Dulce niña Blanca, parte I Nido de Serpientes
“La vida es como una escuela de gladiadores, donde los hombres viven y luchan unos contra otros”, Séneca.
Manolo creció despreciado por su propia madre, doña Rosa, la tiradora de cartas. Esta lo presentaba ante todos como uno de los hijos de la sirvienta. Y así lo creyó el Ingeniero, tercer y último esposo de doña Rosa. Lo mismo sucedió con Patty, la hermana de Manolo. Ambos corrieron la misma suerte con el alcohol y la prostitución. Los dos, hijos despreciados por sus padres, producto de la infidelidad de doña Rosa con un mulato excitante pero pobre. El señor Izaguirre, primer esposo de doña Rosa la perdonó y les dio a Manolo y Patty su apellido, el mismo de sus verdaderas hijas: María y Luisa.
Entre los recuerdos más tristes de Manolo está su primera comunión. Entró a la Iglesia descalzo. Con los pies destrozados. Sin candela en la mano como los otros niños. Sin el traje especial del momento porque era el hijo de la sirvienta de doña Rosa. La catequista conmovida tomó un cabo de candela que se había terminado de uno de los altares y se lo dio. Lo encendió dándole un beso en la frente. Me duele porque ese beso es el único recuerdo dulce que tengo, dijo Manolo. Me duele porque esa luz minúscula y de desperdicio parecía un Sol cuando no lo era. Me duele porque nunca nadie me ha querido.
Manolo me llegó a caer mal. No entendía yo cómo era tan insensible e insensato de pedir morir cuando estaba bien aunque borracho y veía que su madre debía padecer la diálisis tres veces por semana por el simple hecho que estaba condenada a muerte por el mal que tenía de los riñones. Doña Rosa, así, de alguna manera estaba pagando todo el daño que le hizo a él y sus otros hijos. Pero ese caer mal se disipó cuando empezó a contarme cómo había tenido desde muy niño que encargarse proteger a sus hermanas Patty e Ilonka, hija de Rosa y el Ingeniero por el que ésta dejó a su primer marido.
Manolo trabajaba cuidando carros en un estacionamiento. Cierta vez llegó Ilonka rapidísimo a decirle un hombre quería violar a Patty. De inmediato se hizo presente para salvarla e impidió aquella atrocidad. Marco, el hermano pequeño, hijo también de Rosa y el Ingeniero acechaba con un cuchillo interponiéndose entre Patty y el sátiro. Al llegar, Manolo este sacó al hombre a puñetazos y Patty pudo respirar en paz.
A Manolo le gustaba la natación y desarrolló un cuerpo bronceado y hermoso de deportista. Dejó el parqueo y se dedicó a ser instructor de natación en la Federación Nacional Las mujeres tomaban clases con él más que para aprender para estar cerca y muchas se le insinuaban, le pedían sexo, lo cual Manolo aprovechó para sacar más dinero y poder ayudarse mejor a sí mismo y a sus hermanas. En las terapias, eso lo hacía llorar mucho. Lo peor que le puede pasar a uno, decía, es ser usado por dinero. Las viejas aunque no estuvieran feas me daban asco.
Yo quería hacer el amor. Pero no. Lo quise hacer con Evelyn. Pero ella tuvo un mejor partido. Me tuve que conformar con mis dos esposas y madres de mis hijos. La primera, una profesional que conocí en la Universidad con la que tuve dos hijas. La segunda, una india refajada que prefirió otro indio pese haberle hecho yo un niño. Me metí con ella y me enamoré de ella porque pensé que como los indios son inferiores me sería más fácil. Pero ni una india me quiso. Sólo Evelyn. Pero Evelyn sólo quiso ser mi amiga. Porque Evelyn era muy segura de sí misma y jamás aceptaría un individuo como yo. Un borracho. Un charamilero.
Luego me enteré que Evelyn quería sentir cómo era ser infiel. Se había propuesto la aventura de traicionar a su marido. Pensé que era mi oportunidad. Pero no. Ni siquiera para eso serví. Prefirió a un cualquiera. A un puto nicaragüense para ponerle los cuernos. Me enteré porque fui yo quien la condujo a la primera cita aquella noche que se escapó. Para evadirme, fingía leer la parte que más le gusta de la novela Caos de Flavio Herrera y que ella dice es su credo, razón por la cual no me hace caso, dizque porque ella me ha contado sus cosas y yo las mías. Celoso le revisé el bolso para ver si tenía preservativos o un látigo. Pero no. Quería creerle iba a ver a su hermano que estaba enfermo. Pero no. Yo sé que fue con un puto y de Nicaragua. Lo sé. No por gusto soy hijo de una tiradora de cartas. Sé las cosas sin que me las digan.
Tuve que dejar que Manolo le hiciera imaginariamente el amor a Evelyn en el sofá del consultorio. La Señora de las Sombras lo permitió porque ella es la única que entiende a las putas. Esa vez la vi con su balanza, aquel símbolo de la justicia de origen caldeo. Aunque sea en su mente, se hacía justicia al sueño imposible de Manolo. Aquellos platillos colgantes puestos simétricamente estaban diciendo que la justicia es imparcial. Si se hubiesen puesto desiguales se hubiesen desencadenado las fuerzas de autodestrucción y castigo, puesto que se ha roto el balance. Pero le entendí a La Parca que Manolo ya había llegado así: Si ella posee consigo la balanza en simetría hay paz interior dentro de nuestro ser. Y eso estaba obteniendo Manolo al imaginarse lo amaba Evelyn a través de quien él obtenía estabilidad, paz, firmeza y seguridad.
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El día que me sorprenda la muerte
en la curva de una carretera
que me cubran con caricias blancas
y no con mortajas negras.
El día que me sorprenda la muerte
en el intensivo de un hospital
cuando me de el . final
y se quite la ,
ese día
que me velen con la luz del alba
con la luz del crepúsculo
que me entierren en la noche.
En el día que me sorprenda la muerte
con la asfixia inesperada
sonreiré al mundo
que cuatro cirios me acompañen
y que la cadencia de sus llamas
dancen con tun
con xijolaj con chirimilla.
El día que me sorprenda la muerte
bajo el impacto de una bala
que no me entierren
que me siembren
que me cubra la Tierra con su manto moreno
y desnudo
y transforme en polvo mis materias.
Y el día que me entierren
que me entierren en la noche
sin pompas ni tambores
ni lágrimas
ni trompetas que me anuncien.
que me olviden todos
que me lleve el viento como parte de su ciclo
que me anulen mis nombres y apellidos
y allá… en la eternidad
en un instante infinito
todo se volverá pasado
todo se perderá en el cosmos
lo que hice, lo que fui
la oportunidad que se me dio del poder haber yo sido.
El día que me entierren en la noche
¿gritaré lamentando mi esterilidad
sin sentir la diferencia
vivo muerto muerto tuerto
gritaré feliz ente los frutos?
NO LO SE.
Por el momento
en el silencio
en la bulla
quiero pensar existe en la mitad del infinito
(mío, abstracto, verde
Con ritmo de leyenda)
El día
-ese día-
el día que me sorprenderá la muerte.
