Adiós sin Despedida.
Estaba parado frente a la ventana, mirando hacia la nada y fue entonces cuando se dio cuenta de que su mundo estaba tan reducido como su propio pensamiento, y levantó su rostro con prudencia a medida que sus ojos apreciaban un mundo infinito de hermosos colores y formas disociadas que coexisten libremente, como si fuera tan importante, cada estructura o diseño que ofrece la Naturaleza o que ha sido creado por el hombre.
Cuando estaba a punto de marcharse escucho la voz de la esperanza, recorría el vestíbulo que daba hacia la puerta y se dio cuenta de que sólo la verja lo separaba de un mundo olvidado. Estuvo inmóvil, pensando en el olvido hasta que pudo darse cuenta de que estaba huyendo de sí mismo y que los problemas, como él los llamaba, no eran más que compromisos adquiridos, responsabilidades sociales, sueños trasnochados, temores confundidos.
La brisa soplaba con indiferencia y hacía mecer la puerta entreabierta, sólo se escuchaba el crujir de las viejas charnelas oxidadas por los embates del tiempo, los años vividos. La vida pasaba delante de sus ojos, en frente de la verja, pero permanecía inmóvil, sus músculos pasmados, su mirada perdida en el infinito mundo por venir, sus sueños.
De pronto, un paso atrás lo hace alzar aún más la mirada y pudo ver en el cielo aquello que nunca antes había visto, la esperanza. Se sentó sobre la grama del jardín, sin dejar de mirar el cielo y sintió como su vida comenzaba de nuevo a tener sentido, significado y valor, se quedó sentado hasta que al caer la noche las estrellas adornaron el firmamento y una dulce sonrisa emergió de su rostro desgarrando la rigidez de su hendida piel, suspiró como nunca.
Cómo dejar atrás aquello que viene contigo, que forma parte de ti, te desvela, te da frío o calor, hambre y te persigue aún estando dormido. Y fue entonces cuando se levantó, puso la mano sobre el cerrojo de la vieja puerta que daba hacia la calle y mirando hacia el olvido acariciaba el umbral de la libertad, se sentía solo y desmedido, ausencia fue su apellido mientras su mano sin querer abrió el picaporte con sigilo, provocando un sonido penetrante que despertaría sus sentidos, sin embargo, fue en vano, pues se marchó por donde vino hace treinta años, buscando lo que no encontraba y esperaba descubrir.
La puerta quedó abierta, el cerrojo desprendido, la casa quedó vacía, como si nunca nadie en ella había vivido y cuando soplaba el viento en las noches, que hacía mucho frío, el cerrojo, cual péndulo, se balanceaba en las sombras, colgado de los sueños, rompiendo el silencio mientras permanecía escondido. La puerta abierta y olvidada se quedó, esperando que, algún día, una mano pusiera el cerrojo en su sitio…
©Jhonny Olivier Montaño
Jhon Cásmer
Comentario
Gracias amigo Federico por dedicarle tiempo a éste que es uno de mis poemas preferidos y sin embargo nunca había sido comentado. Dios te bendiga...
e s t u p e n d a p r o s a p o e t i c a
J h o n n y
la realidad de la vida puesta en hermosísimas palabras... adornada con sueños y esperanzas...
BENDICIONES INCESANTES
RED DE INTELECTUALES, DEDICADOS A LA LITERATURA Y EL ARTE. DESDE VENEZUELA, FUENTE DE INTELECTUALES, ARTISTAS Y POETAS, PARA EL MUNDO
Ando revisando cada texto para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.
Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.
http://organizacionmundialdeescritores.ning.com/
CUADRO DE HONOR
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