Al leer el poemario POEMAS SIN REMITENTE del joven escritor José Pablo Barboza Marchena, centramos la atención en dos aspectos relevantes: uno es la unidad lograda con base en el concepto de que estos poemas componen un todo armónico en relación a unos escritos epistolares, dirigidos a diferentes personas, sobre todo del mundo femenino, amigas, compañeras de afanes estudiantiles y escritoras. El ingenio presupone además que no tienen el afán de que se devuelvan a su destinatario y el complemento de esa sutileza, aparte del íncipit, sobres, cartas de la portada y el título, están los titulares de las dos partes en que se divide el conjunto: Entrega inmediata, que hace alusión al propósito del yo lírico de remitir sus escritos a las mujeres que los han inspirado, lo cual me recuerda, cierta poesía del neoclasicismo que nacía de compromisos y que delataba desde los títulos, los eventos concretos que evocaban y lo que pretendían homenajear. Barboza Marchena nos ha narrado como se han gestado varios de estos poemas de circunstancias, solicitando incluso la narración de hechos vitales a las féminas a quienes dirige sus pensamientos y su capacidad de imaginar. La segunda parte se denomina Buzón personal, y es sin duda la reunión de poemas en torno a otras preocupaciones existenciales y hasta biográficas, que, sin embargo, acuden al símbolo del correo, para mantener la cohesión.
De este conjunto, hay que rescatar algunos momentos que podrían ser inolvidables en la ópera prima de este autor: el poema Yo, Sebastián, dedicado a las víctimas del acoso estudiantil, donde en forma emotiva el yo lírico establece una relación de igualdad, de identidad con un personaje tristemente célebre en nuestros medios de comunicación, recientemente, por la trágica noticia de la muerte de un joven, que termina siendo la mayor protesta contra el bulling, el acoso y el maltrato. Poesía para reflexionar que impacta al ser desde el corazón:
“Es el mismo aroma a soledad
que diariamente respiraba,
al abotonar los oprobios
amoratados en el rostro,
con el honor desfallecido
sobre mi espalda”
El otro aspecto relevante que quiero reseñar sobre este poemario es la preeminencia de elementos conceptuales, que se metaforizan o entran en relaciones de oposición o acumulación y/o de confrontación muchas veces con los elementos emotivos y sugerentes. La poesía conceptual históricamente tiene presencia como concepto la primera vez en el conceptismo barroco. De la poesía barroca en ambas tendencias: conceptismo y culteranismo, se dice que es sumamente compleja, recargada, que pretende excitar la sensibilidad y la inteligencia con fuertes estímulos sensoriales, intelectuales y sentimentales. Y el conceptismo, expresamente, se basa en las asociaciones ingeniosas de ideas y conceptos, se busca la expresión artificiosa y sutil, decir lo máximo utilizando los mínimos elementos.
Cuatro siglos después, aportaría que ciertamente estamos en una época que todo lo mezcla, en el posmodernismo todo tipo de expresión artística y literaria se da en forma efusiva; lo barroco es parte esencial de este entorno y de los procederes de los artistas. Y por eso, primero en los albores del S. XX se habla de poesía y arte conceptual: una fuerte influencia de la escritura conceptual fue el cubismo literario, escuela no objetiva que privilegiaba la presentación sobre la representación. Señalemos aquí lo encontrado en la web al respecto: “El cubismo, desarrollado en París en los años 20 como escuela pictórica, se extendió hacia otros campos como la poesía, pudiendo considerarse poetas cubistas Guillaume Apollinaire, Blaise Cendrars o Max Jacob. El cubismo subrayaba las estructuras autónomas del lenguaje, más allá de cualquier compromiso con la representación de una supuesta realidad externa al texto”.
Un ejemplo paradigmático de esta corriente es la obra de Gertrude Stein, quien emplea reiteraciones, tautologías y con esmero especial las autorreferencias textuales. A lo largo del siglo XX, el cubismo de Stein tuvo gran influencia. Influyó, por ejemplo, en John Cage, que basó algunas de sus obras en sonidos encontrados, utilizó el uso del I Ching para componer muchas de sus obras musicales y lingüísticas. Por otro lado, de esta vía, deviene la obra conceptual de Marcel Duchamp en el mundo de la imagen, como una de las grandes manifestaciones.
En la poesía de José Pablo, diría que la búsqueda de lo conceptual, amarrado a lo emotivo, solo recoge elementos dispersos de lo barroco, pero no pretende la originalidad per se ni la sorpresa como en Quevedo. Ni es propio de su expresión la ironía, quizá un poco, sí, la paradoja.