NO SOMOS NADA ANTE LE MUERTE
¡NI POLVO!
PORQUE EL POLVO SE LO LLEVA EL AIRE.
(02-04-87, 0:00 hrs.)
VAPOR VAPOROSO
Canto dionisiaco de Helena
Helena. Helena. Helena. Helena corrió las cortinas. Observó el vestido negro que lucía el cielo. También los relámpagos, cual collar de Hécate pronosticando la tormenta.
Helena. Helena. Helena.
Helena sentía inaudible la sensibilidad de la vida. No se daba cuenta que no oía por los truenos.
Helena. Helena. Helena. Colocó sobre su desnudo cuerpo los vaporoso tules morados. Transparentes. Morados de deseo. De pasiones que volvían gota de fuego su cuerpo.
Helena. Helena. Helena. Morados intensos de Helena. Con fuerza penetraban por sus poros para luego salir cual vapor dionisiaco.
Helena. Helena. Helena.
Ahogada. Inundada. Casi no respiraba.
Helena llamó a su chofer. Lo invitó a beber una copa. Le ordenó que pusiera en marcha el tocadiscos. La música hacía cambiar de tonalidad los tules vaporosos.
Chóferes que echan sobre su cuerpo la suavidad de la música. Música en silencio. De aquel piano que sólo Juanito sabía interpretar. Acariciando sus teclas que ahora estaban llenas de polvo, porque temía descubrir a su madre danzando borracha. Cantando a Dionisos, coreada por el chofer, el mayordomo, el guardaespaldas o algún desconocido.
Helena. Helena. Helena. Chóferes. Chóferes. Chóferes. Mayordomos. Guardaespaldas. Desconocidos. Juanitos. Juanitos. Juanitos.
Evelyn me dijo era una gata, contó aquel día Manolo. Que yo era un aburrido. Que si fuera un gato se metería al baúl del taxi a hacer el amor conmigo. Ni siquiera sabes cómo tratarme para que no me vaya porque simple y sencillamente eres un fracasado. Tampoco sabes que si llego a irme, regresaré cuando me dé la gana. Eso es lo que han hecho tus mujeres pero tú has cometido el error de querer aprisionarlas. De querer ser su dueño. Respeta mi libertad y yo respetaré la tuya, lo cual es imposible porque tú no tienes libertad. Eres prisionero de ti mismo. Y eso aunque no les guste, todos mis hombres lo saben, aunque sea muy en sus adentros. Presienten, intuyen, captan extra sensorialmente que soy felina. Una gata, caliente y rica para acariciar; imposible de aprisionar. Dispuesta a ronronear si se siente bien y a ponerme eriza y aruñar si me siento mal. Una gata que disfruta a sus gatos que son libres, independientes, exitosos…
Evelyn se sentía libre para decirme cosas para mi, extrañas. Defendía a mi sobrino homosexual. El que fue Miss Gay. El hijo de Luisa. Yo lo odiaba por agresivo. Quiso matar a cuchilladas a su propio hermano, Francisco. Yo me metí entre los dos y lo impedí. A Francisco ya lo había herido su padrastro por defender a su madre y ¡por poco! se va a la cárcel. Miss Gay también es ladrón. Se mete a mi cuarto en calzoncito. Se agacha frente a mí diciendo siempre se le cayó algo. Ni de chiste me dan ganas de chimarlo. Yo tengo ganas de verguiarlo porque los hombres no me gustan. Pero recuerdo es mi sobrino y ni siquiera eso hago para enderezarlo.
Y no estoy seguro si aquella vez fue sueño o realidad pero siento se me metió a mi cama. Sólo me acuerdo que me decía ahora soy la reina, tío… tío… Me dijo que era virgen y quería que yo la hiciera mujer. Y la hice pero no sé por dónde. Realmente no me acuerdo de nada. Doctora Magnolia, usted ha ayudado mucho a ese muchacho y a su hermano para que este último lo acepte y haya armonía entre ellos. Gracias por eso doctora. Pero no es justo que Luisa la odie. La muy hipócrita dice que está agradecida con usted pero ya ve cómo le ha pagado. Yo sé que usted dice que no le importa pero no es justo. Y lo peor de todo es que no sé si aquello fue sueño o realidad. Por eso tengo ganas de matar a ese hueco. No quiero que mi hijo salga así.
Pero más extraño que defender a Miss Gay, es que me dice de memoria la parte aquella de su libro favorito:
“Nunca cuentes tu CASO, nunca digas tu historia, nunca desnudes tu intimidad con los seres que te interesan por amor o amistad. Desde que te reveles, dejarás tú de ser para ellos, dejarás de ser el tú que fuiste. Caerá el ídolo porque en todo afecto hay mentira, ilusión, mitología y, al revelarte como eres, caerás de tu pedestal… Cuando te sofoque el ansia de la confidencia, hazlo con la soledad, no con los hombres porque revelándoles tu esencia, la pierdes para siempre, porque, sin sentirlo, ya te has identificado con los otros, ya te has incorporado a los otros. Dejarás de ser diferente a ellos y se desvanecerá el encanto. Tendrías, en adelante, que fingir otra personalidad, crear un nuevo ídolo, con farsa y misterio, para rescatar el encanto y vivir en los otros. De no hacer esto, has muerto entre que aspiran a que te quieran, te estimen o te respeten”. Evelyn es muy culta para mí, creo. Pero sé tengo que aprender mucho de eso que dice de memoria porque algún día puedo aplicarlo a mi vida. Necesitaré fingir otra personalidad, crear un nuevo ídolo, con farsa y misterio, para rescatar el encanto y vivir…
A mí Manolo me inspiraba muchísimo para escribir mi libro sobre Juanito, mi paciente imaginario. No sé por qué necesitaba yo pacientes imaginarios si con los de realidad ya casi no podía. Es posible la historia de Juanito haya sido una sublimación ante los horrores que veía en el interior de Manolo. En una sesión decidió matar a su madre. Estranguló a Rosa, indefensa viejecita. Lo hizo ante sus hermanas, Luisa y María que disfrutaban la escena. Primero la hizo sufrir acechándola con una serpiente venenosa. Se desahogó todo el odio que le tenía desde que en el vientre fue rechazado por su madre. Y ya muerta, la ultrajó. Hasta la serpiente se alejó de Manolo al ver aquello. Quiso impedirlo mordiéndolo pero Manolo la tiró a un lado y siguió violando a su madre. Luego, el parricida, le roció gasolina a Rosa. Quemó la casa y el fuego atrapó también a María, Luisa, Francisco, Miss Gay y Manolo. La serpiente tampoco escapó.
Los enterraron en un panteón del Cementerio General como una familia honorable. Nunca nadie supo lo que pasó. Ni qué originó el siniestro. Mientras Manolo me contaba la historia, decía yo en mis adentros: Lo de Juanito debe ser mejor. Mi historia debe ser mejor a esta que Manolo me cuenta y a las que Mauricio le cuenta a Evelyn, mi otra paciente. Parecía que era una competencia de historias en las que todos jugábamos a morirnos luego.
