El día se presento tranquilo, unas pequeñas nubes en el horizonte decoraban más que las ausentes gaviotas.
De todas maneras había en el aire como una extraña carga eléctrica.
En el campo, hacia adentro de la isla, los viejos comenzaron a mirar al cielo y a rezongar en vos baja.
Mirando el piso sacudían la cabeza con preocupación.
Los jóvenes comenzaron la rutina de encerrar el ganado y guardar las aves de corral en los galpones.
Nada indicaba que el clima fuera a cambiar.
Ese dolor en los huesos, esa sensación de angustia en el pecho no engañaba.
Los pájaros se fueron ausentando de los inquietos árboles.
Poco a poco una brisa cálida acaricio los campos, acostando las vegas y las cañas.
Mirando sobre el horizonte las palmas sacudían sus cabelleras angustiadas ante el presagio.
Ya algunas nubes grises comenzaban un rítmico goteo de tres y dos.
Al fondo un grave trueno iniciaba el golpeteo de un infernal “Guaguanco”.
De pronto los tambores del cielo dieron paso a un “Batá” de innumerables estrellas, el rayo arranco un rosario de maldiciones y rezos en el fondo de los ranchos.
Las palmas batían fuego y un “Chequere” de tormenta regó de aguas el suelo.
”Chango” con sus siete rayos se paseaba por el pueblo…
Se instalaron en su total majestad los poderes del infierno y recorriendo la isla destrozaban a su antojo propiedades, vidas, terrenos.
Las cosas cobraban movimiento en una tremenda rueda de rumba.
El tres y dos de las claves en chubascos regaban el campo de angustias y desesperos.
Tac, tac, tactac…
“Obatala” pregonaba un aquelarre de cueros.
El “Tres golpes” de tormenta llevaba al “Quinto” furioso del ojo de la tormenta.
¡Ay! de quien se le cruzara, no respetaba a nada: la naturaleza
Y ahora solo tambores se escuchan en el cielo.
Batás, congas, bongos, retumbando como en descarga.
Hay tambores que suenan como lluvia pero mil veces más ligero,
otros como portazos o como puntapiés en las puertas de madera, o como tarros que caen derramados por el suelo.
Tambores que suenan como cocos cayendo de los árboles.
Tambores que suenan como una palmada en la pared o como pedradas en los techos de zinc.
Como troncos de árbol rajándose en la espesura del bosque…
Como grandes pajarracos posándose en un tejado moviendo sus enormes alas como abanicos.
Tambores que suenan como una barca arrastrada mar adentro sin remos y que se hunde pesadamente con ruido de huesos quebrados…
Tambores que suenan como una cama enorme con un hombre jodiendo a una mujer y dando de cabezazos contra la pared…
Tambores como un tipo gordo dándose palmadas en la barriga o como una mujer besando el suelo con su culo.
Tambores como código Morse o como niños corriendo en una iglesia vacía.
O como los conquistadores disparando sus armas contra un poblado indígena.
O como esclavos arrojados a la bodega de un barco negrero.
Como pesadas puertas de roble desgastadas por la intemperie que se hacen pedazos al cerrarlas sin cuidado.
Como sartenes y ollas, relámpagos como latigazos, como un elefante rodando, como latidos de un corazón enamorado.
Como el zumbido de mil:
“Sun Sun Baba he”…
Tambores como de huracán soplando en mil ventanas y celosías agitándose en el viento, o como pechos de mujer golpeando el estomago de un hombre.
Como árboles que se pliegan sin romperse, como una pila de platos y tazas de café haciéndose añicos.
Como salvajes golpeando con dos tibias una hilera de cráneos humanos.
Como campanillas chinas, como hombres pegando a otros hombres con largos látigos de siete colas…
Como palmadas sobre un ataúd.
Batas, congas, tres golpes, quintos, bongos estallando en nubes de tormenta en una magistral comparsa serpenteando por el pueblo.
Como pelotones de ejecución.
Tambores que gritan, ríen, lloran, gimen y bostezan como teniendo un orgasmo, arrastrando todo a su paso.
Tambores que suenan lejos, como al otro lado de la isla…
Dejando un angustioso surco, rumbo al mar.
“Iya” marcha con “Oconcolo” e “Itotele” acompañándolo en un rítmico latir.
Detrás va “Chango” con sus siete potencias pasando revista como en un parte de guerra…
Sobre el desastre: “Obatala” con su manto negro va cubriendo de noche la isla
Santa María
Líbranos de todo mal
Ampáranos señora
Del terrible temporal
Santa Maria…
Carlos Arboleda
2007
RED DE INTELECTUALES, DEDICADOS A LA LITERATURA Y EL ARTE. DESDE VENEZUELA, FUENTE DE INTELECTUALES, ARTISTAS Y POETAS, PARA EL MUNDO
Ando revisando cada texto para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.
Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.
http://organizacionmundialdeescritores.ning.com/
CUADRO DE HONOR
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