Apenas nos habíamos conocidos hace unos meses de forma efímera, apenas unos saludos y alguna que otras palabras intercambiadas fueron las claves para recordarlo y volver a conversar casualmente en pasaje woyke ,y esta vez de forma prolongada, y aunque no conociendo su ilustre personaje como tal: Poeta y maestro, y ante todo una excelente persona.
Me encontraba como siempre con mis amigos artesanos en pasaje woyke, lugar en donde revelo mi presencia para alivianar los problemas, por distraerme o para conversar uno que otro tema interesante.
Mientras los artistas, piropeaban cada joven bella que pasaba por el camino, luciendo sus atrevidos cuerpos, yo dialogaba con Fernando un casi don Juan, apelativo que me interpuso de inmediato, pues me dijo que él no es un Don Juan, que solo le gusta alagar cada rostro tan bien dibujado de las mujeres. Mientras Fernando se anteponía respondiendo lo que le dije, se apareció un señor de menuda figura, de rostro ovalado, con bigote y de expresión muy exquisita. Era un míster, quien apenas se presentó en el acto, empecé por rebuscarlo en mí memoria e ilustrarlo en el momento. Bueno nos saludamos, y despues de ponerlo al tanto de lo que conversaba con Fernando, empezamos a recordar en donde nos habíamos visto…
Después de hacer presente lo pasado, la conversación se encendió como el fuego, ya que me empezó a hablar de él y de su vida como poeta. Realmente sincronizamos del todo.
Le conversé muchas cosas. También de mi vida, mi pasión por las letras, el de sentirme escritor y no como un poeta, poeta si algunas veces y hasta hoy no dejo de escribir poesía pero realmente no me siento poeta- le decía- no me siento poeta¡¡ eh leído a varios poetas: el francés charles Baudelaire, al mismito julio Cortázar, el infaltable pablo Neruda…
Más me gusta escribir novelas. Escribo a cada rato, en cada momento en que mi espíritu es un delator de la realidad, a la cual la imaginación la perfecciona.
Bueno, así intercambiamos muchas cosas y anécdotas. Ya no nos encontrábamos en pasaje Woyke, la plazuela era el otro escenario, en donde al llegar me ofreció un cigarro que compró al ambulante, el cual apenas fume; antes le dije que no acostumbraba a fumar porque no me gustaba contaminar el medio ambiente y porque así mis padres me lo inculcaron.
Al llegar a casa empecé por investigar en el internet más de Javier Villegas. Entre tantas cosas que leí, me encanto mucho su poesía del libro “Mandaderos de la lluvia” dedicado a los niños; uno de ellos es:
El sapo y la luna
Un sapo croaba
camuflado en el agua
y la luna viajaba
vestida de enagua.
Saltaba y saltaba
el sapo encantado
y la luna observaba
con su color plateado.
El sapo y la luna
se andaban buscando
y cerca de la laguna
estuvieron charlando.
Juntos planearon
su viaje nocturno
y ambos se marcharon
en el mismo turno.
Detrás de la luna
el sapo remaba
porque en la laguna
la luna viajaba.
Realmente me siento agradecido de conocer tan gran poeta y persona, con una trayectoria muy reconocida. Aún aguardo leer más de él.
Después, me sentí con extrañas ganas de escribir algo en su honor, entonces empecé…
saludos¡¡
enrique chaz
enriquechaz_bohemio@hotmail.com