VENGANZA

[Clemencia Calero Espinosa]

CON CARIÑO LES ENVÍO ESTE CORTO CUENTO

VENGANZA

 

 En el centro de la plaza, un cuerpo acostado de lado, totalmente vestido y con el sombrero sobre la cara, está bañado por un resplandor violento que absorbe las sombras. El sol canicular obliga a los curiosos a guarecerse debajo de los árboles o en los cobertizos de las casas.

Hace exactamente nueve meses  y un día que se encontró otro cadáver en un callejón al otro lado de la iglesia, y diez y ocho meses y dos  días alguien mas fue  asesinado en circunstancias similares. En pocos minutos se regó la noticia y empezó a llegar gente de las veredas más apartadas.

Las autoridades decidieron  darle cristiana sepultura al desconocido. Se acordó tocar las campanas cada hora, desde las 12 de la noche hasta las 6 de la mañana. Era un sonido parecido a un lamento, para no alterar la paz del valle, donde nunca sucedía nada.

El cadáver reposaba en el ataúd y a pesar del calor de las once de la mañana; en continua procesión fueron pasando las personas a darle una última mirada. Algunos sentían curiosidad, unos pocos, verdadera compasión y la gran mayoría inmenso temor.

Al amanecer empezaron los preparativos para el oficio, vino otro cura de un pueblo vecino, que junto con el padre Francisco, celebrarían la misa. El coro de feligreses preparaba los cánticos y el pueblo entero llegó para asistir al ritual.

Al comenzar la misa alrededor de trescientas personas atiborraban la iglesia. Se apretujaban, se pisaban y uno que otro insultaba al que estaba al lado. No podían perderse esta ceremonia, que se veía muy de vez en cuando por estos parajes.

Pronto se dio comienzo a las  investigaciones.  Sabían a ciencia cierta que el asesino no era del lugar, por lo tanto igual que a los otros lo habían traído de otra  parte, para luego arrojarlo al basurero.

Averiguando en los municipios vecinos se enteraron del nombre del occiso.  Rafael Esmeral. Trabajador del campo, pendenciero y muy enamorado. Había seducido a varias jóvenes del lugar, ganándose el odio de los demás hombres. Con este dato fueron atando cabos hasta descubrir que los anteriores también gozaban de pésima fama de sinvergüenzas. Habían dejado  varios hijos, engañando a las mujeres con la promesa de que en poco tiempo se casarían y en el caso de las casadas que se las llevarían  donde no pudieran encontrarlos.

Entre los tres había una significativa coincidencia, ninguno sobrepasaba los veinticinco años y tenían muy buena figura.

En los meses siguientes llegaron más datos sobre el insólito  acontecimiento.

Los padres, esposos y hermanos de las mujeres burladas decidieron hacer justicia por su propia mano.

La lista era extensa. Ya habían muerto Justo Pantoja,  Rogelio Goenaga y Rafico Esmeral. Los siguientes huyeron al enterarse del complot.

A pesar de los esfuerzos de la justicia por saber quienes habían organizado esta brigada justiciera, nadie había abierto la boca para denunciarlos. Era un pacto de silencio que no se rompería jamás.

Para los Rosaleños todo había vuelto a la normalidad;  el temor y la curiosidad del principio habían desaparecido. Los culpables del engaño ya estaban muertos.

 

¡Y “bien muertos” , según el decir popular.!

[Clemencia Calero Espinosa]

Queridos poetas

Esta historia se sigue presentando por otros motivos pero igualmente a causa de las venganzas. Desgraciadamente el hombre tiene la tendencia a resolver los conflictos y problemas tomando la ley por su propia mano. Es muy triste. Quisiera escribir con menos crudeza pero eso es lo que veo todos los días en el mundo y de cierta manera es un acto de rebeldia, ya que yo no puedo hacer nada mas. Los quiero

[Iris del V. Ponce P.]

Se podría decir que es una historia antigua, de cuando nuestros abuelos, en uno de esos pueblitos alejados del mundo,  más sin embargo, hoy día se vive aún esa realidad, persiste esa sed de vengar la ofensa.

Buen relato.

 

[Federico Landaeta]

Muy bien logrado ese cuento de la vida pueblerina... FELICITACIONES

Bendiciones incesantes