Calles, mi Ciudad Bs. As.
En los lugares diarios se encienden miradas,
sonidos, mientras se disgregan hechos que
marcan sitios, se acrecientan los recuerdos.
Continuas imágenes se suceden,
que van grabando mi ciudad.
Atrás quedó en la finitud que
acrecienta y acuna mi nostalgia.
Barrios que te cantan con
murmullos lo antepasado ensoñado.
Vuelan sonidos que me separa
el tren de esta otra geografíacon su silbo,
por un verde esperanza, el canto de grillos,
de sus árboles entre variables verdores,
van entre sus ramas cantando sus canciones.
Café con leche y medialunas crocantes ....
infaltables en el comienzo diario.
.
Cómo retener el ritmo de sus calles
en mi ciudad, con gente tan urgente!
y multitud de voces, con sus cortes
estratégicos, pancartas por injusticias,
y sus colores blancos y rojos, vocablos
conocidos por años de reclamos.
Mi Ciudad tiene calma al fin de sus jornadas.
Mi Ciudad no duerme!
Su revuelo, sus sombras aún me estremecen
en la quietud del tiempo.
Camino Buenos Aires, al compás de su gente.
Me gusta tu murmullo, tu calles, tanta gente,
mi Ciudad Bs. As. asombra.
¿Cuál será tu misterio?.
Memorable
Me gusta recordarte, Me gusta sentirme siempre.
Me gusta saber lo que aún mora en mi consciente.
Me gusta saber que no niego lo que siempre huye.
Me gusta sentirte aún en ese resabio de lo yá ido.
¿Cómo desconocer que amé y tuve entre mis manos
esa tremenda satisfacción, cuando todo era lo amado?
Un arcoiris traslucía ojos tricolores, pieles en ternuras...
¡capullos sedosos con perfume de azahares y sonreías!
Eso era un cielo alcanzado con todas sus estrellas.
Nada quedaba fuera de él, era como un cielo propio,
donde las constelaciones nos orientaban cada minuto.
Era como tener el mundo en las manos para siempre.
El patio del caserón de la abuela, donde las glicinas
perfumaban tus palabras, que flotaban en ése lugar
tan sagrado, donde todo era oportuno y en ese tono,
en que el sabor de tus labios era enaltecer belleza.
Me gusta ahora recordarte, hoy aún, en este tiempo memorable.
Me gustaba la casa de la abuela, ella siempre sonreía al vernos.
Autora : Lidia Cristina Carrizo
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