I
(Sobre inundaciones y las propias miserias)
¿Quién avasalló los muros
de la ciudad sitiada por el canto?
¿Quién atropelló las mariposas
que volvían infatigables al estío?
¿Cuándo dispusieron los cauces
ser insuficientes
para que se anegaran las chozas y las vidas?
¿Por qué no hubo suficiente silencio
para mirar tus ojos
de heliotropo enamorado?
Y si los girasoles al frenesí volvieron,
¿por qué mis manos nunca se reponen
de este insalvable abismo?
Saber que no sé nada,
que voy en pos de unos centavos
y a diario muero
en el lugar del indefenso,
arrastro pérdidas y columpio
las pérfidas traiciones
de los extintos animales.
Sé que no está de más
asirme a tus designios.
El tiempo es el segundo en que se repite un rostro
asustado, embestido, casi ileso:
la caravana de todas las tristezas.
Mi corbata endilgada a los menesterosos.
II
(Sobre inundaciones y un muchacho que atropellé con todo y moto)
Gracias a todos por dejarme pasar,
gracias por dejarme pastar,
por permitirme al fin
ser la Sherazada de unos versos inconclusos.
No dejen morir dos veces
a los cristos arrancados del sudario.
No dejen sudar a los lúdicos poetas que olvidamos,
con su propia muerte o la del pueblo,
la del maquinista descarriado
en la noche sin faros y sin hijos.
(Pasa el tren).
Ahora, sentado.
Y como no tengo libro en el bolsillo,
ni en la guantera los anteojos viejos,
te pienso, te repito,
te narro historias
que ni siquiera tienen peripecias:
solo el fantasma falaz de nuestras pequeñeces.
Pero hay que seguir, dicen los manuales,
los psicólogos que no saben de poemas,
el triste diccionario, el recetario,
el merck de medicina o la t.v.:
que todo es necesario, hasta la desfachatez.
Y por eso: levántate y camina.
No importa que no seas soldado,
que no te llames Lázaro,
que a las 6 p.m. el universo se oscurezca
y no piten por la vía sus ojos asombrados.
Ven, pedazo de fronda enneblecida:
solo quiero el refugio.
La tormenta no acabará hasta el sábado,
y se han salido los ríos sin Heráclitos
pensándolos.
No repiten sus aguas,
solo el barro se lleva tus enseres.
Mala es esta sombra, mas me aguarda:
perdona tanta impenitencia en el olvido.
Ah, debo dar gracias:
nada le pasó al muchacho. (No era un poeta
el de la moto,
pero quería seguir enamorando muchachas).
Vaya usted a saber,
yo lo perdono: por no ser visible
esta mañana,
por tener rotas las cuerdas de este abrazo.
Él me perdona la muñeca lastimada,
el dedo tan meñique del absurdo.
-Adiós, amigo, te dejo un poco.
Yo seguiré escribiendo mientras vague
en pos de unas monedas esta tarde.
(Acaso sabremos algún día los que somos,
quiénes somos).
De mi lilbro APUNTES PARA UN GRAFITI
premio UNA PALABRA 2013
EDITORIAL UNA 2014
PINTURA DE LEONIDAS GAMBARTES
Comentario
Gracias, Mab, por tu Destacado, abrazos
Gracias, Senda Carmen, por el Destacado, abrazos
Gracias, Martín Ramón, tu opinión me motiva, abrazos
Excelente amigo RONALD, es un poema lleno de mucha vivencia y verdades.
¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡FELICITACIONES!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Gracias, Miriam Inés, un fuerte abrazo de su amigo.
Hermosas letras has plasmado amigo Ronald.
Saludos cordiales de Ines Ine
RED DE INTELECTUALES, DEDICADOS A LA LITERATURA Y EL ARTE. DESDE VENEZUELA, FUENTE DE INTELECTUALES, ARTISTAS Y POETAS, PARA EL MUNDO
Ando revisando cada texto para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.
Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.
http://organizacionmundialdeescritores.ning.com/
CUADRO DE HONOR
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