Pero mi historia no queda allí – me dijo Manolo. Porque la justicia de Dios es otra. Primero en el panteón enterraron a mi madre, en el nicho del centro. Por ser la reina de la casa, dijeron. A los lados, mis dos hermanos. A mis sobrinos los pusieron hasta abajo estando yo en medio. Pero primero enterraron a Francisco y luego al hueco ese. Ya habían metido mi caja y empezaban los albañiles a poner los ladrillos cuando escucharon que de mi caja salían ruidos, quejidos y lamentos. Nadie se atrevía a mover la caja. Hasta que usted, doctora, que ya había oído esta historia lo hizo con sus propias manos. Al verla, los albañiles dejaron su cobardía y la ayudaron. Abrieron mi ataúd y se asustaron cuando me incorporé. No sé qué les asustó más: Si el que yo haya vuelto a la vida o el que tuviera entre mis manos la serpiente. Habíamos regresado del infierno.
Cuando Manolo me contó aquello, se me erizó todo. Me quedé con una sensación extraña. No era por Juanito. Sin duda intuía vagamente que todo aquello fue una visualización de lo que pasaría en un futuro no muy cercano. Tal como lo describió en aquella sesión, Manolo mató a su madre, murió junto a sus hermanas y sobrinos en medio del incendio. Mientras esperaba el sepelio en el cementerio fui a ver a mi tía abuela a su tumba y le escribí dos poemas pensando también en mi Dulce Niña Blanca. Al ver llegar el sepelio, me uní a ellos. Manolo fue el último en ser enterrado y revivió. Yo fui la que sacó la caja. Y todos se asombraron al abrir el ataúd y verlo incorporarse con una serpiente entre sus manos… Realmente había vuelto del infierno.
Tía, tía…fíjese tía
ya vine tía, qué le parece
tía, tía, mire cómo estoy
cómo me ha esculpido el tiempo
tía, tía, ¿qué es de usted?
¿un esqueleto?
¿qué tal le va allá
en el cielo
o en el infierno?
Tía, tía. Acá como mangos
¡todavía!
Con pepita, sal, bien verdecitos
¿sabe qué tía
la tumba de en medio
esa es la que yo quiero para mí
así podré chachalaquear
con toda la familia
cuando ya no respire
cuando ya no camine
cuando ni siquiera suspire?
¡Cuando me muera!
Tía, tía, le quiero contar que me ha ido bien
-aún la recuerdo
sus mimos
sus besos
su pelo blanqueado.
Tia, tía, déjeme hacer universos
escribir mil poemas, multiversos
cantarle a la muerte, descanso sin par
tía, tía, usted no está muerta
usted está presente
quizá esté lejos
pero cerca de mí.
(30-11-87, 10:00 hrs.)
Salgo del cementerio
no dejo
ni me llevo nada
me quedo igual
equidistante entre una ciudad
y otra
la que cruje
la de la bulla
del concreto
de los puentes
la que me hala siempre
para absorberme
estrangularme
devorarme
eructarme
y la que calla
la de los habitantes que no dicen nada
porque están inmóviles
entre cajas
y tumbas multiformes.
Me quedo igual
aquí
pensando en ella
¡la tía Lita!
la que nunca leyó mis versos
la que nunca me vio en escena
la que creyó que los niños no crecen
y me ofrendaba besos
mimos
caricias
chocolate con champurradas.
Me quedo igual
aquí entre yoquesabías
(SI TIA, YO NO SABIA)
yo que sabía que después de todo viene la muerte
yo que sabía que para ser famoso había que matar
que para escribir en el periódico la pluma debía ser roja
que para escribir versos había que beber odio y resentimiento
que para ser uno mismo había que esconderse y luchar contra la propia sangre
que para vivir en paz había que morirse
desintegrarse como todos esos
los que están entre las cajas
esperando, esperando, esperando revivir.
No Dios mío
yo quiero resucitar estando viva
(¿para qué esperar la muerte
pasaporte de tu promesa?)
Quiero resucitar ya
sin vida eterna
NO QUIERO QUEDARME IGUAL111
Dejar o llevarme algo
al salir del cementerio.
(30-11-87,18:00 hrs.)
Cuando escribí el primer poema a mi tía, me la imaginé a ésta acompañada de la Señora de las Sombras. Mi tía le ayudaba a sostener un reloj de arena. Al venirme la inspiración del segundo, mi tía le dio vuelta al reloj de arena y un búho se acercó a ellas y la Señora lo tomó entre sus manos y empezó a acariciarlo. Llamó mi atención la mansedumbre del animalito tal y como yo era con aquellas dos, mi tía y la Santa Muerte.
El reloj es un símbolo de la inversión y las relaciones entre el mundo superior e inferior, por esta razón está ligado a las ideas de movimiento que poseen los seres mágicos y divinos. El reloj rige el tiempo que transcurre en nuestra vida, pero no por ello tenemos que vivir acelerados, sino hacerlo plenamente, sin complicaciones. Ayuda a tener paciencia y a lograr todo lo que queremos en la vida. El búho, por su parte, es un ave de la oscuridad, tiene una vista muy aguda y un sentido de la orientación infalible. Por ello, representa nuestros ojos y sentimientos ya que por más confundidos y ciegos que estemos, el búho estará a nuestro lado para ayudarnos a seguir delante de cualquier eventualidad que podamos tener. A mi se me estaba prefigurando lo que tendría que hacer después que Manolo salió del Infierno. No podía prestarme a lo que venía y debía contrarrestar la maldad. Así que también cambié de domicilio y desparecí de su vista teniéndome siempre la Señora al tanto de lo que hacía. Verdaderamente había vuelto del infierno. Por ello, lo primero que hizo fue cambiar de vida. Se volvió Pastor evangélico y formó una nueva familia.
El búho también se relaciona con la sabiduría. Ayuda a superar día con día nuestras expectativas para poder actuar sabiamente. Una de sus funciones es ser el mensajero de la Santa Muerte, por lo que es muy útil para solicitar a través de él algún favor. Ayuda a mejorar nuestra inteligencia, conocimientos, ideas y orientación. A mi me vino más inspiración en la creación de la historia de Juanito y en la creación de Juanito mismo. La titulé Dinastía frente a la Ventana. Ya no necesité de las historias de Manolo ni las de Mauricio que sabía a través de Evelyn para construirla.
