CUENTO Nº 2. CONCURSO "MIGUEL OTERO SILVA"
LAS PIEDRAS A LA DERIVA
(237 PUNTOS)
AUTORA: CARMEN ROIZ
Salta, salta, correo corre, - le decía la más pequeña a la otra -, quiero alcanzar el río y dejarme arrastrar por su corriente, ¿no es fantástico lo imprevisible de nuestro destino?, ¿hacia que punto iremos?, norte, este…, ¡qué aventura!, - seguía exclamando la más chiquita -.
La piedra grande y menos plana la escuchaba y ponía todo su empeño por contagiarse de aquella alegría que invadía a su compañera, pero, al ser más reflexiva, siempre le asaltaban temores a lo desconocido: “podrían encontrarse aisladas”, “¿y si un pez se las tragaba confundiéndolas con algún alimento?”, “y…”, un golpe de viento las sacudió e hizo que rodaran hacia la orilla, estaban muy cerca de las aguas del profundo río, sin pensarlo más y mirándose sin decir nada, resbalaron hacia su lecho.
Planita era feliz y miraba ilusionada a Redonda. Nunca había experimentado una sensación como aquella. Desde pequeña, los mares y los ríos eran para ella una obsesión, ahora estaba rodeada de agua, agua suave y dulzona, llena de seres extraños que nunca había visto y deseaba conocer.
¡OH!, ¿te has fijado? – decía Planita – los hay plateados, rosados y de variados tamaños. Redonda, asentía, otra vez se agolpaban en su interior los miedos y los recelos.
El recorrido por el río era lento, pasaba, a veces, que se hundían en algún recoveco. Cuando esto sucedía, escuchaban el murmullo del agua y esperaban a que algún fenómeno de la Naturaleza las impulsara y así proseguir su camino.
Viajaban a través de valles y bosques, a veces de forma sosegada, otras, con turbulencias propias de las estaciones del año.
Y así pasó el tiempo, Redonda y Planita conocieron diferentes mundos, algunos paradisíacos, llenos de flores, colores y perfumes, otros densos y obscuros donde el final parece rodearte. Pero, Redonda ya no tenía miedo, se había dado cuenta de que lo bonito de la vida es sentirla en cada instante y pensaba: “todo me lo ha enseñado Planita…”.
Ruido, mucho ruido. ¿A dónde se estaban acercando?. Las aguas del río corrían hacia una inmensa catarata…, se miraron intensamente y ¡saltaron!..., iban hacia el mundo mágico de la nada…