El tío Tomás es un viejo parlanchín, que le encanta relatar sus aventuras como gran cazador. Siempre repite que “donde pone el ojo, pone la bala”. La pasada Nochebuena de Año Nuevo, nos contó lo que le sucedió cuando salió dispuesto a cazar una manada de báquiros que había observado el día anterior, pero se puso furioso porque no había encontrado ninguno.
De regreso, entre las ramas de un árbol, descubrió un extraño pajarito color de candela, que brillaba en la semioscuridad del bosque. El cazador se quedó mirando al pajarito y le dijo: no vale la pena gastar un tiro en un pobrecito ser, tan bonito y tan chiquito como tú. Pero, el pajarito contestó:
¿Por qué no me matas
tonto cazador?
Soy animal de monte
y tengo gran sabor.
El tío Tomás tomó las palabras del pájaro como una provocación, de manera que agarró su escopeta y le disparó. El animalito se desprendió desde lo alto del árbol y cayó al suelo, inmóvil y maltrecho. Arrepentido de su acción, el tío Tomás exclamó:
¡Oh, Dios mío, lo he matado! y sólo era un indefenso pajarito. Yo no tenía derecho a quitarle la vida. Me he dejado llevar por mi frustración y mi mal humor. ¡Pobrecito de él y pobrecito de mí, porque no sé dominar mis pasiones!
El tío Tomás se agachó para recoger el cadáver de la criatura. Cuando toca el plumaje colorado del ave, éste se transforma en fuego que arde y crece con rapidez por el bosque. El cazador, desesperado, rodeado por aquel fuego diabólico, se arrodilla ante Dios y clama:
Señor: mi frustración como cazador ha sido grande, mi soberbia mayor. No he sabido ver que la criatura más pequeña de este bosque soy yo, que me creo con derecho a dominarlo todo, e irrumpo inconscientemente en el habitat natural que Tú creaste para los animalitos del bosque. ¡Ayúdame Todopoderoso!
El tío Tomás pensó en su esposa. Pensó en sus hijos. Pensó en su mamá. Pensó en su papá. Pensó en toda su familia. Entonces las lágrimas cubrieron su rostro. Y sucedió el milagro: el Tío Tomás derramó agua por sus ojos y Dios por las nubes del oscuro cielo. Y se apagó la candela del bosque y en vez de agua llovió dinero. El Tío Tomás creyó enloquecer, ¡ no podía ser verdad lo que estaba viendo!. Pero aquel extraño fenómeno no lo llenó de felicidad, sino de terror.
¡Dios mío! No lo comprendo. ¿Acaso estás pagándome mis errores, mi soberbia y todos mis pecados? Señor, sólo deseo que el bosque y todos sus animalillos vuelvan a ser tan hermosos y felices como tú los creaste.
El Tío Tomás se restregó los ojos y observó nuevamente: La extraña visión había desaparecido, y el bosque estaba perfecto, lleno de vegetación y animalillos que saltaban alegremente de un lugar a otro. Y chillaba el mono. Y brincaba la ardilla. Y saltaba el conejo. Y corría la cabra. Y corría el caballo salvaje. Y el ratón montés se escondía en el follaje del bosque. Y para colmo, los báquiros eran muchos y corrían en manadas. A lo lejos, a la derecha, el tigre rugía cautelosamente; mientras, a la izquierda el león, anunciaba su poder. Las mariposas volaban de flor en flor.
De repente, el cazador escuchó que alguien le hablaba: "Tomás, observo que has reflexionado sobre tu condición de cazador soberbio y malhumorado. No se puede sentir placer, por quitarle la vida a un animalillo sin un motivo válido, y mucho menos cuando se contribuye a la extinción de las especies. Un hombre no se hace más grande cuando mata a un hermano más pequeño".
¡Era el pájaro color candela! No lo había matado, o tal vez era un ser inmortal.
-¿Quién eres, extraño ser, que te escondes bajo la forma de un pajarito? ¿Un fantasma? ¿Un espíritu? ¿Un duende? ¿Un enviado divino? O, tal vez, sólo eres producto de mi imaginación. En cualquier caso, ¿Qué deseas de mí?
-Soy lo que ves y lo que no ves, soy tu verdad y tu mentira. Sólo deseo que seas un hombre consciente del valor de cada uno de los elementos de la naturaleza y de tu propio valor como ser humano.
El Tío Tomás emprendió el regreso hasta su hogar, donde lo esperaban sus padres, su esposa y sus hijos.
Este es un cuento educativo ecológico, con varios y grandes mensajes hacia el género humano: en primer lugar que no debemos envilecernos ni creernos grandes cuando en realidad el ser humano es la criatura más pequeña de este bosque. Además está la idea de la conservación de la fauna.
Este es un cuento educativo ecológico, con varios y grandes mensajes hacia el género humano: en primer lugar que no debemos envilecernos ni creernos grandes cuando en realidad el ser humano es la criatura más pequeña de este bosque. Además está la idea de la conservación de la fauna.
Es precioso, te felicito Mila.
Merceditas
Has captado excelentemente la esencia de mis mensajes.
El cuento recoge impresiones preocupantes acerca del medio ambiente y su agresión por parte del hombre. Magistral el entorno mágico que lo envuelve, para hacer más interesantes las sensaciones de culpa y arrepentimiento. Una historia muy bien lograda, excelentemente narrada. Mis felicitaciones, Mila.
Hermana Susana, muchas gracias por regalarme tu análisis de gran propiedad.
Me encantó.
Un abrazo