DESEO
Monólogo de Juanito
ACCION I: EN UN TREN
JUANITO CONVERSA CON ALGUIEN MIENTRAS DESAYUNAN EN EL VAGON COMEDOR
C: Bueno pues, si le hace daño el té; pida una taza de café. (AL MESERO). Por favor, tráigale una taza de café. Y a mí… no, a mí, mejor no… (SE PONE DE PIE Y VA A LA DESPENSA). Mejor escojo yo mis pastelillos porque ayer me dio pastelillos sin crema (SE LOS SIRVE Y REGRESA A SU AIENTO). ¿Gusta de uno?... ¿No? Está bien. (VIENDO POR LA VENTANILLA) Vea, vea… ¡Es interesante! Por eso me encanta viajar en tren… ¿Qué yo luzco tranquilo?... No. Yo soy una persona normal. Como cualquier otra: Con problemas… Lo que pasa es que todo, absolutamente todo, cambió en mi vida cuando obtuve lo que más deseaba. ¿Quiere que le cuente?... Pues verá: (SE PONE DE PIE) Trasládese conmigo al a pequeña salita de casa. Mi salita privada que se ha conservado así porque yo lo he dispuesto. A partir de entonces, parece que el tiempo se detuvo. De este lado (VA A ENTREMA IZQUIERDA ABAJO DEL ESCENARIO) estaba el balcón desde donde se veían los techos de las casas de la ciudad, las montañas, el cielo infinito, la punta de los rascacielos y, muy cerca, el jardín. Las cortinas parecían nubes que bajaban desde arriba. En este lado (VA A EXTREMA DERECHA ABAJO) no había nada, estaba vacío. Aquí atrás, (EXTREMA DERECHA ARRIBA) la entrada. Aquí, (EXTREMA DERECHA CENTRO) una mecedora y aquí, (EXTREMA CENTRO ARRIBA) en esta pared, un crucifijo, tallada por quién sabe qué maestro y de quién sabe qué material. Pero no era esto lo que importaba sino que estaba ahí. Abajo, en el suelo, una modesta grabadora.
ACCION II: EN EL LUGAR QUE DESCRIBIO –FLASH BACK-
C (RUEGA AL CRISTO) No vayas a pensar que soy un mal agradecido pero siento que me lanzas unas miradas reprochantes. Alas cosas hay que llamarlas por su nombre. Nunca le he pedido nada a nadie… Si, nunca. No he hecho más que decir que me agrada algo y mis padres me lo dan. No he hecho más que… Nunca he pedido nada, ni un bizcocho. Todo se me ha dado a manos llenas. Después de todo, si tú te molestas, no me importa. (LE DA LA ESPALDA AL CRISTO Y SE CRUZA DE BRAZOS COMO NIÑO MAL EDUCADO LANZANDOLE UNICAMENTE MIRADAS DE REOJO) ¿Sabes qué? Para que no te ofendas, en tu honor, como siempre, la música. (PONE EN MARCHA LA PEQUEÑA GRABADORA OYENDOSE DE AQUI AL FINAL DE LA OBRA UN FONDO DE PIANO). Papá (ENTRA EL PADRE) te ves cansado. (TOMA EL PORTAFOLIO Y LO PONE EN EL SUELO). Ven, siéntate. (LO SIENTA EN LA MECEDORA). Te esperaba porque quiero hablar contigo. ¿Hiciste lo que te aconsejé?... ¿Ves? ¡Hubieras seguido mis consejos! No hubiese sido tan fatigoso… (TITUBEA) Este… yo… este…. ¿Cómo quieres que sea: Meloso, hipócrita o normal?... ¡Normal! Sabía dirías eso. De todos modos no hubiera podido yo ser de otra forma. … Este… yo…. No me vayas a tomar como un mal hijo ni como un mal agradecido. Si quieres piénsalo pero yo no actúo con esas intenciones. Simplemente, quiero pedirte por vez primera algo. Si. Y no me mires así porque nunca te he pedido nada. Lo único que he hecho es decir quiero esto o aquello y se me da... qué bonito aquello y se me da. Pero pedir, pedir directamente, es esta la primera vez y es que (SE DIRIJE AL BALCON) no creas es tan fácil acercarse a este balcón y no sentir repugnancia al ver el paisaje, al ver el cielo, la ciudad lejana. Y es que cuando uno camina por las calles las paredes de los edificios lo encarcelan, lo aprisionan a uno. Yo estoy harto de todo esto. Quisiera subir, subir. Llegar a Marte, a Júpiter, Neptuno; liberarme de las ataduras de este cuerpo. Porque ya no quiero estar rodeado de odios, de envidias, de sangre (VA A LA MECEDORA Y MECE A SU PADRE). Padre, quiero ser libre… No, albedrío, no. No voy a pedirte algo que ya tengo. Quiero ser libre de verdad. Padre, quiero un piano porque siento que en mis manos está prisionera la música. Esa música que, como un manantial, Quiere desbordarse. Esa música que viene del alma. Y así podré crear, interpretar. Porque puedo hacerlo y ya no me tendré que conformar con oír mis cassettes. Desafiaría mi cuerpo y llegaría a donde quiero llegar y no me importa que me llamen loco. Así me llamarán los que piensen que la música sale del teclado y no brota del teclado y no nace del alma. Padre (SE ARRODILLA Y LE TOMA LA MANO A SU PADRE) lo necesito. Por favor, cómprame un piano. ¿Qué dices? ¿Vas a comprármelo? (PAUSA) ¿Qué dices? ¡Vas a comprármelo? (PAUSA) ¿Qué dices? ¡Vas a comprármelo? (PAUSA) ¿Qué dices? ¡Vas a comprármelo? (PAUSA) ¿Qué dices? ¡Vas a comprármelo? (PAUSA) ¿Qué dices? ¡Vas a comprármelo? (PAUSA) ¿Qué dices? ¡Vas a comprármelo? (PAUSA) ¿Qué dices? ¡Vas a comprármelo? (PAUSA) ¿Qué dices? ¡Vas a comprármelo? (PAUSA) ¿Qué dices? ¡Vas a comprármelo? (PAUSA) ¿Qué dices? ¡Vas a comprármelo? (PAUSA) ¿Qué dices? ¡Vas a comprármelo? (PAUSA) ¿Qué dices? ¡Vas a comprármelo? (PAUSA) ¿Qué dices? ¡Vas a comprármelo? (PAUSA) ¿Qué dices? ¡Vas a comprármelo? (PAUSA) ¿Qué dices? ¡Vas a comprármelo? (PAUSA) ¿Qué dices? ¡Vas a comprármelo? (PAUSA) ¿Qué dices? ¡Vas a comprármelo? (PAUSA) ¿Qué dices? ¡Vas a comprármelo? (PAUSA) ¿Qué dices? ¡Vas a comprármelo? (PAUSA) ¿Qué dices? ¡Vas a comprármelo? (PAUSA) ¿Qué dices? ¡Vas a comprármelo? (PAUSA) ¿Qué dices? ¡Vas a comprármelo? (PAUSA) ¿Qué dices? ¿Vas a comprármelo? (PAUSA) ¿Qué dices? ¡Vas a comprármelo? (SE PONE DE PIE) ¿Lo vas a pensar, dices? (RIE COMO CONTRARRESTANDO SU LLANTO ANTERIOR) Al menos, ya es algo. ¿No? ¿Lo vas a pensar! ¿Sabes? Respetaré tu decisión sea cual fuere. Sin embargo, preferiría, desde muy dentro lo quiero, sea positiva la respuesta. Ahora, discúlpame. Voy a mi habitación a escribir música. Quisiera quedarme aquí frente al balcón pero no podría y bien sabes por qué. Perdóname por importunarte, sé que vienes cansado y… Le diré al ama de llaves te suba un manjar a tu habitación. Feliz noche, viejo.
