Toda la calma me apedrea
con mi infinito amor
hacia las cosas y los niños.
Yo no soy culpable de que llore Dios
en estas tardes.
Yo hago lo posible
por sostener esta nostalgia,
con besos en los dedos,
en la sombra que todo lo comprende
y que reza al hombre hundida entre la tierra.
Hace unas horas he llorado
por el largo irse de los trenes,
por tener sucios los zapatos,
por escuchar lo imposible en unos ojos amados,
y he visto correr la herida tibia por mi frente,
sangrar cosas desnudas que me han devuelto al hombre.
Ya nadie sube por mis poros.
Sólo el río me oscurece
y soy como una noche pequeña metida
en esta noche empezada..
Y soy sólo palabras en la ausencia
que repiten en el eco
la canción: Amo.
Tal vez por eso me parezco a estos árboles.
Yo no soy culpable de que llore Dios
eternamente.
De mi libro LAS MANOS DE AMAR
Comentario
Gracias, Antonio, abrazos
Gracias, Beatriz , por el calificativo, abrazos
Gracias, Miriam, un placer recibirte entre mis letras, abrazos
Gracias, Mab, por el bello destacado, abrazos
Gracias, Elías Antonio, por tu amable mensaje, abrazos
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Ando revisando cada texto para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.
Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.
http://organizacionmundialdeescritores.ning.com/
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