(UN AS BAJO SU SOMBRA)
Disertación en la presentación del poemario Un As bajo mi sombra de Gerardo Cascante.
Quizás Gerardo Cascante es un poeta que siempre ha andado entre nosotros, con su guitarra a cuestas, su pertinente anhelo de humanidad, su diatriba. Él es parte consustancial de esta ciudad, al lado de su Alejandra, su cordialidad y su furia, a la vez. Hace tres años se unió a nuestro Grupo Poiesis y decidió tomárselo en serio, las canciones, los poemas y los cuentos manaron en tropel, se dispararon por el suelo y por el aire, como briznas frescas, se hicieron poderosas en los escenarios y entre la gente. Y como un AS bajo la manga, no, perdón, bajo la sombra, hoy se llenan de luz en este hermoso poemario.
Esto es un estallido que nace desde la propuesta:
“Te propongo
mi furia,
la impotencia improrrogable que me ata al noticiero,
el deseo de encontrar un as bajo mi sombra;
un puñado de esporas decididas a volar;
esa imperiosa razón en las alas del albatros
urgida de península en su época de celo.”
(PROPUESTA)
Recorre este mundo, no otro, pero su dejo de realidad es tan irreal como nuestros corazones pugnando por un mundo mejor, esto es lo extraño: aquí no hay poemas sociales en el estricto sentido, ni poemas de amor, ni es su fina ironía un arma para proponer, sino para atravesarnos. Es como si estos poemas siempre estuvieran revelándonos desde lo surreal y el absurdo, el camino para inventar lo mejor, para que al desangrarnos, encontremos las estrellas que perdimos. Gerardo no es un curandero, ni siquiera cree en los milagros, más que en la vida cotidiana. Él construye ilusiones desde el desarraigo; de su desolación va a la canción, de su soledad va al abrazo que nos ofrece su mirada y su palabra.
“Quizá alguna vez le haya sucedido:
descubrirse sentado, solo
en medio del parque
-los dedos desolados desordenando el césped,
la miseria de alguien aguándote los ojos,…”
(SOLEDADES)
Sin saberlo, se vuelve místico, en la medida que nos comprende a todos, que no se siente único sino uno con los demás. Gerardo es un poeta que vaga en la ciudad lleno de voces; viene desde el campo y aquí se arraiga como hiedra en el gesto de quienes lo rodean, pero también en el dolor de quienes lo tocan de largo con sus muñones de angustia. Él es uno más, un as bajo las sombras, un tejedor, una araña que urde sus señuelos, un vocablo que se reconoce a sí mismo, una aguja que lastima, para luego restañarnos.
Él es ese aguijón de sed que no hiere y nos convoca, por eso de sus sueños estamos hechos todos, como simples y absolutos desconocidos que se topan en una esquina y se reconocen.
Cuando define la poesía, él es todos los poetas, y es también todos sus lectores sórdidos en la noche, que se apretujan sin saberlo en los lugares públicos, los bares y los espectáculos baldíos; él nos reinventa a todos porque sabe interpretarnos:
“Se juega a la ruleta el desencanto
hace bromas frente a la guillotina,
se desviste el trasero en el cadalso,
se quita su antifaz en plena esquina.”
(LA POESÍA)
Sabemos que estamos ante la poesía, pero también ante la canción, ante la tradición de la más hermosa melodía; así usa con sentido de libertad las métricas tan solo por su sentido musical.
La primera parte del libro “ENTRE LA PALABRA Y EL ESPEJO”, acude a ese viejo tópico de enmarañar el verso con la posibilidad de reflejarnos, pero también de develarnos, y por qué no, de rebelarnos. Porque si nos descubrimos las imperfecciones, tal vez nos acerquemos a nuestro destino de luz. Después de todo de rociarnos de canto los pájaros no cesan. (A LA ESPERANZA).
Es así como un poeta que sabe del dolor nos vuelve hermanos desde allí. Esto es poesía que sabe conjugar la tradición con una propuesta nueva. Tiene sus correlatos, como el poeta y cantautor Sabina, a quien siempre enarbola, y otros más como Vallejo, porque Gerardo ha comprendido que para cantar debe conversar con sus interlocutores, con sus tú líricos; él no busca complejas relaciones metafóricas, sino palabras que se unen por asociaciones intranquilas, por paranomasias conceptuales que rondan lo cotidiano, lo contingente; por eso cuando lo leemos, parece que estamos buscando en nuestras propias alacenas.