ACCION III: EN EL TREN NUEVAMENTE
C: Y eso era lo que deseaba, fíjese. ¿Cómo dice? ¿Qué si me…? Bueno, yo no le voy a responder si me dio mi padre el piano o no. Eso es lo de menos. Y yo de mi familia no hablo ni bien ni mal. Lo más importante es que esa noche cuando escribía música en mi habitación, me di cuenta que todo estaba en mí y desde entonces ya no hubo vacío en la sala, ni en mi alma. Aquel palacio obtuvo sentido (VE POR LA VENTANILLA) ¡Dios mío! De tanto hablar no me di cuenta que llegamos a la primera estación: Naranjo. Aquí estaremos varias horas y aprovecharé para comprarle algunos bocadillos típicos a mi hijo. ¿Conoce usted Naranjo?... ¿no? Es un lugar imaginario, tal vez por eso. Bueno pues, los invito a usted, a su esposa, a su sobrina y a su hijo a que almorcemos juntos en uno de los restaurantes de la Plaza Central de Naranjo. Luego, les enseño los lugares más interesantes… Pero ¿insiste usted en decir que soy una persona feliz? ¿Quién sabe, tal vez tenga razón? ¿Qué dice: Acepta mi invitación?... Entonces los busco a medio día en la Plaza Central. Ahorita voy a darme un duchazo y a comprar los bocadillos de mi hijo… Ah… me llevo mis pastelillos que de todos modos los cargan a la cuenta general (TOMA LOS PASTELILLO). Bien, gracias por escucharme, señor. (LE EXTIENDE LA MANO) Mucho gusto señor Búho. Extraño apellido, ¿no le parece? ¡Búho! Y ahora, si, lo dejo (INICIA MUTIS). Termine de desayunar y… nuevamente, gracias… ¡Ah! No se le olvide lo del almuerzo. Con permiso. (SE RETIRA)
FIN DEL MONOLOGO DE JUANITO
Manolo aplicó a su vida el texto que Evelyn le decía de memoria. Después de revivir, llegó a fingir otra personalidad, creó un nuevo ídolo, con farsa y misterio, para rescatar el encanto y vivir… Era un aventajado estudiante de Teología de la Universidad Evangélica de Guatemala. Volvió a Atitlán a administrar su finca y a cuidar a su tío enfermo. Anselmo, padecía de una enfermedad que lo tenía postrado en la cama y lo hacía ponerse suero con ayuda de Amadeo, originario de la región; preguntador del cielo, antiguo y eterno adivino y agorero, sacerdote Maya, maestro en echar la suerte con maíz y semillas rojas de palo de pito, protector de hechiceros.
Antes que llegara Manolo, Anselmo, junto a su esposa Martirio pidieron a Andrea para que éste la tomara como mujer aprovechando que siempre ella estuvo perdidamente enamorada de Manolo. De hecho la idea había sido de Andrea. Pero doña Luisa, su madre, no estaba muy convencida hasta que se le aseguró se casarían en los ritos de Santiago Atitlán. No podía decirle que no a sus patrones. Pero no dejaba de molestarle que Manolo tuviera de mascota una serpiente, la cual ni bien llegó la dejó en libertad. Sabía era una señal. Aunque no sabía señal de qué. Prefirió guardarse sus dudas y expectativas y dejar las cosas siguieran su curso. Además, Manolo veía a los indios con desprecio.
En los planes de Manolo no estaba casarse aún. Menos por los ritos que consideraba herejías y cosas del demonio. En su Universidad le habían enseñado que los cristianos no pueden juntarse con los “seres contaminados del mundo”. Es decir, con gente que no participe de su misma denominación. Pero, luego, cambió de parecer. Sobretodo al asomarse la bestia que todo hombre tiene adentro y que los de aquella Universidad atribuirían a esa contaminación, producto del engendrador del mal al cual llaman Satanás. Esa bestia empezó a asomarse al dejarse ver Andrea desnuda en el lago. Pese a la belleza y atractivo de Andrea, inicialmente Manolo se resistía hasta que, poco a poco, fueron sus instintos accediendo. Primero Manolo pensó hasta en matar a la muchacha por provocarle tantas bajas pasiones. Poco a poco, él mismo procuraba husmear donde Andrea andaba. Lloraba arrepentido pidiéndole perdón a su Dios. Añoraba épocas en que la historia sacrificaba a esas mujeres bellas acusándolas de brujas al no entender o aceptar que la bestialidad la tenemos todos adentro. De repente decidió masturbarse. Satanás tuvo la culpa de nuevo. Según él, Andrea no lo veía pero a ella, portadora de la digna y ancestral sabiduría de su pueblo, todo se le revelaba en sueños.
Y como el amor es ciego, ella pese a saber que no debía, siguió amándolo y despertando en su interior la llama de la pasión, el deseo y la lujuria. Cierta noche llegó a la habitación de Manolo con el pelo mojado y oloroso a rosas. Le dejó en la mesa de noche la cena.
-Aquí está lo que pidió patrón, dijo coqueta, sapiente de lo que provocaba.
-Como que te acabás de bañar. Olés rico…
-Si, es que había mucho calor. Pero ya está bajando el frío. Así es el clima por este lado del lago patrón.
-Vos sabés que te vas a casar conmigo, ¿verdad?
-Si. Pero usté como que no quiere. Por eso no me le he venido a meter a su cama. No quiero me haga un hijo que tenga que mantener yo sola. Soy decente. Y los míos a pesar que aceptarían al muchachito, no me respetarían igual.
-Mis tíos estaban preocupados porque no tenía mujer. Pero ahora me estoy preocupando yo… porque estoy muy caliente. Lo malo es que para cogerte a vos me tengo que casar. Pues ni modo…
Manolo cerró con llave la puerta.
-Me he calentado mucho desde que te hispeo bañarte desnuda…
Manolo empezó a quitarle el corte a Andrea… el güipil… hasta dejarla completamente desnuda…
-A partir de ahora te quedás a dormir conmigo. Y no te preocupés que si me voy a casar con vos.
Andrea no dijo nada. Dejó que los labios de Manolo pasaran por todo su cuerpo. Para excitarla. Manolo se bajó el pantalón y le enseñó su pene erecto, primero hizo lo acariciara con sus delicadas manos… luego le pidió lo lamiera y mamara…
La india era virgen todavía. Y no entendía mucho de esas cosas. Pero le gustaba. Manolo la aventó sobre la cama. Terminó de desnudarse. Se le tiró encima. Andrea sintió le ensartaban un clavo ardiente entre las piernas… Primero dolió al salir sangre… luego empezó a jadear y a gemir… apretaba a Manolo que se la tragaba en todos los lugares a los que su boca podía llegar… le fascinaba sentir la respiración de Manolo tan cerca.
El orgasmo no tardó en venir. Fue conjunto. Los gritos de Andrea ahogaban los de Manolo…
Ni siquiera se dieron cuenta que la serpiente pasó sobre sus piernas para luego desaparecer en la nada como vino.
Más calientes que enamorados, Andrea y Manolo se casaron al mes siguiente de acuerdo a los ritos de Santiago Atitlán, presididos por Amadeo. A Manolo parece se le olvidó era cristiano y que las tierras de Santiago Atitlán (según él) eran tierras del diablo y la gente de allí, gente del diablo.
