiración.
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Ando revisando cada texto para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.
Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.
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