“Seguimos siendo
traviesos e incongruentes
mercenarios descalzos jugando, brincando en la rayuela,
arlequines suicidas
que se cortan las venas con navajas de pan.”
(ESPERPENTOS)
Es esta dicotomía que pasa por lo banal y lo trágico o tragicómico, es su dolor cuando enfrenta la guerra o percibe a los niños de la calle y al hambre. Dije que no era un poeta social, en estricto sentido, porque Gerardo, el intimista, y Gerardo, el que percibe el afuera que también es su adentro, lleva unidos todos los latidos, simplemente se deja desbordar cuando percibe las melodías que compone para sus poemas o para los poemas que ama y que andan en la calle. Este domador no se esmera en eliminar el tópico, él lo asume y lo contextualiza para que percibamos algo más que había en esas viejas relaciones. A Gerardo le interesa el canto, por eso va de lo prosaico a lo sublime:
“Alguna vez, como una nube fresca
distraída en abrazos
o, imperceptiblemente, como el vuelo del sol
sobre la niebla ardiente de la tarde.”
(AVES DE PASO)
Su selección es un naipe entero sobre la mesa; si un as queda soterrado en la sombra, cuando salga a la luz nos dará la posibilidad de una resurrección humanitaria, una que diga y sugiera y cante y haga de la ironía un camino hacia la búsqueda de separar lo esencial de la paja. No una que nos embarriale más en la suciedad que el poeta mismo sabe que existe y la conmina a unirse a la fuente de un camino iluminado, a pesar de todo lo que duele:
“sobre un catre
que suena a contrabajo desafinado y sordo
y una puerta que chilla
como una golondrina enferma,
mientras seis marineros hacen fila,
detrás de una cortina
hecha trizas
la niña
sin mar!”
(NIÑA SIN MAR)
La segunda parte son sus RAZONES DE INVIERNO, que son por paradoja, conformación de sus razones para el amor, el de pareja, el consuetudinario, el que nos revela que, detrás de nuestras mismas puertas, estamos tentando al mundo para que nos acompañe; y que sea la otredad de pronto nuestro propio ser, un todo armónico que pasa por encontrar las diferencias y apuntalar las razones de estar juntos.
Por eso es hermoso su sutil ludismo, que se sabe parte del olvido y el arraigo:
“Mido bien tu inocencia
con destreza de sastre,
desovillo mis dedos
desabrocho caricias,
descoso tus anhelos hasta el último hilo.”
(RAZONES PROHIBIDAS)
Dije por eso que no era un poeta del amor, sino que el amor es su propia poesía, sabe volcarse hasta en la mosca que lo distrae, como un enamorado, corrige a Neruda, parafrasea a sabiendas que se vuelve trascendente cuando propone que hasta el pleito cotidiano de pareja es propósito de encuentro y desencuentro, pero al fin, debe enmarañar la vida con el acto mismo de enfrentar la muerte, con lo primero que el hombre encontró para hacerlo: la poesía.
“Temo al escalofrío reprimido en los poros
o al grito que se asfixia debajo de la lengua.
Temo
a esa torpe y pueril estrategia
de fumarse la vida detrás de las angustias
y caminar a oscuras buscando el precipicio
para reivindicar el temor a existir.”
(TEMORES)
Este es el primer tomo de poesía de Gerardo, sabemos que le queda mucho para andar entre nos, y que seguirá cantando, aunque estas cicatrices se borren en un viernes, quizá en un jueves, como es hoy de olvido, pero también sabemos que quien bebió en sus palabras, ya no volverá a ser el mismo, aunque haya develado las mismas cicatrices.
Ronald Bonilla
Premio Magón 2015
Comentario
Muy buena explicación
Gracias
mary
GRACIAS, cRÍSPULO, POR TUA AMAbLE LECTURA Y MENSAJE, ABRAZOS
Gracias, Elías, por destacar este escrito, abrazos
RED DE INTELECTUALES, DEDICADOS A LA LITERATURA Y EL ARTE. DESDE VENEZUELA, FUENTE DE INTELECTUALES, ARTISTAS Y POETAS, PARA EL MUNDO
Ando revisando cada texto para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.
Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.
http://organizacionmundialdeescritores.ning.com/
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