Todos creían en Manolo. Pero este tenía otros planes. Deseaba regresar a la capital a fundar una iglesia evangélica. Pero debía acabar con la ignorancia que según él poseían los habitantes de Santiago Atitlán. En una crisis de fe que tuvo, despertó, según él mismo, y empezó a tener aversión por todo lo que según él lo había hecho caer en aquel mundo de pecado. A tal grado de casarse en lo que él definía como ritos macabros y del infierno. Decidió empezar a limpiarse y lo primero que hizo fue sacar a Andrea de su cama. Como lo que más lo detenía era la administración de la finca, empezó a fraguar el plan de deshacerse de sus tíos. Pero Anselmo, al ver el sufrimiento de Andrea y que esperaba un hijo, decidió ampararla nombrando su único heredero a dicha criatura. Cometió el error de comunicárselo a Manolo. Este tomó su serpiente, le sacó veneno y se lo dio a beber. Anselmo fue hospitalizado de inmediato…
El embarazo era considerado sagrado porque Andrea esperaba gemelos. Antonio y Roberto les pondrían a petición de don Anselmo. Manolo decidió deshacerse de dichos estorbos. Tomó a su serpiente, le sacó veneno de nuevo y se lo dio a beber a Andrea en el atole que tomaba en las mañanas. Pero lo único que consiguió fue acelerar el nacimiento de los niños. Amadeo al atenderla se dio cuenta que Andrea había sido envenenada. Los ancianos del pueblo pidieron consultara al fuego sagrado y éste indicó lo que había sucedido. Fueron todos a buscarlo al hospital y encontraron que a don Anselmo le habían cortado el suero y estaba muerto. Manolo lo había matado. Se organizó un linchamiento…
Andrea al darse cuenta, tomó a sus dos hijos recién paridos y se lo avisa a Manolo. Este acudió de inmediato a la base Militar de donde lo enviaron en helicóptero a la capital. Dijo que el pueblo, aliado con los guerrilleros, quería apoderarse de la finca y matarlo a él como administrador, a su esposa e hijos. Amadeo queriendo contrarrestar la maldad los intercepta antes de abordar la nave. Le enseña unos documentos. Copias de los originales que firmó don Anselmo antes de morir. Aquí dice que si algo me pasa, perderás tu fortuna. Así que debes llevarme. Trabajaré contigo.
Manolo se lo llevó mientras la turba, con Martirio y Luisa a la cabeza llegó a la Plaza del Pueblo en cuya Iglesia estaba la Base Militar. Los soldados estaban ya atrincherados en lugares estratégicos apuntando con sus ametralladoras. Unos estaban en las torres de la Iglesia. Otros en el kiosco de la Plaza. La mayoría en los techos de las construcciones alrededor del Parque…
El patio trasero de la Iglesia servía de pista de aterrizaje. Allí, ya habían ascendido Manolo, Andrea y Amadeo el helicóptero, escoltados por dos soldados que cargaba a los recién nacidos y el piloto. Encendieron los motores.
La muchedumbre se detuvo mientras Martirio y Luisa tocaban a la puerta de la Iglesia. Un soldado abrió.
-Queremos recuperar a dos niños recién nacidos, nuestros nietos. Dijo Martirio. Yo soy la dueña de la finca.
-La madre de esos niños es mi hija. Devuélvanmela
En el patio trasero el helicóptero empezó a elevarse. Las ancianas se dieron cuenta de lo que pasaba. Ambas llevaban chile en sus manos y lo echaron a los ojos del guardia en señal de augurio. Este, al arderle las pupilas, disparó al aire. Y las balas empezaron a brotar de todos lados.
Los muertos empezaron a caer. Algunos huían para distintos lados. Pero casi todos fueron masacrados. Ante los ojos horrorizados de aquellas viejas que no pudieron detener el río de sangre que Manolo dejaba al elevarse por los cielos desde donde sin duda su dios cristiano estaba protegiéndolo.
Santiago Atitlán quedó atrás. Habían pasado 18 años más. Manolo era reverenciado como guía espiritual evangélico. Contó en todas partes del mundo la historia de su salida por los aires de Santiago Atitlán como un anticipo del rapto bíblico al que sólo los elegidos como él están destinados. Y como todos querían ser salvados miles de personas caían a sus pies uniéndose a una lista que encabezaban Andrea, esposa del Pastor, sus hijos recién nacidos que ahora tenían 18 años y Amadeo, su mayordomo.
Lo que nadie sabía es que Amadeo seguía en secreto sus ritos mayas. Seguía los pasos de sus ancestros a quienes ni la conquista española logró destruir. Que una vieja serpiente era la mascota del Pástor y, por ello, sus hijas mujeres, Dulce de 17 años y Carmen de 15, aseguraban vivían en un nido de serpientes. Cuando su padre las reprendía decían era una broma por lo de la mascota. Pero, en realidad, así se sentían porque el Pastor era cruel y déspota con todos, menos con Antonio, su preferido.
Martirio y Luisa se hicieron compañía desde el día de la masacre. Vivieron desde entonces atormentadas por los recuerdos. Murieron también juntas muy viejas. El Pastor ordenó a su mujer fuera con sus hijos al sepelio porque sin duda los medios de comunicación iban a decir algo al enterarse. Y así fue. Los medios cristianos cubrieron el evento de las ancianas, madre y suegra del iluminado que sin duda irían al infierno por no haberse convertido. Pero que por la gracia e intercesión de su Pastor podrían ser perdonadas por el altísimo.
El sepelio fue de acuerdo a las costumbres mayas. Antonio, Roberto, Dulce y Carmen creyeron estar ante un rito demoníaco al no entender nada. Pero muy en sus adentros, sapientes de su verdadera vida, pensaban que el atacar aquello que no comprendían era agrandar el nido de serpientes. Como todo ladino, tenían aquello que describe Flavio Herrera en su novela
Caos: “…amarga impresión de desarraigo… como foráneo en el propio ambiente porque falta lo primordial, el armonioso encaje que el ancestro aborigen tuvo en su medio cósmico. Y yo, y como yo, millones de mestizos intoxicados de pseudo cultura europea y tan ajenos al espíritu de nuestra propia tierra porque no sabemos buscarnos en nosotros mismos… Somos ese amasijo de cosas perpetuamente en choque, eterna lucha de contrarios que afirman la impresión de ser siempre algo larvado, trunco, malogrado y ese eterno conflicto de querer situarnos en la vida sin lograrlo a gusto y plenitud… y ese telo fatídico que impide estar piel a piel con la realidad… ir siempre a contrapelo de la vida y siempre defraudando por ella SIN PODER EMULSIONAR EL ESPÍRITU SUS PROPIOS INGREDIENTES. Esta es la menuda y gran tragedia. ¿Dónde está mi esencia? ¿Qué es mi esencia?...”.
Vida y muerte, una sola
Dormir por 100 años
taciturnos
¡claros!
nacer un día
y colgarse de la chiche de la nana
crecer de la mano de don tata
vagar en busca de compañera alguna
reír sintiéndose padre
besar a los hijos en la frente
dar plateados canos a los nietos
morir
volverse cenizas
nacer de verdad al Sol tras la montaña
eso es
vida y muerte una sola
eslabones de la eternidad.
