En tu dulce insolencia,
rompiste los candados,
desatando al hombre muerto,
llevándolo al pedestal del macho vivo.
Vacia de ternura,
te ahogaste en mis caricias,
gemidos contenidos,
placeres olvidados saltaron la térmica de una vida contenida.
Tienes miedo al mañana,
en el sentir de este hoy,
te cuestionas la entrega,
y tu libertad de a dos,
que aún,
no tiene llave, ni cerradura
porque no sabes
que puerta ha de cruzar el umbral de tu ternura.
Estiras tu mano con el temor lógico de lo nuevo.
Recoges el puño marcando tu palma con tus uñas,
pues, no sabes si puedes...
dominar a todas ellas,
que luchan por ser,
cuando solo quieres ser tú misma,
en este nuevo sentir.
Vuelas, y vuelas...
llevándote el viento por delante,
cortando cordones,
saltando los baches,
en tu bicicleta de mil colores,
tejiendo los matices en una policromía de tonos con sabor a miel.
No lo sabes aun.
Encendiste de estas leñas húmedas y olvidadas,
el gran fuego,
y lucho por controlar su calor,
no quiero quemarme,
ni ser ceniza, espero tu mano...
esperando el amor.
Ese amor de hoy,
mañana,
el de la próxima semana y del año que viene,
ese amor incondicional que al abrazarte,
da la vida,
entregando su propia vida.
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