:
Te entiendo…
yo también me irrito
cuando mis ojos se resbalan
en los yerros que ensucian
el fulgor de una historia”
(Incidencias)
Por otro lado, tampoco podríamos decir que privilegia la presentación, lo dicho y objetivo, sobre la representación, como en el cubismo. Ya que al lado del uso de los conceptos, el simbolismo es fundamental para que los lectores capten y sientan la expresividad de este joven poeta: “Transitaré por las abras del tiempo, / donde se extingue la luna / y empieza el relámpago”. (Nuestra leyenda).
Pero sí, y de mejor manera, podemos ligar su poesía con esta definición encontrada a partir de los años 80 del siglo pasado, donde de nuevo se habla de poesía conceptual, como aquel tipo de arte moderno que utiliza conceptos o ideas en una obra para expresar sentimientos y emociones.
Nos expresa Barboza: “Y si mejor decimos / que el mundo ya estaba así?”
Por supuesto, que en el arte conceptual influye mucho el factor significante, la idea del pensador sobre la obra presentada va asociada a la subjetividad. El lector o público podrá captar su propia idea sobre la obra en detrimento de la idea del autor, quizá porque después de todo al metaforizar con conceptos y símbolos el poeta logra el efecto de la polisemia, (de la plurisignificación) lo que enriquece el texto. Quizá es excesivo decir que Barboza Marchena es un poeta ambigüo, porque después de todo he visto cómo ha defendido su afán por decir, ante nuestras pretensiones editoriales, pero esto es algo que debemos dejar a la interpretación de los verdaderos destinatarios de esta poesía: los lectores, y no necesariamente las mujeres que reciben esta ofrenda en versos. Recordemos a Maggrite, artista plástico que manifestó. : “las imágenes están incompletas, pero sin embargo a veces nos engañan, nos traicionan”.
Como estos versos de José Pablo que se dejan inconclusos: “Y el puño de un misógino / con sangre ajena entre sus uñas / y exacta puntería…” (Aquellos primitivos)
Dejamos esta reflexión para concluir diciendo que en la poesía de Barboza Marchena hay propuestas en el ámbito moral y en torno a valores, pero hay también fondos argumentales, que recorrren y dinamizan el texto con la apertura de símbolos abiertos y epifánicos, es decir, hay momentos de sublimidad y de confesión espiritual: “antes de que el arca se cierre, / honraré a Dios / por esa melodía del ave / que a diario me anuncia / una nueva oportunidad…”; pero sobre todo hay emotividad y ternura y compromiso solidario con la otredad. La propuesta no desdeña el uso del yo lírico, pero siempre lo hace pensando que este se relaciona, vence la soledad en contacto con los otros, es decir, hay sentimientos de humanismo solidario, hay denuncia y se revela el afán por dar la idea del poeta transido por lo que pasa en el afuera: “Hay flores que hace tiempo se disecaron, / pero no faltan quienes aún disfrutan / del olor ponzoñoso / mezclado con el plasma ajeno / en las espinas de su verbo”.(Murmullo)
El poeta recoge semillas de una larga experiencia vital, fuerte, y de una larga preparación cultural. Este joven profesor de literatura, tan abatido por las circunstancias de salud, está hoy aquí con nosotros, nunca cae en la diatriba para dirigirse a otros, a pesar del absurdo del poder, quizá puede lanzar alguna idea ironizante sobre las circunstancias que rodean a un personaje, también acude a intertextos y referencias culteranas como en el título de su poema Leyenda sausseriana, o el vocablo Armagedón que ha trocado ingeniosamente en Amargedón, o la intertextualidad shakesperiana y el uso de epígrafes bíblicos. Pero en sus mejores momentos que son muchos nos alumbrará y sorprenderá con la emotiva forma de consustanciar el concepto con la emoción y el asombro: “Los latidos serán el testimonio / de un mensaje sin remitente, / ‘que escribirán en piedra’ / con la agitación de las manos”.
Vamos pues, amigos, a esta lectura, a esta propuesta que puede parecer epistolar y por lo tanto íntima, pero que encierra también en momentos coloquiales una sabiduría emocional que es un obsequio adicional detrás de la verdadera poesía. Un obsequio de amor, como toda buena poesía.
Gracias, José Pablo, por obsequiarnos estos poemas, estos trozos de vida que nos alimentan y enaltecen.
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