(22-10-87, 17:00 hrs.)
Dulce entró a estudiar teatro. Allí conoció a Carlos y se enamoró de él. Lo presentó a su familia en la celebración de los 15 años de Carmen. En dicho evento, Amadeo advirtió a Dulce debía tener cuidado.
-Ustedes son muy jóvenes y el que es bueno ahora puede no serlo después. Además, estás muy presionada al ser parte de esta familia. Eso estallará de un momento a otro y puede obligarte a hacer cosas de las cuales luego te arrepentirás. La sombra de Manolo, tu padre, no es protectora. Hay sombras que dan mucho frío. Enferman. Destruyen.
La conversación había sido interrumpida abruptamente. Andrea dijo a Dulce que su hermana, Carmen, no aparecía. Desde hace rato que no está en la fiesta, dijo sollozante. Todos la buscaron desesperados hasta que alguien gritó la había encontrado en el gallinero. Estaba encuclillada, llorando. Su vestido, rasgado… ensangrentado. Alguien la violó y del trauma quedó muda.
Manolo impidió el escándalo ante la violación de su hija. Sólo la familia estaba enterada. Una vez, navegando por Internet, decidió entrar al correo de su hijo Antonio. Allí se dio cuenta éste se escribía con una chica llamada Mayra. Al terminar de leer todas las misivas amorosas, reprendió a su hijo. No es malo el noviazgo pero no me gusta que sea una muchacha que profese otra religión que no es la nuestra, fue el centro de sus argumentos. Debes tener cuidado porque tú seguirás la tradición. Serás mi sucesor como guía de la Iglesia.
Antonio no lo tomó a mal. Los argumentos de su padre eran válidos. Así que decidió presentar a Mayra a la familia y la invitaba los domingos a que fuera a la Iglesia con la intención de que en una de esas ocasiones ella aceptara a Jesús como su Señor y Salvador. Pero al ver que el tiempo pasaba y ella no accedía al “llamado de salvación”, Manolo empezó a criticarla. Es que o estás con Dios o con el diablo, le dijo.
-Con todo respeto: Eso no es así señor, dijo Mayra. Y no es coaccionándome como me convencerá.
-Nadie te ha ministrado correctamente. Lo haré yo.
Mayra accedió por solicitud del mismo Antonio. Dos veces era recibida en el despacho de Manolo para que ésta fuera instruida sobre aspectos de La Biblia, de la moral cristiana, de la verdadera fe… todo con el cometido de que debía ser como aquellos a quienes en familia quería incorporarse. Si serás la esposa de Antonio, serás mi hija, le decía Manolo, y debes ayudarme a librarlo del pecado convirtiéndote y siendo una de las nuestras.
Después de tanto tiempo, pensé que Manolo había desaparecido de mi vida. Pero no. Carmen fue traída a mi consultorio para que pudiera recuperarse del trauma de la violación. Al inicio no me di cuenta de que se trataba de la hija de Manolo. Cuando me enteré, ya no había escapatoria de este momento que tenía reservado para mí el destino. Pedía a la Dulce Niña Blanca que en este momento me ayudara más que otras veces. Poco a poco, con su ayuda, fuimos ubicando de nuevo a Carmen. El día que iba a revelarme el nombre del violador pidió que Dulce, su hermana, estuviera presente también. Y tu madre, pregunté. Ella no. Ella sabe quién fue. Es cómplice.
Sospechando yo cuál sería aquella revelación cité a Dulce un par de veces antes de aquel encuentro entre las dos hermanas. Debía prepararla a ella también. Me enteré de cómo Amadeo había servido de amortiguador en aquella familia y decidí involucrarlo también. Por medio de sus ritos sagrados, me enteré de cómo había crecido en todo aquel tiempo que había pasado la maldad en Manolo. De discípulo del mal pasó a ser el mal mismo. Ambos llegamos a saber antes que Carmen lo dijera que había sido Manolo quien la violó. Era necesario yo expiara la lujuria que podía haber en ti, le dijo después de ultrajarla. Es mejor lo hiciera yo y no indujeras al mal a algún muchacho inocente.
Después del careo, Dulce sin hacer caso ni a Amadeo ni a mí, fue a reclamarle a su padre. Al llegar al despacho de la Iglesia de éste, le dijo la secretaria que él estaba ocupado ministrando a Mayra, su cuñada. No me importa, dijo Dulce. Entraré. Y al llegar, no pudo decir nada. Tal fue su horror al ver a Manolo y Mayra en pleno coito. Al verla, interrumpieron el acto, él tomó del brazo a su hija Dulce sin importarle estaba desnudo…
-Eres un monstruo papá. Violaste a Dulce y ahora con la novia de mi hermano…
-Entiende hija, estoy librándolos del pecado. Mayra lo ha entendido perfectamente. Así lo entenderá Carmen.
-Si, dijo Mayra, tu padre es un buen padre. Ha impedido que sus hijos pequen. A mi me gusta tanto esto que si no me lo hace Manolo volveré lujurioso a Antonio. Y como Manolo está más cerca de Dios, tiene más opción de ser perdonado. Dios mira el sacrificio que hace por nosotros.
Dulce dejó de sentirse mal ante su padre y futura cuñada desnudos. Fue tal su indignación que sacó fuerzas para abofetear a Mayra. Cínica, gritó. Salió corriendo en busca de Carlos a quien pidió la ayudara a irse de su casa. Sin decir nada, Dulce se fue con él pensando así podría librarse para siempre del veneno de aquel nido de serpientes.
Manolo echó cerrojo. La próxima vez, Mayra, dijo, vamos a tener más cuidado de no dejar sin seguro la puerta.
-¿Y qué pasará con Dulce?
-Luego me encargo de ella. Entenderá ya verás. A las buenas o a las malas pero entenderá.
-¿Y si lo cuenta a Antonio?
-No lo hará. Lo quiere tanto como para provocarle un dolor… Pensaremos en qué hacer luego… Ahora sigamos pecando para salvar a mi hijo.
Mayra abrió sus piernas invitando con su gesto a Manolo a lamerle el clítoris. Este lo hizo gustoso y complacido ante los gritos y gemidos de la muchacha…
Pasado el tiempo y darse cuenta todos que Dulce se había escapado con Carlos, Manolo azotó a Carmen. Fue por tu culpa y debes entender que mi sacrificio fue por ustedes, dijo. Andrea intervino y fue azotada también. No te quejes Andrea, dijo Manolo, tu gente me enseñó este procedimiento. Ustedes no entienden que la sal que me he echado es para salvarlos. Y no voy a perdonarles que Dulce se haya ido a pecar con Carlos condenándose ambos al infierno. Pude haberla salvado a ella también. De aquella paliza, Carmen quedó afectada del cerebro y quedó paralizada sin poder hablar.
