CIUDAD DE GUATEMALA- Declarada Flor Nacional en febrero de 1934, durante el gobierno de Jorge Ubico Castañeda, por sugerencia de Leticia Southerland, presidenta de una exposición internacional de flores efectuada en Estados Unidos, en 1933, en la cual se exhibió una de estas orquídeas. Tal declaratoria contó con el aval del botánico Ulises Rojas.
Después de 80 años, son pocos los guatemaltecos que han visto una Lycaste virginalis forma alba —su nombre científico—, que está prácticamente extinta en su hábitat natural. Su recolección y venta fue prohibida en 1947, durante el régimen de Juan José Arévalo, lo que no solo no funcionó sino que ahora pone en duda legal su crianza en viveros, pese a que es su única vía de supervivencia.
“La Monja Blanca ya no existe en los bosques de Guatemala, por la destrucción de su hábitat y luego por un saqueo sistemático por parte de depredadores. Puede ser que aún existan algunos ejemplares en su entorno natural, pero son muy pocos, y esto, biológicamente, no es significativo. Sí existe en colecciones privadas. La gente podría decir que no está extinta, pero para criterios de conservación de instituciones mundiales, si no se encuentra en el bosque, con posibilidad de reproducción y de interacción de flujo genético, entonces está extinta”, explica el botánico y orquideólogo Fredy Archila, experto en esta especie.
Nombre incorrecto
Por muchos años se difundió un nombre científico inválido para esta planta: Lycaste skinneri alba, pero según investigaciones de Archila, tal registro fue incorrecto.
En 1840 el comerciante inglés George Uri Skinner envió dos flores secas a George Bateman, quien a su vez las mandó al botánico inglés Lindley, que las registró bajo el género Maxillaria, en el Edwards’s Botanical Register.
“En ese tiempo no existía el género Lycaste, las especies de este género que se descubrían eran asignadas al género Maxillaria”, explica. Dos años después, Lindley vio por primera vez una planta viva con flores lilas, lo cual le asombró y preguntó qué flor era, lo cual extrañó a todos, ya que eran las que había publicado, pero blanca. Entonces procedió a cortar flores frescas, las deshidrató y describió una nueva Maxillaria skineri.
“En taxonomía no se puede usar dos veces el mismo nombre, basado en materiales distintos, entonces automáticamente el segundo nombre no es válido. Lindley se da cuenta de que ninguna de esas debe estar bajo el género Maxillaria. Entonces, en 1843, las pasa al género Lycaste, pero usa como base la Maxillaria ya inválida, por lo que de nuevo no tiene validez”, refiere Archila.
El Código Internacional de Nomenclatura de Hongos, Algas y Plantas dice que si eso sucede se debe buscar un nombre antiguo o posterior al del error, o uno nuevo.
“La Monja Blanca es una variación genética que carece del pigmento rosado original del género. Debido a la ausencia de un gen que sintetiza una molécula que se llama antosianina, da flores semialbinas —semi porque no tiene el color rosado, pero permanece otro pigmento, de color amarillo en el centro—. Es una planta de sépalos blancos, pétalos blancos, labelo blanco y el centro amarillo”, afirma el orquideólogo.
En 2011, después de estudios sobre la Lycaste, se publica la nueva combinación y nombre científico válido para la flor nacional: Lycaste virginalis forma alba (Dombrain) Archila & Chiron.
Esperanza
Archila calcula que hay alrededor de cien plantas de monja blanca en colecciones privadas —no todas floreciendo—. “Hemos pasado los últimos 17 años experimentando con medios de cultivo artificiales para lograr la reproducción in vitro, y ahora ya tenemos el medio de cultivo que se requiere.
La idea es hacer una reproducción masiva para, eventualmente, poder reinsertar la planta en un hábitat natural. Tenemos las plantas madres.
Eso es lo más importante, ya que eso nos da la certeza genética de que son monjas blancas de Guatemala”, dice Archila, puesto que en páginas de Orquideología, de EE. UU. y Europa, se colocan fotos de ejemplares, tal el caso de Marni Turkel, orquideóloga de California, EE.UU., quien en 10 años ha cultivado unas 15 monjas blancas. “Desde que se tiene el bulbo pasan hasta siete años para que se dé la flor”, cuenta Turkel a Prensa Libre.
Prácticamente extinta en hábitat natural y declarada símbolo nacional hace 80 años, tiene desde 2011 un nuevo nombre científico
CULTIVO
Pocos logran que florezca.
Se han hecho reproducciones in vitro. La planta tarda entre 5 y 7 años en dar una flor, que dura un mes.
EMBLEMA
Antes de que se le diera el nombre de monja blanca se le conocía como hembra blanca.
Es una orquídea hermafrodita y tiene 40 cromosomas.
La flor abierta tiene unos 10 cm., tamaño grande para una orquídea.
La Lycaste virginalis variedad alba tarda cinco años en dar una flor.
La orquídea florece entre noviembre y marzo.
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