Amadeo enfermó y quedó paralizado. Manolo le decía que era por no haber aceptado al Señor. Lo llevaba siempre consigo para salvarlo y aliviar su alma. Delante de él, violaba a Carmen cada vez que podía y hacía el amor con Mayra. Mi secretaria, la Dulce Niña Blanca me transmitía los pensamientos de Amadeo en sueños. Fue así como me enteré lo que pasó cuando Antonio descubrió a Mayra con su padre. Enmudeció. Pero no como Carmen. Su mente se fue a otro mundo. Perdió la razón para siempre sin escuchar que su padre le decía constantemente que lo había hecho para evitarle pecara y que el mismo Antonio era el futuro de la Iglesia…
El tiempo siguió pasando. Dulce y Carlos se casaron sólo con el consentimiento de Andrea. Dulce y su esposo se fueron a vivir a Honduras e invitan a que vaya a vivir con ellos a Roberto, hermano de Dulce. Lo llevan consigo. En Honduras viven bien, conforman un grupo de teatro; hacen teatro, radio, cine y TV y son reconocidos como figuras internacionales. Manolo pide a Mayra ayude a rescatarlos del pecado. Le dio una fuerte suma de dinero para que se fuera a Honduras, contactara a Carlos, lo enamorara y lo separara de Dulce. Mayra “cumpliendo con su deber cristiano” logró lo que Manolo le pidió.
Dulce sin saber que Carlos andaba en amoríos con Mayra y no entendiendo la actitud negativa de su esposo hacia ella, regresó a su casa. Allí Manolo le quitó a su hija. La adoptó como hija de él y le hacía creer a la niña que él y Andrea eran sus verdaderos padres y que Dulce era apenas su hermana y no su madre. Roberto regresó a los pocos días tras haber descubierto a Mayra con Carlos. Ella lo sedujo para que no hiciera nada pero en medio de sus relaciones el intentó estrangularla y ella confesó que fue Manolo, su padre, el responsable de todo: El la envió con esa “misión evangelizadora” para rescatar a Dulce y a Carlos del pecado. Dijo, además, que al que amaba era a Antonio pero este estaba muy enfermo y había sido recluido en un sanatorio para enfermos mentales. En una visión, el Espíritu de Dios me inspiró que debía ayudar a tu padre para rescatarlo de esa prueba, dijo. Roberto al ver lo retorcido de todo aquello, perdonó a Mayra pero juró vengarse de Manolo también. Con ese propósito, regresó a Guatemala.
Roberto se enfrentaría a su padre en el último servicio de su iglesia de aquel domingo que empezó en tragedia. Carlos, queriendo ver a su hija, fue herido por Roberto y acusado de allanamiento de morada. Tras meterlo a la cárcel, Dulce y Andrea aprovecharon ese momento para escaparse de la casa mientras Manolo estaba en la Comisaría acusando a Carlos. Roberto las intercepta cuando salían de su casa y las lleva al apartamento que alquiló para él. Sin decirles nada de lo que pretendía, fue a la Comisaría a averiguar por Carlos y pagó la fianza de éste, el cual al salir de la cárcel lo abraza. Indican dónde están Dulce, su hija y Andrea y se van para con ellas, listos a regresarse a Honduras.
Roberto suplicó a Dulce perdonara a Carlos y comprendiera todo era producto de la mente retorcida de su padre. Dulce lo perdonó y apartaron los pasajes para Tegucigalpa. Roberto dijo tenía algo más que hacer y los vería justamente en la puerto bus… preparó sus maletas y pidió a su madre se encargara de ellas.
Carmen hablaba mentalmente conmigo a través de la Dulce Niña Blanca y pudimos ambas ayudarla a recuperar el movimiento. Cuando esto ocurrió pudimos ayudar también a Antonio. Carmen en el físico y la Santa Muerte y yo en el plano mental. Mayra, mientras tanto, había decidido retirarse de la vida de todos ellos. Cuando manifestó a Manolo dejar el nido de serpientes, fue amenazada. Mayra sitiándose acorralada le ensartó un puñal en la espalda, lo roció con gasolina y le prendió fuego a la casa. En el incendio murieron también Antonio, la misma Mayra, Carmen y Amadeo. Como serpientes en su nido. Andrea, Dulce y Roberto regresaron de Honduras donde se quedó Carlos con su hija. Reconocieron los cadáveres y los llevaron a Atitlán donde permitieron enterrarlos a todos menos a Manolo. El cadáver de éste fue regresado a la capital. Roberto se encargaría de ello, mientras su madre y hermana se quedaban en la ceremonia y sepelio de Antonio, Carmen, Amadeo y Mayra.
Mientras Roberto conducía el automóvil en cuya parte trasera venía el cadáver de su padre, no sabía si darle gracias a Dios o qué. Al fin de cuentas era su padre. Venía a su mente cuando lo enfrentó en el último servicio de la iglesia. Manolo predicaba sobre la unidad familiar y el pecado original. Citaba La Biblia con maestría e instaba a todos a seguir el camino del bien. De súbito la voz de Roberto rompió el silencio de los miles de asistentes…
-Así como va usted, querido pastor.
Al ver Roberto que algunos feligreses iban a interceptarlo dijo ser el hijo del predicador y que iba a desenmascararlo. Le gritó a la cara todo lo que había hecho e indignados algunos feligreses empezaron a murmurar y luego a irse hasta dejar vacía la Iglesia. Manolo tomó su látigo para azotarlo y Roberto se lo quitó de un solo. Manolo cayó al suelo y ahora era Roberto quien amenazaba pegarle.
-Dios mío… es el fin del mundo, dijo una anciana que regresaba por su bolso que había dejado en el asiento por salir corriendo. Los hijos se vuelven contra los padres.
Roberto sin percatarse de la presencia de la anciana tiró el látigo y dijo: No vale la pena. Ya el pastor recibirá del mismo Cordero Celestial su merecido. Manolo se le fue encima y empezaron a darse de puñetazos. Roberto logró vencerlo y gritó: Ya no, papá. Ya no. El nido de serpientes se deshace quieras o no.
La anciana salió de la iglesia y empezó a contar a todos lo que pasó. Luego, se fue Roberto rumbo al Puerto bus para regresarse a Honduras. Mayra llegó y tras auxiliar a Manolo, llevarlo a su casa y curarle las heridas, dijo que ella también abandonaría el nido de serpientes. Pero Manolo la amenazó y por eso, ella incendió la casa…
En el camino, Roberto decidió salirse del automóvil y dejarlo ir entre un barranco. Adiós padre, dijo viendo cómo el vehículo caía al barranco y al llegar agarró fuego. El hecho pasó desapercibido y con el tiempo los oriundos del lugar empezaron a sentir que del barranco emanaba un olor a azufre. Como si fuera la puerta del infierno. Y hay quien dijo oía voces como de alguien que predicaba incoherencia. Y hay quien dijo veía al diablo decaernos largos en sus sienes y cola inmensa e interminable dando esos discursos. Coincidentemente la curva de la carretera que rodeaba aquel barranco y en la que habían tantos accidentes desde su inauguración se conoció siempre como LA CURVA DEL DIABLO…
FIN DE LA PRIMERA PARTE
CONTINUARA EN LA SEGUNDA PARTE
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